Cuando Harry
abrió la cama encontró su capa invisible, cuidadosamente doblada. Tenía sujeta
una nota:
Por las dudas.
- Bueno, por lo
menos recuperaste la capa - le dijo James, que se veía tan cansado de ese
capítulo
- Bien, ahora a
leer el que sigue porque este capítulo ya terminó - informo Arthur.
- Yo leeré - dijo
Ted quien con un hechizo levitatorio llevó el libro a sus manos - el capítulo
se llama...
- Ohhhhhh... esto no les va a gustar
nada - decía este con tono divertido mirando al trio - el capítulo se llama
señoras y señores... - se escucharon unos redobles cortesía de los gemelos
Prewett.
- ¡Edward Tonks! Deja la bobada y lee
el titulo – esa Andrómeda sí que tenía su genio
- Ya mujer, no te alteres, bueno,
antes de que mi esposa saque lo Black que lleva dentro el capítulo se
llama A través de la trampilla - dijo con voz lenta, el trio
dorado se preparó para los gritos...
...
...
...
...
- ¡Pero en qué carajo estaban
pensando! -
- ¡¿Es que no piensan en el perro de
tres cabezas?! -
- ¡Son unos críos de once años! Como
piensan pasar las protecciones que tiene la piedra -
Gritaron James, Lunático Mayor y Edgar
Bones, lo demás no sabían que decir, es que era inverosímil que tres niños de
once años se metieran en semejantes problemas. Lily, Arthur y Molly estaban
ligeramente pálidos, se intentaban aferrar a la idea de que sus hijos estaban
presentes de diecinueve años por lo que no les paso nada mortal debajo de esa
trampilla, pero no es tan fácil leer que tus hijos van a hacer semejante
locura.
- Vera señor Bones, en realidad
Hermione ya tenía doce para esos meses, ella cumple años el diecinueve de
septiembre – Eso sorprendió a varios, si Hermione hubiera nacido veinte días
antes probablemente no hubiera sido amiga de los chicos.
- No te pases de listo Ronald Weasley
- le reprendió Molly haciendo que el pelirrojo se callara de inmediato.
- Si cumples tres semanas después de
ingresar al colegio... - decía Alice - eso quiere decir que tus doce años la
pasaste sola - le preguntaba a la castaña,
- Algo así - dijo esta con una mueca -
pero fue el único cumpleaños que estuve sola, después tuve a este par de
alcornoques que tanto quiero - termino abrazando a sus amigos que en vez de
sentir miedo por la reacción de sus padres sintieron culpa. Ese pequeño gesto
aminoro los ánimos.
Ted decidió empezar a leer.
En años
venideros, Harry nunca pudo recordar cómo se las había arreglado para hacer sus
exámenes, cuando una parte de él esperaba que Voldemort entrara por la puerta
en cualquier momento.
- Definitivamente no es un pensamiento
agradable - dijo Dora, que intentaba relajar a Remus acariciando su brazo “es
que él no nos contó las tantas locuras que hizo” le decía.
Sin embargo, los
días pasaban y no había dudas de que Fluffy seguía bien y con vida, detrás de
la puerta cerrada.
- Nos acercábamos regularmente al
tercer piso - dijo con una sonrisa de oreja a oreja Ron.
- Comadreja no sé si eres masoquista o
idiota -
- Las dos - dijeron los amigos del
rabanito en insolación mejor conocido como Ron, el cual los miró feo. Sus
madres se los querían comer con la mirada, pero ellos las ignoraron
olímpicamente, esperaban que sus papás pudieran tranquilizarlas un poco.
Hacía mucho calor,
en especial en el aula grande donde se examinaban por escrito. Les habían
entregado plumas nuevas, especiales, que habían sido hechizadas con un
encantamiento anti trampa.
- Ahora que los conozco a los tres,
pienso que eso podría haber sido culpa de ustedes - decía Fred señalando a los
merodeadores. Los cuales sonrieron burlones, incluso los Lunáticos.
- No te vamos a negar que si nos
copiábamos en los exámenes - dijo Cornamenta
- Era para evitar la fatiga - añadió
Mini Canuto
- Pero nunca nos descubrieron - aclaro
Sirius
- ¿Entonces? - peguntaron al unísono
casi todos los del futuro.
- Creo que debería culpar a sus tíos
joven Weasley, ellos fueron quienes intentaron copiar en sus TIMOS de quinto
año - explico McGonagall
Los del futuro miraron mal a las copias
Prewett que sonreían dando a entender que no se arrepentían de nada.
También tenían
exámenes prácticos. El profesor Flitwick los llamó uno a uno al aula, para ver
si podían hacer que una piña bailara claqué encima del escritorio. La profesora
McGonagall los observó mientras convertían un ratón en una caja de rapé.
Ganaban puntos las cajas más bonitas, pero los perdían si tenían bigotes.
Los
profesores de ambas materias asentían con la cabeza.
Snape los puso
nerviosos a todos, respirando sobre sus nucas mientras trataban de recordar
cómo hacer una poción para olvidar.
- ¿No se te
ocurrió algo mejor Severus? – le preguntaba Regulus con burla recibiendo un
rotundo cállate del enemigo número
uno de James.
Harry lo hizo
todo lo mejor que pudo, tratando de hacer caso omiso de las punzadas que sentía
en la frente, un dolor que le molestaba desde la noche que había estado en el
bosque.
- Ah claro,
lo bueno es que solo te había dolido un poco… - refunfuñaba Ron.
- Ya Ron, supéralo…
ni que hubiera sido para tanto – Harry intentaba que su mejor amigo, cuñado y
futuro compadre olvidara su berrinche.
- Ves Remus,
si a sus mejores amigos les endulzo las cosas que le pasaron que podíamos
esperar nosotros – decía Sirius con dramatismo.
Neville pensaba
que Harry era un caso grave de nerviosismo, porque no podía dormir por las
noches. Pero la verdad era que Harry se despertaba por culpa de su vieja
pesadilla, que se había vuelto peor, porque la figura encapuchada aparecía
chorreando sangre.
- Oh por
Merlín… esa no es la imagen que deba de tener un niño – decía Dorea en modo
abuela preocupada a todo lo que da.
Tal vez porque
ellos no habían visto lo que Harry vio en el bosque, o porque no tenían
cicatrices ardientes en la frente, Ron y Hermione no parecían tan preocupados
por la Piedra como Harry. La idea de Voldemort los atemorizaba, desde luego,
pero no los visitaba en sueños y estaban tan ocupados repasando que no les
quedaba tiempo para inquietarse por lo que Snape o algún otro estuvieran
tramando.
Los
mencionados miraron a Harry de forma indignada. – Estábamos preocupados Harry,
solo que intentábamos no agobiarte – explicaba Hermione, - mas bien nos
preocupábamos por ti. Ron asentía a lo dicho por la castaña
El último examen
era Historia de la Magia. Una hora respondiendo preguntas sobre viejos magos
chiflados que habían inventado calderos que revolvían su contenido, y estarían
libres, libres durante toda una maravillosa semana, hasta que recibieran los
resultados de los exámenes.
- Que espero
hayan sido resultados decentes – decía Molly, por la expresión de Lily Harry
supo que su mamá estaba de acuerdo con su suegra.
- Pues yo
por lo menos nunca he sacado un T – dijo con orgullo Ron
- Con estos
amigos para que quiero a Voldemort – refunfuñaba Harry al ver que su mamá lo veía
con expresión de querer matarlo, bien linda Lily.
Cuando el fantasma
del profesor Binns les dijo que dejaran sus plumas y enrollaran sus pergaminos,
Harry no pudo dejar de alegrarse con el resto.
—Esto ha sido
mucho más fácil de lo que pensé —dijo Hermione, cuando se reunieron con los
demás en el parque soleado—. No necesitaba haber estudiado el Código de Conducta de los Hombres Lobo de
1637 o el levantamiento de Elfrico el Vehemente.
- Por favor
hija perdida de Lunático, no te pongas a repasar los exámenes – suplicaba James
- A demás,
esos no son temas de primero Hermione – le decía Lily
- Los
estudié porque me parecieron interesantes –
- Hermione…
estuvimos a punto de estudiar algo que no era de nuestro curso – le medio reclamaba
Harry
-Bueno, si
pusieran atención en clases se hubieran dado cuenta – zanjo el tema la castaña
- No podemos
argumentar nada ante esa lógica – dijeron los gemelos Weasley al unísono.
A Hermione
siempre le gustaba volver a repetir los exámenes, pero Ron dijo que iba a
ponerse malo, así que se fueron hacia el lago y se dejaron caer bajo un árbol. Los gemelos Weasley y Lee Jordan se
dedicaban a pinchar los tentáculos de un calamar gigante que tomaba el sol en
la orilla.
Hagrid miro
mal a los gemelos por, según él, maltratar de una forma tan cruel al pobre
calamar.
—Basta de repasos
—suspiró aliviado Ron, estirándose en la hierba—. Puedes alegrarte un poco,
Harry, aún falta una semana para que sepamos lo mal que nos fue, no hace falta
preocuparse ahora.
Ron ignoro
la mirada de reproche de su madre mientras que Arthur pensaba en que iba a ser
un milagro si su pobre hijo llegara vivo al finalizar las lecturas.
Harry se frotaba
la frente.
- Tranquilo,
solo debe ser un ligero dolor – continuaba reprochándole Ron, Harry lo miró con
un expresión de “no me simpatizas”.
—¡Me gustaría
saber qué significa esto! —estalló enfadado—. Mi cicatriz sigue doliéndome. Me
ha sucedido antes, pero nunca tanto tiempo seguido como ahora.
—Ve a ver a la
señora Pomfrey —sugirió Hermione.
—No estoy enfermo
—dijo Harry—. Creo que es un aviso... significa que se acerca el peligro...
- ¡ALERTA
PERMANENTE! – gritó Ojo Loco provocando que media sala lo mirara mal pero nadie
se atrevió a decirle nada. Canuto estuvo a punto de hacerlo pero una mirada de
Marlenne le hizo saber que no sería buena idea.
—Harry, relájate,
Hermione tiene razón, la Piedra está segura mientras Dumbledore esté aquí. De
todos modos, nunca hemos tenido pruebas de que Snape encontrara la forma de
burlar a Fluffy. Casi le arrancó la pierna una vez, no va a
intentarlo de nuevo. Y…
Ted detuvo
un segundo la lectura – lo siento pero es que esto es muy gracioso – explico
ante la mirada de los demás.
… y Neville
jugará al quidditch en el equipo de Inglaterra antes de que
Hagrid traicione a Dumbledore.
Esto causo
varias risas en la sala mientras Ron le lanzaba una mirada de disculpas a
Neville.
- Los buenos
en quidditch de nuestro curso y casa solo son tú y Harry, a mi déjame con mis
plantitas – lo dijo de tal tono que enterneció muchísimo a Hannah
Harry asintió,
pero no pudo evitar la furtiva sensación de que se había olvidado de hacer
algo, algo importante.
- Estas tan
cuerdo como yo Harry – le dijo cierta chica rubia.
Cuando trató de
explicarlo, Hermione dijo:
- Seguro lo
relaciona con los exámenes – aseguro Mini Sirius
—Eso son los
exámenes. Yo me desperté anoche y estuve a punto de mirar mis apuntes de
Transformación, cuando me acordé de que ya habíamos hecho ese examen.
Sirius
comenzó a reír junto con su mini, McGonagall se sentía orgullosa por su futura alumna.
Pero Harry estaba
seguro de que aquella sensación inquietante nada tenía que ver con los
exámenes. Vio una lechuza que volaba hacia el colegio, por el brillante cielo
azul, con una nota en el pico. Hagrid era el único que le había enviado cartas.
- Eso te
deprime en un dos por tres – murmuró Marlenne
- Cuando
vayas a Hogwarts te enviare cartas diario ahijado de mi corazón – decía
dramáticamente Canuto mientras Cornamenta se limpiaba una falsa lagrima y le
decía a Lily – ya ves que va a ser un buen padrino –
- El mejor –
susurraba Harry pero solo Ginny lo escucho y le apretó su mano para apoyarlo.
Hagrid nunca
traicionaría a Dumbledore.
- Pero por
supuesto que no, nunca lo haría – afirmaba el semigigante
Hagrid nunca le
diría a nadie cómo pasar ante Fluffy...
nunca... Pero...
- Y aquí es
donde te das cuenta de algo – dijo Edgar
Harry,
súbitamente, se puso de pie de un salto.
—¿Adónde vas?
—preguntó Ron con aire soñoliento.
Regulus
sonrió de repente sin que casi nadie lo notara, quiso bromear diciendo “a
terminar el libro” pero mejor se guardó la broma, no noto que cierta bruja se
había quedado como boba viendo su sonrisa.
—Acabo de pensar
en algo —dijo Harry. Se había puesto pálido—. Tenemos que ir a ver a Hagrid
ahora.
La mayoría
se puso expectante…
—¿Por qué?
—suspiró Hermione, levantándose.
—¿No os parece un
poco raro —dijo Harry, subiendo por la colina cubierta de hierba— que lo que
más deseara Hagrid fuera un dragón, y que de pronto aparezca un desconocido que
casualmente tiene un huevo en el bolsillo? ¿Cuánta gente anda por ahí con
huevos de dragón, que están prohibidos por las leyes de los magos? Qué suerte
tuvo al encontrar a Hagrid, ¿verdad? ¿Por qué no se me ocurrió antes?
Ahora todos en la sala comprendían las
palabras de Dorcas y Regulus que eran quienes habían llegado a esa conclusión
cuando apareció por primera vez Norberto en la lectura.
- Para tener once años te diste cuenta
rápido muchacho – decía Alastor con cierto tono de orgullo, algo le decía a
Lily que Ojo loco ya había puesto en su mira a Harry para su cuerpo de aurores.
— ¿En qué estás
pensando? —preguntó Ron, pero Harry echó a correr por los terrenos que iban
hacia el bosque, sin contestarle.
- Eso es
algo que con el tiempo aprendes a vivir – dijo Ron
- Es como
Hermione, sus dudas y la biblioteca – Hermione le dio un manotazo a Harry.
Hagrid estaba
sentado en un sillón, fuera de la casa, con los pantalones y las mangas de la
camisa arremangados, y desgranaba guisantes en un gran recipiente.
—Hola —dijo
sonriente—. ¿Habéis terminado los exámenes? ¿Tenéis tiempo para beber algo?
—Sí, por favor
—dijo Ron, pero Harry lo interrumpió.
Herms le dio
un zape a Ron – Lo siento Ronald, pero ese día me quedé con las ganas – se
excusó la chica.
- Oh
sobrinita… eso sonó tan pero taan mal – decía Gideon, muchos en la sala se
rieron por la cara roja de Hermione, incluso Fabian dijo – mira copia mía, se
sonroja como Weasley - Los merodeadores y gemelos Weasley se reían de la pobre
Hermione que se escondía en el pecho de Ron.
Ted continuó
leyendo para que dejaran de avergonzar a la pobre chica.
—No, tenemos
prisa, Hagrid, pero tengo que preguntarte algo ¿Te acuerdas de la noche en que
ganaste a Norberto? ¿Cómo era el desconocido con el que jugaste a las
cartas?
—No lo sé —dijo
Hagrid sin darle importancia—. No se quitó la capa.
- Bueno, eso
es completamente normal en ese bar – decía Hestia - a ese lugar solo va gente de mala pinta.
- O
estudiantes reprimidos por una vieja bruja cara de sapo – dijo Sirius pero solo
los del futuro lo entendieron.
Vio que los tres
chicos lo miraban asombrados y levantó las cejas.
—No es tan
inusual, hay mucha gente rara en el Cabeza de Puerco, el bar de la aldea.
Podría ser un traficante de dragones, ¿no? No llegué a verle la cara porque no
se quitó la capucha.
Harry se dejó
caer cerca del recipiente de los guisantes.
- Y de esa
forma es como se hundieron sus esperanzas – dramatizaba Canuto pero nadie le
hacía caso.
—¿De qué hablaste
con él, Hagrid? ¿Mencionaste Hogwarts?
—Puede ser —dijo
Hagrid, con rostro ceñudo, tratando de recordar—. Sí... Me preguntó qué hacía y
le dije que era guardabosques aquí... Me preguntó de qué tipo de animales me
ocupaba... se lo expliqué... y le conté que siempre había querido tener un
dragón... y luego... no puedo recordarlo bien, porque me invitó a muchas copas.
El nivel de
vergüenza de Hagrid era tan grande como su tamaño, no paraba de repetir que
nunca volvería a tomar y de murmurar que Dumbledore lo debería echar del
colegio.
- Si es lo
que pienso Hagrid, no tienes de que avergonzarte – dijo Albus confundiendo a un
más a los demás. Ojo Loco estaba exasperado, necesitaba más detalles
Déjame ver... ah
sí, me dijo que tenía el huevo de dragón y que podía jugarlo a las cartas si yo
quería... pero que tenía que estar seguro de que iba a poder con él, no quería
dejarlo en cualquier lado... Así que le dije que, después de Fluffy,
un dragón era algo fácil.
- Eso es
justamente lo que quería – decía Charlus con pesar.
—¿Y él... pareció
interesado en Fluffy? —preguntó Harry, tratando de conservar la
calma.
- Pues ni
tanto compañero, tenías cara de querer lanzarte de la torre de astronomía – le
dijo Ron
- No es para
menos, ustedes están descubriendo muchas cosas pero no dejan de ser un trio de
niños de primer año que saben más de lo que deberían, y, al ser su primer año
en el colegio no saben en quien confiar porque tendrían que dar muchas
explicaciones ya que se supone que no deben saber esas cosas. – decía Lily
aunque solo unos cuantos le entendieron.
- En pocas palabras
siente impotencia, la situación los supera – resumió Alice
—Bueno... sí...
es normal. ¿Cuántos perros con tres cabezas has visto? Entonces le dije
que Fluffy era buenísimo si uno sabía calmarlo: tocando música
se dormía en seguida...
La expresión
de todos fue llevarse la mano a la frente al estilo facepalm. – Es todo, Quirrel sabe cómo pasar al perro – dijo Frank
- Pero aun
no estamos seguros de que sea Quirrell… -
- Snape no
es cariño, tiene que ser Quirrell – casi toda la sala quería que eso fuera
cierto ya que si no se comerían vivo a Snape.
De pronto Hagrid
pareció horrorizado.
—¡No debí decir
eso! —estalló—. ¡Olvidad que lo dije! Eh... ¿adónde vais?
- Tienen que
hablarlo con un profesor – decía Hestia
- No, tienen
que ir directo con Albus, ningún profesor los tomara en serio – los profesores
presentes estuvieron de acuerdo con Alastor
- No debemos
subestimar a los niños – decía el director.
Harry, Ron y
Hermione no se hablaron hasta llegar al vestíbulo de entrada, que parecía frío
y sombrío, después de haber estado en el parque.
—Tenemos que ir a
ver a Dumbledore — dijo Harry—. Hagrid le dijo al desconocido cómo pasar
ante Fluffy, y sólo podía ser Snape o Voldemort, debajo de la
capa... No fue difícil, después de emborrachar a Hagrid. Sólo espero que
Dumbledore nos crea. Firenze nos respaldará, si Bane no lo detiene. ¿Dónde está
el despacho de Dumbledore?
- Casi fin
de año y no lo sabes – decía horrorizado James, los bromistas de la sala tenían
la misma expresión que él.
- Casi
prefiero que seas más como tu padre para que sepas esas cosas – dijo Lily
Miraron
alrededor, como si esperaran que alguna señal se lo indicara. Nunca les habían
dicho dónde vivía Dumbledore, ni conocían a nadie a quien hubieran enviado a
verlo.
- Y eso en qué
lugar nos deja enano con gafas – le reclamo Fred señalándose a el mismo y a su
fotocopia.
- Me duele
aun ms que nuestro hermanito no pensara en nosotros – se lamentaba George limpiándose
una lagrima que se veía muy real pero que solo Merlín sabe de donde salió.
—Tendremos que...
—empezó a decir Harry pero súbitamente una voz cruzó el vestíbulo.
—¿Qué estáis
haciendo los tres aquí dentro?
Era la profesora
McGonagall, que llevaba muchos libros.
- Me temo
que yo no seré de mucha ayuda – decía la profesora y todos estuvieron de
acuerdo.
—Queremos ver al
profesor Dumbledore —dijo Hermione con valentía, según les pareció a Ron y
Harry.
—¿Ver al profesor
Dumbledore? —repitió la profesora, como si pensara que era algo inverosímil—.
¿Por qué?
Harry tragó: «¿Y
ahora qué?».
“No le va a
creer, no le va a creer” murmuraban muchos.
—Es algo secreto
—dijo, pero de inmediato deseó no haberlo hecho, porque la profesora McGonagall
se enfadó.
- Bueno,
recientemente a dos de ustedes los había encontrado a la una de la madrugada
vagabundeando en el castillo, es lógico que se enfade tan rápido. – decía la
profe de Herbologia.
—El profesor
Dumbledore se fue hace diez minutos —dijo con frialdad—. Recibió una lechuza urgente del ministro
de Magia y salió volando para Londres de inmediato.
- Debió ser
la nota que llevaba la lechuza que viste en el patio – susurro Dorcas
- Amo los
detalles de estos libros – dijo Charlus
—¿Se fue?
—preguntó Harry con aire desesperado—. ¿Ahora?
—El profesor
Dumbledore es un gran mago, Potter, y tiene muchos compromisos...
—Pero esto es
importante.
—¿Algo que tú
tienes que decir es más importante que el ministro de Magia, Potter?
- Estoy
completamente seguro de que es una trampa – dijo Bill a lo que muchos esuvieron
de acuerdo.
- Solo
quiegen sacaglo del colegio – decía Fleur.
—Mire —dijo Harry
dejando de lado toda precaución—, profesora, se trata de la Piedra Filosofal...
- Se lo
dijiste sin anestesia Harry, la va a sorprender pero aun así no te va a creer –
le dijo Percy.
Fue evidente que
la profesora McGonagall no esperaba aquello. Los libros que llevaba se
deslizaron al suelo y no se molestó en recogerlos.
—¿Cómo es que
sabes...? —farfulló.
—Profesora,
creo... sé... que Sna... que alguien va a tratar de robar la Piedra. Tengo que
hablar con el profesor Dumbledore.
La profesora lo miró
entre impresionada y suspicaz.
—El profesor
Dumbledore regresará mañana —dijo finalmente—. No sé cómo habéis descubierto lo
de la Piedra, pero quedaos tranquilos. Nadie puede robarla, está demasiado bien
protegida.
“Pues ni tanto, para que tres niños de primero pasaran las pruebas…”
pensaba Draco
—Pero
profesora...
—Harry sé de lo
que estoy hablando — dijo en tono cortante. Se inclinó y recogió sus libros—.
Os sugiero que salgáis y disfrutéis del sol.
- Sí que te
aprecia Harry, te ha llamado por tu nombre – dijo Hestia, Harry le sonrió a su
profesora.
Pero no lo
hicieron.
- Era de
esperarse – decía una muy frustrada Lily
—Será esta noche
—dijo Harry una vez que se aseguraron de que la profesora McGonagall no podía
oírlos—. Snape pasará por la trampilla esta noche. Ya ha descubierto todo lo
que necesitaba saber y ahora ha conseguido quitar de en medio a Dumbledore. Él
envió esa nota, seguro que el ministro de Magia tendrá una verdadera sorpresa
cuando aparezca Dumbledore.
—Pero ¿qué
podemos...?
Hermione tosió.
Harry y Ron se volvieron. Snape estaba allí.
- Justo lo
que faltaba – decía Astoria - tienen la peor suerte del mundo.
—Buenas tardes
—dijo amablemente.
Lo miraron sin
decir nada.
—No deberíais
estar dentro en un día así —dijo con una rara sonrisa torcida.
- Es la
sonrisa que pone cuando va a bajar puntos a nuestra honorable casa – decían con
pesar los gemelos provocando una que otra risa en la sala y un sentimiento de
los leones del futuro.
—Nosotros...
—comenzó Harry, sin idea de lo que diría.
- Hijo en
serio tendré que enseñarte a idear excusas – a Lily eso no le gustó mucho.
—Debéis ser más
cuidadosos —dijo Snape—. Si os ven andando por aquí, pueden pensar que vais a
hacer alguna cosa mala. Y Gryffindor no puede perder más puntos, ¿no es cierto?
Lily le
mando una mirada matadora a Snape, definitivamente tenía una plática pendiente
con él.
Harry se
ruborizó. Se dieron media vuelta para irse, pero Snape los llamó.
—Ten cuidado,
Potter, otra noche de vagabundeos y yo personalmente me encargaré de que te
expulsen. Que pases un buen día.
- Solo dos
personas podrían expulsar a Harry, y esos son el director y la jefa de su casa que
en este caso es Minnie así que suerte para la próxima – dijo Sirius, si las
miradas mataran Sirius ya estaría más que muerto.
Se alejó en
dirección a la sala de profesores. Una vez fuera, en la escalera de piedra,
Harry se volvió hacia sus amigos.
—Bueno, esto es
lo que tenemos que hacer —susurró con prisa—. Uno de nosotros tiene que vigilar
a Snape, esperar fuera de la sala de profesores y seguirlo si sale. Hermione,
mejor que eso lo hagas tú.
—¿Por qué yo?
- Creo que
es bastante obvio Hermione – dijo Tonks
—Es obvio
—intervino Ron—. Puedes fingir que estás esperando al profesor Flitwick, ya
sabes cómo —la imitó con voz aguda—: «Oh, profesor Flitwick, estoy tan
preocupada, creo que tengo mal la pregunta catorce b...».
Se escucharon varias risas en la sala, lo peor
es que Hermione pensaba que era algo muy obvio.
—Oh, cállate
—dijo Hermione, pero estuvo de acuerdo en ir a vigilar a Snape.
—Y nosotros
iremos a vigilar el pasillo del tercer piso —dijo Harry a Ron—. Vamos.
- No va a
funciooonaaar – canturreaba Canuto hasta que recibió un golpe de Mini Lunático.
Pero aquella
parte del plan no funcionó.
Canuto
sonrió con arrogancia mientras James lo miraba mal.
Tan pronto como
llegaron a la puerta que separaba a Fluffy del resto del
colegio, la profesora McGonagall apareció otra vez, salvo que ya había perdido
la paciencia.
- ¡Significa
peligro! – exclamaron Canuto y Cornamenta
- Y cada vez
se pone más y más complicado – decía con frustración Dorcas
—Supongo que
creeréis que sois los mejores para vencer todos los encantamientos —dijo con
rabia—. ¡Ya son suficientes tonterías! Si me entero de que habéis vuelto por
aquí, os quitaré otros cincuenta puntos para Gryffindor. ¡Sí, Weasley, de mi
propia casa!
- Creo que
en un futuro intentare escuchar un poco más a mis alumnos – decía la profesora
- Si nos
quiere favorecer en unas cuantas cositas tampoco estaría nada mal – dijeron los
gemelos al mismo tiempo.
- ¡Tampoco
abusen! – les grito Molly que estaba muy asustada y nerviosa.
Harry y Ron
regresaron a la sala común. Justo cuando Harry acababa de decir: «Al menos Hermione
está detrás de Snape», el retrato de la Dama Gorda se abrió y apareció la
muchacha.
- Pero como
es que todo vaya de mal en peor – decía Narcissa con frustración, completamente
metida en la lectura sorprendiendo a su hermana Andrómeda y a los dos Canutos.
—¡Lo siento,
Harry! —se quejó—. Snape apareció y me preguntó qué estaba haciendo, así que le
dije que esperaba al profesor Flitwick. Snape fue a buscarlo, yo tuve que irme
y no sé adónde habrá ido Snape.
- No les
queda otro remedio – decía Lily mientras se llevaba la mano a la frente con
frustración.
—Bueno, no queda
otro remedio, ¿verdad?
- Lo siento
mamá, pero no quería que Voldemort volviera – a pesar de todo Lily vio a su
hijo con orgullo.
Los otros dos lo
miraron asombrados. Estaba pálido y los ojos le brillaban.
Ginny
inconscientemente suspiró, solo Harry la escucho por lo que la abrazo aún más fuerte
mientras besaba su frente mientras le susurraba “mis ojos verdes como sapo en escabeche” ruborizando completamente
a la menor de los Weasley
—Iré esta noche y
trataré de llegar antes y conseguir la Piedra.
—¡Estás loco!
—dijo Ron.
—¡No puedes!
—dijo Hermione—. ¿Después de todo lo que han dicho Snape y McGonagall? ¡Te van
a expulsar!
- Niña
tienes que ordenar tus prioridades – le regañaba Alastor
- Sus
prioridades en ese momento deberían disfrutar los pocos días de colegio –
defendía McGonagall a la chica, casi todos estuvieron de acuerdo con ella.
—¿Y qué? —gritó
Harry
- Y
prepárense para un discurso moralista de Harry – dijo Ron
—¿No comprendéis?
¡Si Snape consigue la Piedra, es la vuelta de Voldemort! ¿No habéis oído cómo
eran las cosas cuando él trataba de apoderarse de todo?
Muchos
agacharon la cabeza ya que era lo que estaba pasando es esos momentos en su tiempo.
¡Ya no habrá
ningún colegio para que nos expulsen! ¡Lo destruirá o lo convertirá en un
colegio para las Artes Oscuras!
Aquello
horrorizo a casi todos.
- Mientras
Albus viva no pasara tal cosa – dijo Charlus
- Me temo
querido amigo, que no soy eterno – aquello llegó al corazón de los del futuro,
menos de Sirius que había muerto antes de ver caer a Dumbledore pero que al ver
la expresión de estos se imaginó lo peor. (Recuerden
que los del futuro que murieron, vienen de las épocas donde estaban con vida,
Sirius del 96, Remus, Tonks y Fred del 98 y los demás del 99)
¿No os dais
cuenta de que perder puntos ya no importa? ¿Creéis que él dejará que vosotros y
vuestras familias estéis tranquilos, si Gryffindor gana la copa de la casa?
- Ni
siquiera creo que deje que las casas de Hogwarts existan – dijo Regulus.
Si me atrapan
antes de que consiga la Piedra, bueno, tendré que volver con los Dursley y
esperar a que Voldemort me encuentre allí. Será sólo morir un poquito más tarde
de lo que debería haber muerto, porque nunca me pasaré al lado tenebroso.
- Hijo me
enorgulleces como no tienes idea pero me asusta que hables de la muerte como si
fuera cualquier cosa, tan a la ligera – le dijo James a lo que Lily y otros más
estuvieron de acuerdo.
Voy a entrar por
esa trampilla, esta noche, y nada de lo que digáis me detendrá. Voldemort mató
a mis padres, ¿lo recordáis?. Los miró
con furia.
Casi todos
miraban a Harry con orgullo, es que solo tenía once años. Por otra parte
seguían sin creer que James y Lily Potter hubieran muerto, era un trago
demasiado amargo para los más cercanos
La mirada
que le daban los padres de Harry eran de puro orgullo.
—Tienes razón,
Harry —dijo Hermione, casi sin voz.
- Después de
decirme todo eso prácticamente me dejo sin argumentos. – aceptó la castaña.
- Ni
siquiera intentaran detenerlo – murmuraba Molly.
- Más que
eso Molly, yo creo que lo van a acompañar, no creo que lo dejen ir solo – le
dijo Arthur mirando a su hijo y sus dos amigos.
—Voy a llevar la
capa invisible —dijo Harry—. Es una suerte haberla recuperado.
—Pero ¿nos
cubrirá a los tres? —preguntó Ron.
—¿A... nosotros
tres?
- ¡No pensaras que te dejaran ir solo!
– exclamó Sirius.
—Oh, vamos, ¿no
pensarás que te vamos a dejar ir solo?
Harry les
sonrió a sus amigos, agradecía infinitamente haberlos encontrado.
—Por supuesto que
no —dijo Hermione con voz enérgica—. ¿Cómo crees que vas a conseguir la Piedra
sin nosotros? Será mejor que vaya a buscar en mis libros, tiene que haber algo
que nos sirva...
- ¡Exacto.!
Como vas a conseguir la piedra sin Hermione – le decía Ginny, Ron la miro
indignado.
—Pero si nos
atrapan, también os expulsarán a vosotros.
- Después de
semejante discurso ordené mis prioridades – dijo Hermione
—No, si yo puedo
evitarlo —dijo Hermione con severidad—. Flitwick me dijo en secreto que en su
examen tengo ciento doce sobre cien. No me van a expulsar después de eso.
- Eso es
estupendo señorita Greanger – le aplaudía el profesor.
- Vaya, yo
solamente logre un ciento diez sobre cien – decía con asombro la pelirroja
favorita de James
- Hagamos énfasis en el solamente –
dijo Marlenne
- Pero señora Potter un ciento diez
también es bueno
Tras la cena, los
tres se sentaron en la sala común, lejos de todos. Nadie los molestó: después
de todo, ninguno de los de Gryffindor hablaba con Harry… los merodeadores
miraron mal a los Gryffindor del futuro…pero ésa fue la primera noche que no
le importó. Hermione revisaba sus apuntes, confiando en encontrar algunos de
los encantamientos que deberían conjurar.
- No creo
que lo aprendido en primer año sirva de mucho – murmuraba McGonagall.
- De hecho
creo que si tuvimos un poco de suerte – le tranquilizaba Herms recordando que
no tuvieron que derribar al troll.
Harry y Ron no
hablaban mucho. Ambos pensaban en lo que harían.
- A una
misión suicida – decía Lily con pesar.
- Le pedía a
Godric que no dejara que mi valentía flaqueara – decía Ron con dramatismo
causando la risa de muchos.
Poco a poco, la
sala se fue vaciando y todos se fueron a acostar.
—Será mejor que
vayas a buscar la capa —murmuró Ron, mientras Lee Jordan finalmente se iba,
bostezando y desperezándose. Harry corrió por las escaleras hasta su dormitorio
oscuro. Sacó la capa y entonces su mirada se fijó en la flauta que Hagrid le había regalado para Navidad. La
guardó para utilizarla con Fluffy: no tenía muchas ganas de
cantar...
- Y créeme
que no teníamos ganas de escuchart… ouch..!! – Harry le había pegado a Ron
Regresó a la sala
común.
—Es mejor que nos
pongamos la capa aquí y nos aseguremos de que nos cubra a los tres... si Filch
descubre a uno de nuestros pies andando solo por ahí...
- Más vale
que no los descubran aunque creo que… - Neville mejor se calló y les lanzo una
mirada de disculpas al trio.
—¿Qué vais a
hacer? —dijo una voz desde un rincón. Neville apareció detrás de un sillón,
aferrado al sapo Trevor, que parecía haber intentado otro viaje a
la libertad.
—Nada, Neville,
nada —dijo Harry, escondiendo la capa detrás de la espalda.
- Harry de
casualidad fue Hagrid el que te enseño a disimular – preguntaba Dorcas, los dos
mencionados se ruborizaron.
Neville observó
sus caras de culpabilidad.
Y ahora el
que tenía cara de culpabilidad era el
—Vais a salir de
nuevo —dijo.
—No, no, no —aseguró
Hermione—. No, no haremos nada. ¿Por qué no te vas a la cama, Neville?
Harry miró al
reloj de pie que había al lado de la puerta. No podían perder más tiempo, Snape
ya debía de estar haciendo dormir a Fluffy.
- De verdad
chicos lamento haberlos retrasado –
- No te
preocupes Nev, tú no podías saber lo que pasaba, a parte tu creías que estaban
haciéndole a la bobada, pensabas que solo querían vagabundear – le
tranquilizaba Lily
—No podéis iros
—insistió Neville—. Os volverán a atrapar. Gryffindor tendrá más problemas.
—Tú no lo
entiendes —dijo Harry—. Esto es importante.
- No creo
que te crea – dijo Hestia
Pero era evidente
que Neville haría algo desesperado.
- Tonto y
desesperado - dijo el chico con una sonrisa siendo abrazado con por su novia.
—No dejaré que lo
hagáis —dijo, corriendo a ponerse frente al agujero del retrato
—. ¡Voy... voy a
pelear con vosotros!
—¡Neville!
—estalló Ron—. ¡Apártate de ese agujero y no seas idiota!
—¡No me llames
idiota! —dijo Neville—. ¡No me parece bien que sigáis faltando a las reglas! ¡Y
tú fuiste el que me dijo que hiciera frente a la gente!
- Nadie sabe
para quién trabaja – decía Ted, Lucius quien había dormitado un poco asintió
con la cabeza estando de acuerdo – es un dicho muggle – informó Ted, Lucius
hizo una mueca rara causando la risa de su hijo.
—Sí, pero no a
nosotros —dijo irritado Ron—. Neville, no sabes lo que estás haciendo.
- Pues no,
no lo sabía -
Dio un paso hacia
Neville y el chico dejó caer al sapo Trevor, que desapareció de la
vista.
—¡Ven entonces,
intenta pegarme! —dijo Neville, levantando los puños—. ¡Estoy listo!
Frank y Alice no pudieron evitar
sentirse orgullosos por la valentía de su hijo, aunque no fuera el momento.
Harry se volvió
hacia Hermione.
- No sí, que
valiente Potter, recurrir a Grenger para enfrentar al Longbottom
- Solo
quería que razonara con él
- Creo que
te hubiera hecho más caso a ti – le confeso Nev.
- Además
Draco te recuerdo que tu ibas a todos lados con tus dos guardaespaldas Crabbe y
Goyle.
- Pero la valentía
no es característica de nuestra casa Tori.
—Haz algo —dijo
desesperado.
Hermione dio un
paso adelante.
—Neville —dijo—,
de verdad, siento mucho, mucho, esto.
Levantó la varita.
- ¡Lo vas a
hechizar! – exclamó Augusta
- Tranquila
mamá, no creo que le lance un hechizo tan grave – intentaba razonar Frank,
Neville se reía, su abuela a veces exageraba las cosas
—¡Petrificus
totalus! —gritó, señalando a Neville.
- De verdad
que lo siento mucho Neville – el chico hizo un ademan con la mano para restarle
importancia
Los brazos de
Neville se pegaron a su cuerpo. Sus piernas se juntaron. Todo el cuerpo se le
puso rígido, se balanceó y luego cayó bocabajo, rígido como un tronco. Hermione
corrió a darle la vuelta. Neville tenía la mandíbula rígida y no podía hablar.
Sólo sus ojos se movían, mirándolos horrorizado.
—¿Qué le has
hecho? —susurró Harry.
—Es la
Inmovilización Total —dijo Hermione angustiada—. Oh, Neville, lo siento
tanto...
—Lo comprenderás
después, Neville —dijo Ron, mientras se alejaban para cubrirse con la capa
invisible.
- Y a todo
esto… ¿quién te encontró Neville?
- Fui yo Ron
– dijo Percy - no sé porque pero baje a la sala común y lo encontré así, supuse
que alguien le había hecho una broma, pero él no me dijo nada.
- Si bueno,
no inspirabas nada de confianza, además me aferre a la esperanza de que no se
metieran en líos.
Leyeron como
se encontraron a la gata de Filch y la mayoría no podía creer que no le hayan
dado una patada.
-
Oportunidades así no se presentan tan seguido hijo mío – decía James, la
mayoría de los que habían ido a Hogwarts odiaban a esa gata y estuvieron de
acuerdo con él.
No se encontraron
con nadie más, hasta que llegaron a la escalera que iba al tercer piso. Peeves
estaba flotando a mitad de camino, aflojando la alfombra para que la gente
tropezara.
—¿Quién anda por
ahí? —dijo súbitamente, mientras subían hacia él. Entornó sus malignos ojos
negros—. Sé que estáis aquí, aunque no pueda veros. ¿Aparecidos, fantasmas o
estudiantillos detestables?
- Oh… creo
que nos recuerda – decía Canuto limpiándose una falsa lagrima.
- Mejor
Peeves que usted Minnie – reprochaba James a la profesora que rodo los ojos por
las actitudes de su exalumno.
Se elevó en el
aire y flotó, mirándolos de soslayo.
—Llamaré a Filch,
debo hacerlo, si algo anda por ahí y es invisible.
Harry tuvo
súbitamente una idea.
- Y esas son
las que funcionan – dijo Lunático
—Peeves —dijo en
un ronco susurró—, el Barón Sanguinario tiene sus propias razones para ser
invisible.
Inserten
meme de Pikachu en la mayoría de los de la sala.
- Debo
admitir que es una idea fantástica, no se me hubiera ocurrido – decía Remus
- Oh Harry,
te has ganado nuestra bendición para que puedas tener a nuestra hermanita – le
informaron los gemelos Weasley
- ¡No
necesito su bendición! – les gritaba Ginny mientras Harry intentaba calmarla.
Peeves casi se
cayó del aire de la impresión. Se sostuvo a tiempo y quedó a unos centímetros
de la escalera.
—Lo siento mucho,
sanguinaria señoría —dijo en tono meloso—. Fue por mi culpa, ha sido una
equivocación... no lo vi... por supuesto que no, usted es invisible, perdone al
viejo Peeves por su broma, señor.
—Tengo asuntos
aquí, Peeves —gruñó Harry—. Manténte lejos de este lugar esta noche.
Bill y
Charlie se miraron entre ellos – también tienes nuestra bendición Harry – le
dijo Bill para luego soltar una carcajada por la mirada que le mando su
hermana.
- ¡Porque a él
no le gritas! – le reclamaron los gemelos
- Porque es
Bill – zanjo el tema la pelirroja de Harry, claro, era su hermano mayor y no le
convenía perder su puesto de favorita. Bill le sonrió con arrogancia a las
fotocopias. Ted continúo leyendo.
—Lo haré,
señoría, desde luego que lo haré —dijo Peeves, elevándose otra vez en el aire—.
Espero que los asuntos del señor barón salgan a pedir de boca, yo no lo
molestaré.
Y desapareció.
—¡Genial, Harry!
—susurró Ron.
- Mas te
vale que no digas nada Ronald – le amenazo Ginny
- Prácticamente fue el primero en
aprobarlo – le susurro Harry a Ginny, ambos recordando ese primer y glorioso
beso en la sala común de Gryffindor después de ganar la copa de quidditch. Beso
que la escritora hubiera querido ver en la película.
Unos pocos
segundos más tarde estaban allí, en el pasillo del tercer piso. La puerta ya
estaba entreabierta.
—Bueno, ya lo
veis —dijo Harry con calma—. Snape ya ha pasado ante Fluffy.
- Esto no me
gusta, no tendrían que ir – decía Lily.
Ver la puerta
abierta les hizo tomar plena conciencia de aquello a lo que tenían que
enfrentarse.
Varias
miradas se dirigieron al trio, es que solo tenían once y doce años.
Por debajo de la
capa, Harry se volvió hacia los otros dos.
- Mejor
ahórratelo Harry – le dijeron los Prewett
Harry se
encogió de hombros - tenía que intentarlo -
—Si queréis
regresar, no os lo reprocharé —dijo—. Podéis llevaros la capa, no la voy a
necesitar.
—No seas estúpido
—dijo Ron.
—Vamos contigo
—dijo Hermione.
- Ustedes
los Gryffindors y su lealtad a ciegas junto con esa valentía innecesaria –
refunfuñaba Regulus
- Así somos
los leones, tómalo o déjalo –
- Lo tomo
Meadowes – inserte grito fangirl de Malene, Alice, Lily e incluso de Hestia.
Harry empujó la
puerta.
Cuando la puerta
crujió, oyeron unos gruñidos. Los tres hocicos del perro olfateaban en dirección
a ellos, aunque no podía verlos.
—¿Qué tiene en
los pies? —susurró Hermione.
—Parece un arpa
—dijo Ron—. Snape debe de haberla dejado ahí.
Snape rodaba
los ojos, en serio creían que el intentaría algo así bajo las narices de
Dumbledore.
—Debe despertarse
en el momento en que se deja de tocar —dijo Harry—. Bueno, empecemos...
Se llevó a los
labios la flauta de Hagrid y sopló. No era exactamente una melodía, pero desde
la primera nota los ojos de la bestia comenzaron a cerrarse. Harry casi ni
respiraba. Poco a poco, los gruñidos se fueron apagando, se balanceó, cayó de
rodillas y luego se derrumbó en el suelo, profundamente dormido.
La mayoría
suspiraron, un peligro menos del que preocuparse.
- Bueno
Hagrid, tu regalo sirvió de algo – le dijo el profesor Flitwick al semigigante
que estaba todo cabizbajo culpándose de lo que ocurría.
—Sigue tocando
—advirtió Ron a Harry, mientras salía de la capa y se arrastraba hasta la
trampilla. Podía sentir la respiración caliente y olorosa del perro, mientras
se aproximaba a las gigantescas cabezas.
- Podías
ahorrarte los detalles hijo -
—Creo que podemos
abrir la trampilla —dijo Ron, espiando por encima del lomo del perro—. ¿Quieres
ir delante, Hermione?
- ¿Y esa es
la caballerosidad de un Gryffindor? – preguntaba con sorna Draco a lo que Ron
le lanzaba cuchillos con la mirada.
- Es que no
hay forma de defenderte Ron – le decía Charlie – yo que tú lo dejaba Herms –
eso no le gustó al pelirrojo
– Me lo
pensaré – Ron la miró indignado mientras
sus hermanos se reían.
- ¡Oh…
cierren la boca!- les exigió Ron.
—¡No, no quiero!
—Muy bien. —Ron
apretó los dientes y anduvo con cuidado sobre las patas del perro. Se inclinó y
tiró de la argolla de la trampilla, que se levantó y abrió.
—¿Qué puedes ver?
—preguntó Hermione con ansiedad.
—Nada... sólo
oscuridad... no hay forma de bajar, hay que dejarse caer.
Los nervios
de los lectores volvieron – y encima hay que dejarse caer, sin saber qué es lo
que hay debajo – decía Arthur con nerviosismo
- Una cosa
es segura, no habrá nada bueno, se supone que es para que no intenten robar la
dichosa piedra – dijo Alastor casi casi refunfuñando, él ya quería llegar a
donde se revelaba todo.
Harry, que seguía
tocando la flauta, hizo un gesto para llamar la atención de Ron y se señaló a
sí mismo.
- Y siempre
tú – decía Ginny con un poco de temor, ella confiaba en su novio, sabía lo que
habían hecho en todos esos años porque Harry se lo había contado pero algo le
decía que tal y como el dolor de la cicatriz Harry se había ahorrado muchos
detalles. Harry la abrazó.
—¿Quieres ir
primero? ¿Estás seguro? —dijo Ron—. No sé cómo es de profundo ese lugar. Dale
la flauta a Hermione, para que pueda seguir haciéndolo dormir. Harry le entregó
la flauta y, en esos segundos de silencio, el perro gruñó y se estiró, pero en
cuanto Hermione comenzó a tocar volvió a su sueño profundo.
- Ni se te
ocurra dejar de tocar Hermione – le suplicaba Hannah que estaba muy nerviosa,
tanto como los del pasado aun cuando ella ya sabía a medias como había
resultado todo.
Harry se acercó y
miró hacia abajo. No se veía el fondo. Se descolgó por la abertura y quedó
suspendido de los dedos.
- ¿Así sin
más… solo te vas a dejar caer sin saber lo que hay abajo o que tan profunda es
la caída? –
- Bueno
Percy, no había otra forma de bajar
- Pero es
arriesgado –
- Por eso
fui yo primero – y eso dejo callados a todos.
Miró a Ron y
dijo: —Si algo me sucede, no sigáis. Id
directamente a la lechucería y enviad a Hedwig a Dumbledore.
¿De acuerdo?
La abuela
Dorea se exalto – Eso debieron hacer desde un principio, desde que se enteraron
que se había ido con el ministro hasta la noche pasaron horas –
- La verdad
se me ocurrió en ese momento abuela.
—De acuerdo
—respondió Ron.
—Nos veremos en
un minuto, espero...
Y Harry se dejó
caer. Frío, aire húmedo mientras caía, caía, caía y... ¡PAF!
Lily sujeto
fuertemente la mano de James y volteó a ver a su Mini Harry, definitivamente no
creía aguantar todos los libros.
Aterrizó en algo
mullido, con un ruido suave y extraño. Se incorporó y miró alrededor, con ojos
desacostumbrados a la penumbra. Parecía que estaba sentado sobre una especie de
planta.
- Oh no –
exclamo la profesora Sprout, todos voltearon a verla - es que solo se me ocurre una planta que
pondría, si se tratara de detener un posible ladrón – eso no tranquilizaba a
nadie.
—¡Todo bien!
—gritó al cuadradito de luz del tamaño de un sello, que era la abertura de la
trampilla—. ¡Fue un aterrizaje suave, puedes saltar!
- ¿Es que no
tienes sentido común? En qué cabeza cabe – decía Hestia.
Ron lo siguió de
inmediato. Aterrizó al lado de Harry.
- Apenas un
año de conocerse y ya confían tanto uno del otro – decía Ginny, ambos chicos
chocaron los puños, aun sin entender cómo es que seguían vivos después de tanto.
—¿Qué es esta
cosa? —fueron sus primeras palabras.
—No sé, alguna
clase de planta. Supongo que está aquí para detener la caída. ¡Vamos, Hermione!
- Si lo sé,
eso suena muy estúpido – aceptó Harry, al ver que todos lo miraban con
expresión de “¿en serio?” – fue una
buena idea Profesora, aun soñamos con esa bendita planta.
- Hermione
sueña con madera – dijo Ron recibiendo un golpe de la castaña con un libro que sabrá
Morgan de donde había sacado. Harry intentaba aguantarse la risa.
La música lejana
se detuvo. Se oyó un fuerte ladrido, pero Hermione ya había saltado. Cayó al
otro lado de Harry.
—Debemos de estar
a kilómetros debajo del colegio —dijo la niña.
—Me alegro de que
esta planta esté aquí —dijo Ron.
—¿Te alegras?
—gritó Hermione—. ¡Miraos!
Todos
estaban expectantes a que describieran la planta, aunque sabían que no podía
ser nada bueno, Sprout, Alice y Neville estaban casi mordiéndose las uñas.
Hermione saltó y
chocó contra una pared húmeda. Tuvo que luchar porque, en el momento en que
cayó, la planta comenzó a extenderse como una serpiente para sujetarle los
tobillos. Harry y Ron, mientras tanto, ya tenían las piernas totalmente
cubiertas, sin que se hubieran dado cuenta.
- Es lazo
del diablo – dijo en un susurro Lunático, la mayoría al ya haber terminado sus
estudios sabían qué tipo de planta era.
- Es
peligrosa pero si se quedan quietos los liberará – explico la profesora de
Herbologia
- La verdad
dudo que se queden quietos – dijo Regulus
Hermione pudo
liberarse antes de que la planta la atrapara. En aquel momento miraba
horrorizada, mientras los chicos luchaban para quitarse la planta de encima,
pero mientras más luchaban, la planta los envolvía con más rapidez.
- Pues no
Black, no se quedan quietos – decía con frustración Dorcas.
—¡Dejad de
moveros! —ordenó Hermione—. Sé lo que es esto. ¡Es Lazo del Diablo!
- No creo
que a ellos les ayude saber el nombre de esa cosa Hermione – le dijo Ginny
—Oh, me alegro
mucho de saber cómo se llama, es de gran ayuda —gruñó Ron, tratando de evitar
que la planta trepara por su cuello.
Inconscientemente
Ron llevo una de sus manos a su cuello, - si no es una araña gigante es una
maldita planta – susurraba para que solo su amigo, hermana y novia lo escucharan
– y en unas cuantas líneas una pieza de ajedrez gigante – le recordó Hermione.
Ron hizo una mueca, su madre seguro se volvía loca.
—¡Calla, estoy
tratando de recordar cómo matarla! —dijo Hermione.
- Solo
necesitas luz, le gusta la oscuridad y la humedad Hermione – Alastor estaba de
acuerdo con el hijo de los Longbottom
- Bueno, es
fácil decirlo cuando ya tienes siete años más de experiencia con las plantas
Neville – el chico se sonrojo, aunque el tono de Hermione no había sonado a
Reproche
- Y cuando
estas sentado en una sala leyéndolo – añadió Luna como quien no quiere la cosa.
—¡Bueno, date
prisa, no puedo respirar! —jadeó Harry, mientras la planta le oprimía el pecho.
En el fondo
Lily, James, y ambos Sirius y Remus sabían que era un poco ridículo preocuparse
pero era inevitable, a pesar de tener a un Harry vivo frente a ellos.
- Aun no
ocurre y ya me siento culpable – se recriminaba la profesora jefa de Hufflepuff
- Bueno
profesora, usted que se va a imaginar que unos niños intentarían pasar esas
pruebas – la tranquilizaba Nymphadooooo digo… la tranquilizaba Tonks, si,
Tonks.
—Lazo del Diablo,
Lazo del Diablo... ¿Qué dijo la profesora Sprout?... Le gusta la oscuridad y la
humedad...
—¡Entonces
enciende un fuego! —dijo Harry.
Tanto Harry
como Ron se echaron a reír, Ted se aguantaba la risa ya que había leído la
línea que seguía, también Andrómeda que había dado una miradita a la página del
libro. Todos los miraban raro, excepto Hermione que tenía ganas de lanzarles la
maldición de los demonios que aprendió en el verano de su segundo año.
- Cuando se
calmen podrían contarnos el chiste – les reclamaba Draco
- No es
burla, es que es algo de lo que no nos acordábamos – dijo Harry
- Hasta
ahorita – completo Ron, cuando sus risas cesaron más por miedo a Hermione que
por otra cosa. Ted continuó leyendo.
—¡Entonces
enciende un fuego! —dijo Harry.
—Sí... por
supuesto... ¡pero no tengo madera! —gimió Hermione, retorciéndose las manos.
- ¡Pero si
eres una bruja! - exclamaron la mayoría, Hermione estaba entre avergonzada y
queriéndose reír, había sonado tan inocente.
- Sabes
Grenger, eres muy lista, pero parece que bajo presión…- Astoria dejo inconclusa
su frase, la mayoría estaban de acuerdo con ella
- ¡Aun así,
es una bruja!- exclamó Regulus.
- Una bruja
que ha vivido once años como una muggle, es de esperarse que en un año cambie
su forma de pensar - la justificaba Dorcas.
- Casi doce – corrigió Ron – Hermione
cumple años los 19 de septiembre.
- Exacto, cuando entre a Hogwarts estaba
a poco menos de tres semanas de cumplir los doce años – añadió la Herms – pero
el punto es que en ese momento no pensé en lo que dije – terminó diciendo con
una sonrisa.
- Pero para su tranquilidad me
atrevería a decir que fue la única vez que Hermione paso por eso – concluyo
Harry.
—¿TE HAS VUELTO
LOCA? — preguntó Ron —. ¿ERES UNA BRUJA O NO?
- Bueno, por
lo menos la defiendes siete años después – le animó Edgar
—¡Oh, de acuerdo!
—dijo Hermione. Agitó su varita, murmuró algo y envió a la planta unas llamas
azules como las que había utilizado con Snape. En segundos, los dos muchachos
sintieron que se aflojaban las ligaduras, mientras la planta se retiraba causa
de la luz y el calor. Retorciéndose y alejándose, se desprendió de sus cuerpos
y pudieron moverse.
Los que se
casi se comían las uñas de los nervios suspiraron de alivio.
- También
hubiera funcionado un Lumus solem –
explico la profesora Sprout como si estuvieran en un clase de Herbologia.
- O un Lumos máxima –
- Pero ese
se aprende en segundo año – explico Flitwick con su voz chillona
- Pego lo
más segugo es que Hegmione lo pudiega haceg, solo que simplemente no se le
ocuggio – Hermione le sonrió a una Fleur que era abrazada por Bill
- Pues sea
el hechizo que haya usado muchas gracias Hermione – le agradecieron tanto Lily
como Molly.
—Me alegro de que
hayas aprendido bien Herbología, Hermione —dijo Harry, mientras se acercaba a
la pared, secándose el sudor de la cara.
—Sí —dijo Ron—, y
yo me alegro de que Harry no pierda la cabeza en las crisis. Porque eso de «no
tengo madera»... francamente...
- Bien
pudiste hacerle caso y dejar de moverte – le recrimino Molly
- Llevamos
ocho años esperando que Ron le haga caso a Hermione –
- Pero
simplemente el chico no entiende mamá – le dijeron los gemelos.
—Por aquí —dijo
Harry, señalando un pasadizo de piedra que era el único camino.
Lo único que
podían oír, además de sus pasos, era el goteo del agua en las paredes. El
pasadizo bajaba oblicuamente y Harry se acordó de Gringotts. Con un
desagradable sobresalto, recordó a los dragones que decían que custodiaban las
cámaras, en el banco de los magos. Si encontraban un dragón, un dragón más
grande... Con Norberto ya habían tenido suficiente...
- Por favor
dime que no se enfrentaron a un dragón –
- No abuela,
tranquila – le respondió Harry, “no ese año” pensaron los del futuro.
—¿Oyes algo?
—susurró Ron. Harry escuchó. Un leve tintineo y un crujido, que parecían
proceder de delante.
—¿Crees que será
un fantasma?
—No lo sé... a mí
me parecen alas.
- ¿Alas? –
cuestionaron varios
- Si, alas…
es lo que está escrito – aclaro Ted
- No es
necesario, te creemos papá -
Llegaron hasta el
final del pasillo y vieron ante ellos una habitación brillantemente iluminada,
con el techo curvándose sobre ellos. Estaba llena de pajaritos brillantes que
volaban por toda la habitación. En el lado opuesto, había una pesada puerta de
madera.
- Esa debe
ser tu prueba Filius – le dijo el viejito manipulador digo, le dijo Albus al
profe de Encantamientos.
—¿Crees que nos
atacarán si cruzamos la habitación? —preguntó Ron.
- Pues si son
pajaritos brillantes piensa que te iba a servir de entrenamiento para sexto año.
- Cállate
Potter -
—Es probable
—contestó Harry—. No parecen muy malos, pero supongo que si se tiran todos
juntos... Bueno, no hay nada que hacer... voy a correr.
- ¿Pero es que tú te
escuchas? – le reclamaba Ginny
- Creo que
en ese momento no pensé que fueran tan grave.
- ¡Te paso
algo! –
- No mamá,
tranquila – Harry le guiño un ojo a su mamá y a ella eso se le hizo tan pero
tan Potter que sonrió como boba.
Respiró
profundamente, se cubrió la cara con los brazos y cruzó corriendo la
habitación. Esperaba sentir picos agudos y garras desgarrando su cuerpo, pero
no sucedió nada.
- Eso sono
tan retorcido – dijo George
- Es lo
mejor, uno siempre tiene que esperarse lo peor – refunfuñaba Moody
Alcanzó la puerta
sin que lo tocaran. Movió la manija, pero estaba cerrada con llave.
Los otros dos lo
imitaron. Tiraron y empujaron, pero la puerta no se movía, ni siquiera cuando
Hermione probó con su hechizo de Alohomora.
-
Definitivamente eso hubiera sido demasiado fácil – dijo el profesor más pequeño
—¿Y ahora qué
hacemos? —preguntó Ron.
—Esos pájaros...
no pueden estar sólo por decoración —dijo Hermione.
Observaron los
pájaros, que volaban sobre sus cabezas, brillando... ¿Brillando?
—¡No son pájaros!
—dijo de pronto Harry—. ¡Son llaves! Llaves aladas, mirad bien. Entonces eso
debe significar... —Miró alrededor de la habitación, mientras los otros
observaban la bandada de llaves—. Sí... mirad ahí. ¡Escobas! ¡Tenemos que
conseguir la llave de la puerta!
- Eso si es
tener la mejor suerte del mundo – dijo Astoria
- A ver
cuánto les dura –
- ¡Draco! -
—¡Pero hay
cientos de llaves!
Ron examinó la
cerradura de la puerta.
—Tenemos que
buscar una llave grande, antigua, de plata, probablemente, como la manija.
- Muy bien
Ronnie – dijeron los gemelos
Cada uno cogió
una escoba y de una patada estuvieron en el aire, remontándose entre la nube de
llaves. Trataban de atraparlas, pero las llaves hechizadas se movían tan
rápidamente que era casi imposible sujetarlas.
- Incluso tu
Hermione – se preguntaron los Prewett
- Que en la primera
clase de vuelo no haya podido no quiere decir que no lo haya intentado después.
Pero no por nada
Harry era el más joven buscador del siglo. +
- ¿Escucharon?
Mi bambi es el buscador más joven del siglo – decía James con orgullo, Harry se
hizo el que no escucho el apodo.
Tenía un don
especial para detectar cosas que la otra gente no veía.
- Lo irónico
es que llevas lentes – le dijo Alice
Después de unos minutos moviéndose entre el
remolino de plumas de todos los colores, detectó una gran llave de plata, con
un ala torcida, como si ya la hubieran atrapado y la hubieran introducido con
brusquedad en la cerradura.
—¡Es ésa! —gritó
a los otros—. Esa grande... allí... no, ahí... Con alas azul brillante... las
plumas están aplastadas por un lado.
- Claro,
porque ya fue atrapada anteriormente – decía Marlenne
Ron se lanzó a
toda velocidad en aquella dirección, chocó contra el techo y casi se cae de la
escoba.
- No dejan
de ser escobas de la escuela – decía el chico.
—¡Tenemos que
encerrarla! —gritó Harry, sin quitar los ojos de la llave con el ala
estropeada—. Ron, ven desde arriba, Hermione, quédate abajo y no la dejes
descender. Yo trataré de atraparla. Bien: ¡AHORA!
Ron se lanzó en
picado, Hermione subió en vertical, la llave los esquivó a ambos, y Harry se
lanzó tras ella. Iban a toda velocidad hacia la pared, Harry se inclinó hacia
delante y, con un ruido desagradable, la aplastó contra la piedra con una sola
mano.
- Y allí
está un futuro capitán de Gryffindor Profesora McGonagall - decía Hagrid
- ¿Lo haría
capitán profesora? – preguntaba con anhelo James
- Es muy
probable, aunque si todo esto cambia y ustedes viven es lógico que decir que
Harry será igual de alborotador que usted, por lo que posiblemente me lo
pensaría un poco.
Absolutamente
nadie le creyó a la profesora ya que James había sido capitán a pesar de haber
sido un bromista de primera.
Los vivas de Ron
y Hermione retumbaron por la habitación.
Aterrizaron
rápidamente y Harry corrió a la puerta, con la llave retorciéndose en su mano.
La metió en la cerradura y le dio la vuelta... Funcionaba. En el momento en que
se abrió la cerradura, la llave salió volando otra vez, con aspecto de
derrotada, pues ya la habían atrapado dos veces.
- Pobre
llave – dijo cierta rubia de apellido McKinnon
- Es solo una
llave Marlenne – le decía Sirius, para nadie paso por alto que no la había
llamado por su apellido.
—¿Listos?
—preguntó Harry a los otros dos, con la mano en la manija de la puerta.
Asintieron. Abrió la puerta.
La habitación
siguiente estaba tan oscura que no pudieron ver nada. Pero cuando estuvieron
dentro la luz súbitamente inundó el lugar, para revelar un espectáculo
asombroso.
- Veamos… el perro fue por Hagrid, la
profesora Sprout con el Lazo del Diablo, el Flitwick con las llaves aladas, por
lo que solo quedan la McGonagall, Quirrel, Snape y Dumbledore – explicaba Remus
- Es de suponerse que la última prueba
será la del director – decía Dora.
- Entonces esta debe de ser de la
profesora, ya que es casi seguro que Snape use pociones lo cual no sería un
espectáculo -
Estaban en el
borde de un enorme tablero de ajedrez, detrás de las piezas negras, que eran
todas tan altas como ellos y construidas en lo que parecía piedra. Frente a
ellos, al otro lado de la habitación, estaban las piezas blancas. Harry, Ron y
Hermione se estremecieron: las piezas blancas no tenían rostros.
- Voy a
admitir que suena muy impresionante – dijo Frank,
- Pues sí,
pero si es como el ajedrez mágico no creo que sea tan bueno, ya que las piezas
se destruyen y ellos podrían salir lastimados – le comentó su esposa Alice.
- Pero no es
como si ellos fueran las piezas – se reía Canuto. El trio de oro y Ginny
intentaron disimular lo máximo posible.
—¿Ahora qué
hacemos? —susurró Harry.
—Está claro, ¿no?
—dijo Ron—. Tenemos que jugar para cruzar la habitación.
Detrás de las
piezas blancas pudieron ver otra puerta.
—¿Cómo? —dijo
Hermione con nerviosismo.
—Creo —contestó
Ron— que vamos a tener que ser piezas.
- ¿Cómo dijo que dijiste Ron? –
preguntaba Sirius, que fue de los primeros en reaccionar, y es que los del
pasado no sabían que decir.
- ¡¿Cómo es que nosotros no nos
enteramos de eso?! – exclamaba Percy
- Pero si el profesor Dumbledore lo
dijo en el gran comedor – eso sorprendió a varios
-
Si Ronald, pero no específico como, pensamos que solo habías dirigido el
juego no que… - Percy se calló porque Molly gritó:
- ¡USTEDES VAN A SER LAS PIEZAS! –
- Tranquila mamá, que no nos pasó nada
grave –
- Nada grave – susurro Lily, Albus le
pidió a Ted que siguiera leyendo.
Se acercó a un
caballero negro y levantó la mano para tocar el caballo. De inmediato, la
piedra cobró vida. El caballo dio una patada en el suelo y el caballero se
levantó la visera del casco, para mirar a Ron.
—¿Tenemos que...
unirnos a ustedes para poder cruzar?
- Vamos a
calmarnos, sé que son unos niños pero no podemos hacer nada – decía Andrómeda
El caballero
negro asintió con la cabeza. Ron se volvió a los otros dos.
—Esto hay que
pensarlo... —dijo—. Supongo que tenemos que ocupar el lugar de tres piezas
negras.
Harry y Hermione
esperaron en silencio, mientras Ron pensaba. Por fin dijo:
—Bueno, no os
ofendáis, pero ninguno de vosotros es muy bueno en ajedrez...
- Eres el
mejor jugador de ajedrez que conocemos Ron – le dijo su hermano Bill
- Si,
tranquilos todos, ese juego esta ganado – decía Charlie
Pero la
mayoría pesaba que eso era demasiado bueno para ser cierto.
—No nos ofendemos
—dijo rápidamente Harry—. Simplemente dinos qué tenemos que hacer.
Snape hizo
una mueca ya que pensó que Potter se haría el indignado.
- Eso es lo
mejor, ayudarse en equipo y aceptar las cualidades del compañero, tú me agradas
chico – dijo Alastor
- Si me
hubiera puesto en plan yo soy el mejor no hubiera logrado nada – le respondió
el chico mirando a sus amigos, si había llegado tan lejos fue por ellos.
—Bueno, Harry, tú
ocupa el lugar de ese alfil y tú, Hermione, ponte en lugar de esa torre, al
lado de Harry.
—¿Y qué pasa
contigo?
—Yo seré un
caballo.
- Pero si
esa pieza normalmente se sacrifica en los últimos momentos – decía Arthur.
Molly se ponía nerviosa pero recordó las palabras de Andrómeda y entendió que
no ganaba nada con ponerse así, los mismos pensamientos iban por la mente de
Lily
Las piezas
parecieron haber escuchado porque, ante esas palabras, un caballo, un alfil y
una torre dieron la espalda a las piezas blancas y salieron del tablero,
dejando libres tres cuadrados que Harry, Ron y Hermione ocuparon.
- Las piezas
blancas se mueven primero – dijo Bill.
—Las blancas
siempre juegan primero en el ajedrez —dijo Ron, mirando al otro lado del
tablero—. Sí... mirad.
Un peón blanco se
movió hacia delante. Ron comenzó a dirigir a las piezas negras. Se movían
silenciosamente cuando los mandaba. A Harry le temblaban las rodillas. ¿Y si
perdían?
Ron hizo un
gesto de indignación total y se volteó a Harry - Soy tan perfecto en ajedrez que a muchos les
abruma y lo creen imposible e increíble –
- Ron no te
va la arrogancia – le dijo Harry con una sonrisa
- Agradece
que no te hago un drama
—Harry... muévete
en diagonal, cuatro casillas a la derecha.
La primera
verdadera impresión llegó cuando el otro caballo fue capturado. La reina blanca
lo golpeó contra el tablero y lo arrastró hacia fuera, donde se quedó inmóvil,
bocabajo.
- Es que con
eso es imposible no preocuparse – decía Lily a nadie en general
—Tuve que dejar
que sucediera —dijo Ron, conmovido—. Te deja libre para coger ese alfil. Vamos,
Hermione.
Los hermanos Weasley se preparaban
para cantar.
Cada vez que uno
de sus hombres perdía, las piezas blancas no mostraban compasión. Muy pronto,
hubo un grupo de piezas negras desplomadas a lo largo de la pared. Dos veces,
Ron se dio cuenta justo a tiempo para salvar a Harry y Hermione del peligro. Él
mismo jugó por todo el tablero, atrapando casi tantas piezas blancas como las
negras que habían perdido.
- ¡Ese es
nuestro hermano! - festejaban los
gemelos Weasley mientras George con un movimiento de varita hacia una pequeña
demostración de una mini W hecha con chispas de color rojo y dorado.
—Ya casi estamos
—murmuró de pronto—. Dejadme pensar... dejadme pensar.
- Y allí va – susurro Ron cerrando sus
ojos como no queriendo ver las reacciones que se avecinaban
La reina blanca
volvió su cara sin rostro hacia Ron.
—Sí... —murmuró
Ron—. Es la única forma... tengo que dejar que me cojan.
Casi todos
se quedaron con expresión de desconcierto, suponían que algo así pasaría y más
él al tomar el lugar de un caballo pero esperaban que no pasara.
- Solo
quiero saber si fue muy grave el golpe – dijo Molly con calma mirando a su hijo
que la tranquilizó con una sonrisa. Definitivamente querría matar a Sirius
cuando se leyera que casi hace que pierda la pierna.
—¡NO! —gritaron
Harry y Hermione.
—¡Esto es
ajedrez! —dijo enfadado Ron—. ¡Hay que hacer algunos sacrificios! Yo daré un paso adelante y ella me
cogerá... Eso te dejará libre para hacer jaque mate al rey, Harry.
- Es lo
único que se puede hacer – decía Lunático
—Pero...
—¿Quieres detener
a Snape o no?
—Ron...
—¡Si no os dais
prisa va a conseguir la Piedra!
No había nada que
hacer.
—¿Listo?
—preguntó Ron, con el rostro pálido pero decidido —. Allá voy, y no os quedéis
una vez que hayáis ganado.
- Ron siempre ha
demostrado tener mucho valor y ser un fiel amigo – explicó Sirius que estaba
recordando cuando en tercer año Ron le había dicho si quiere matar a Harry, tendrá que matarnos también a nosotros,
todo esto mientras tenía una pierna rota
- Así como
Hermione es su Lunático, Ron es su Canuto – afirmaba Mini Canuto, Ron pensó
que no estaba mal el apodo.
Se movió hacia
delante y la reina blanca saltó. Golpeó a Ron con fuerza en la cabeza con su
brazo de piedra y el chico se derrumbó en el suelo. Hermione gritó, pero se
quedó en su casillero. La reina blanca arrastró a Ron a un lado. Parecía
desmayado.
- Solo me
desmaye, desperté poco después –explico el chico
- ¡LAS
PARTIDAS DE AJEDREZ! – gritó Fred
- Ronald las
gana todas – cantaba George. Draco se quería morir.
- Por eso los Weasley tenemos que
cantar… - le siguió Ginny
- ¡…a Weasley vamos a coronar… -
cantaron todos los hermanos
- El juego consiguió ganar… - animaban
los tíos Prewett
- Por eso todos debemos cantar: a
Weasley vamos a coronar… - terminaron cantando todos los hermanos Weasley junto
con los bromistas de la sala.
- Y después de esta presentación digna
de Broadway seguiré leyendo – dijo Ted
Muy conmovido,
Harry se movió tres casilleros a la izquierda. El rey blanco se quitó la corona
y la arrojó a los pies de Harry. Habían ganado. Las piezas saludaron y se
fueron, dejando libre la puerta. Con una última mirada de desesperación hacia Ron, Harry y Hermione corrieron hacia la
salida y subieron por el siguiente pasadizo.
- Oooo se
preocuparon por mí – decía Ronnie con falso pesar por lo que Harry y Hermione
lo miraron mal
- Tú no
sabes lo que fue ver como una figura gigante te golpeaba y tu caías y… - Ron abrazo
a Hermione para que se calmara
—¿Y si él
está...?
- ¡Ves!
Estuve muy angustiada -
—Él estará bien
—dijo Harry, tratando de convencerse a sí mismo—. ¿Qué crees que nos queda?
—Tuvimos a Sprout
en el Lazo del Diablo, Flitwick debe de haber hechizado las llaves, y
McGonagall transformó a las piezas de ajedrez. Eso nos deja el hechizo de
Quirrell y el de Snape...
- Solo
faltan dos – susurró Lily
Habían llegado a
otra puerta.
—¿Todo bien?
—susurró Harry.
—Adelante.
Harry empujó y
abrió.
Un tufo desagradable
los invadió, haciendo que se taparan la nariz con la túnica. Con ojos que
lagrimeaban debido al olor, vieron, aplastado en el suelo frente a ellos, un
trol más grande que el que habían derribado, inconsciente y con un bulto
sangrante en la cabeza.
- Definitivamente
quien quiere robar la piedra es Quirrell – afirmo Frank – estamos casi seguros
que la prueba de Snape son pociones – Snape asintió desde su lugar – por lo que
ese troll es la prueba de Quirrel –
- Por lo que
Quirrel fue quien dejo entrar el troll en Halloween – completo Remus
- Eso no
explica que Snape haya ido al tercer piso y que lo haya mordido el perro –
decía Canuto Menor, que se rehusaba a pensar en Snape como alguien bueno.
- Tal vez
fue a proteger la piedra – Canuto vio a Marlenne como si le hubieran salido
tres cabezas.
—Me alegro de que
no tengamos que pelear con éste —susurró Harry, mientras pasaban con cuidado
sobre una de las enormes piernas—. Vamos, no puedo respirar.
Narcissa
hizo una mueca de asco – que repugnante – decía la mayoría estuvieron de
acuerdo.
- De seguro
el olor era parecido al cuarto de los gemelos – dijo Ginny como quien no quiere
la cosa.
- ¡Por
supuesto que no enana! – era muy raro escuchar a los gemelos hablando al
unísono pero para sus hermanos era genial.
Abrió la próxima
puerta, los dos casi sin atreverse a ver lo que seguía... Pero no había nada
terrorífico allí, Sólo una mesa con siete botellas de diferente tamaño puestas
en fila.
- Y esa es la de Snape – dijo Regulus
- Algo
bastante lógico hermanito – le dijo Canuto
- ¿Qué crees
que sea Severus? – le pregunto Lily directamente a su antiguo amigo,
sorprendiendo.
- Que Tonks
lea para que se descubra Lily – claro que a Severus le dolió horrible haberle
respondido y se preguntaba si sería capaz de recuperar la amistad de su amiga
de la infancia.
—Snape —dijo
Harry—. ¿Qué tenemos que hacer?
Pasaron el umbral
y de inmediato un fuego se encendió detrás de ellos. No era un fuego común, era
púrpura. Al mismo tiempo, llamas negras se encendieron delante. Estaban atrapados.
- Nuevamente
comprobamos que son pruebas para mago experimentados, pueden salir heridos si
esas llamas se descontrolan – decía Dorcas
- También el
aire les puede comenzar a faltar a causa de las llamas – dijo Edgar
—¡Mira! —Hermione
cogió un rollo de papel, que estaba cerca de las botellas.
Harry miró por
encima de su hombro para leerlo:
El peligro yace
ante ti, mientras la seguridad está detrás, dos queremos ayudarte, cualquiera
que encuentres, una entre nosotras siete te dejará adelantarte, otra llevará al
que lo beba para atrás, dos contienen sólo vino de ortiga, tres son mortales,
esperando escondidos en la fila. Elige, a menos que quieras quedarte para
siempre, para ayudarte en tu elección, te damos cuatro claves:
- Es un
acertijo, algo con lo que Hermione puede fácilmente – dijo Ginny
Snape se
sintió un poco ofendido, que una alumna de doce años descifre un acertijo suyo
de forma rápida era indignante.
Primera, por más
astucia que tenga el veneno para ocultarse siempre encontrarás alguno al lado
izquierdo del vino de ortiga;
Segunda, son
diferentes las que están en los extremos, pero si quieres moverte hacia
delante, ninguna es tu amiga;
Tercera, como
claramente ves, todas tenemos tamaños diferentes: Ni el enano ni el gigante
guardan la muerte en su interior;
Cuarta, la
segunda a la izquierda y la segunda a la derecha son gemelas una vez que las
pruebes, aunque a primera vista sean diferentes.
- Se podría resolver fácilmente pero
tendrías que tener las botellas enfrente – dijo Lunático
Hermione dejó
escapar un gran suspiro y Harry, sorprendido, vio que sonreía, lo último que
había esperado que hiciera.
- Primero
dudas de mí y luego de Hermione… nos pierdes Harry – dramatizaba Ron
—Muy bueno —dijo
Hermione—. Esto no es magia... es lógica... es un acertijo.
Muchos de los más
grandes magos no han tenido una gota de lógica y se quedarían aquí para
siempre.
—Pero nosotros
también, ¿no?
—Por supuesto que
no —dijo Hermione—. Lo único que necesitamos está en este papel. Siete
botellas: tres con veneno, dos con vino, una nos llevará a salvo a través del
fuego negro y la otra hacia atrás, por el fuego púrpura
- Algo me
dice que tendrás que ir solo, que solo habrá para un trago – decía James
—Pero ¿cómo
sabremos cuál beber?
—Dame un minuto.
- ¿Un
minuto? – preguntaba Snape en un susurro.
- Solo es
una forma de hablar – dijo la chica con pena, recordando cuanto había llegado a
detestar a Snape aunque no lo dijera
Hermione leyó el
papel varias veces. Luego paseó de un lado al otro de la fila de botellas,
murmurando y señalándolas. Al fin, se golpeó las manos.
—Lo tengo —dijo—.
La más pequeña nos llevará por el fuego negro, hacia la Piedra.
- Eso fue
impresionante – alabo Snape a la castaña
- Si bueno,
seria genial si en un futuro lo recordara, Hermione es brillantemente
inteligente – eso hizo suponer a Snape que se había comportado fatal con la
chica en el futuro.
- Oh… Ron
estuvo leyendo el libro - se
Harry miró a la
diminuta botella.
—Aquí hay sólo
para uno de nosotros —dijo—. No hay más que un trago.
- Y iras solo
– Lily ya había empezado a ponerse nerviosa nuevamente.
- Sabes
mamá, ahora que lo pienso creo que fue lo mejor, - dijo Harry mirando a sus
amigos - ya lo explicare después – esto trajo dudas a varios en la sala.
Se miraron.
—¿Cuál nos hará
volver por entre las llamas púrpura?
Hermione señaló
una botella redonda del extremo derecho de la fila.
—Tú bebe de ésa
—dijo Harry—. No: vuelve, busca a Ron y coge las escobas del cuarto de las
llaves voladoras. Con ellas podréis salir por la trampilla sin que os vea Fluffy.
Id directamente a la lechucería y enviad a Hedwig a
Dumbledore, lo necesitamos. Puede ser que yo detenga un poco a Snape, pero la
verdad es que no puedo igualarlo.
- Insisto
que en todo el tiempo que estuvieron allí abajo bien pudieron hacer eso desde
un principio – dijo Dorea quien aún tenía a su mini nieto en brazos con ganas
de darle muchos mimos pero al mayor frente a ella le daban ganas de darle unos
buenos golpes para que se le acomodaran las ideas.
- Si no me
mata mi madre lo hará mi abuela, y no creo que ni mi padre ni mu abuelo me
ayuden – dijo Harry mientras ambos Potter lo miraban con cara de ¿qué comes que adivinas?
—Pero Harry... ¿y
si Quien-tú-sabes está con él?
- Si el
ministro de magia estuviera aquí diría de forma muy exaltada que eso es
imposible ya que está muerto – dijo Percy haciendo una imitación muy pero muy
mala de Fudge. Albus supuso que eso es porque había pasado en el futuro.
—Bueno, ya tuve
suerte una vez, ¿no? —dijo Harry, señalando su cicatriz—. Puede ser que la tenga
de nuevo.
- Suerte… es
que todo lo dejas a la suerte –decía James con frustración
- Pero tú no puedes ir solo Harry -
exclamo su abuela - lo mejor sería que ambos regresara
- Él es valiente Dorea, seguro
descubrirá una forma de salir de esa.
Esas palabras no tranquilizaban mucho
a nadie, aun con saber que todo eso ya estaba escrito y que no podían
impedirlo.
Los labios de
Hermione temblaron, y de pronto se lanzó sobre Harry y lo abrazó.
—¡Hermione!
—Harry... Eres un
gran mago, ya lo sabes.
—No soy tan bueno
como tú —contestó muy incómodo, mientras ella lo soltaba.
—¡Yo! —exclamó
Hermione—. ¡Libros! ¡Inteligencia! Hay cosas mucho más importantes, amistad y
valentía y... ¡Oh, Harry, ten cuidado!
- Y si se
preguntan porque Hermione esta en Gryffindor y no en Revenclaw he allí la
respuesta – dijo Sirius
—Bebe primero
—dijo Harry—. Estás segura de cuál es cuál, ¿no?
—Totalmente —dijo
Hermione. Se tomó de un trago el contenido de la botellita redondeada y se
estremeció.
- Es que me
dio frio – explicó la castaña
—No es veneno,
¿verdad? —dijo Harry con voz anhelante.
—No... pero
parece hielo.
- Claro,
para que puedas pasar por el fuego – dijo Dora
- De verdad
estaba helada, fue peor que tragarse un hielo – recordó Hermione
—Rápido, vete,
antes de que se termine el efecto.
—Buena suerte...
ten cuidado...
—¡VETE!
- Tenía
mucho miedo Harry, sentía que no te volvía a ver y solo esperaba que Dumbledore
regresara rápido – confeso la chica. Eso claramente conmovió a muchos en la
sala.
Hermione giró en
redondo y pasó directamente a través del fuego púrpura. Harry respiró
profundamente y cogió la más pequeña de las botellas. Se enfrentó a las llamas
negras.
—Allá voy —dijo,
y se bebió el contenido de un trago.
Los nervios
volvieron a los integrantes de la sala. Snape solo quería que ya dijeran que el
no era el culpable. Inconscientemente Lily y James se prepararon para lo peor,
es decir era de suponerse que Harry no moriría pero no creen que la haya tenido
fácil.
Era realmente
como si tragara hielo. Dejó la botella y fue hacia delante. Se dio ánimo al ver
que las llamas negras lamían su cuerpo pero no lo quemaban. Durante un momento
no pudo ver más que fuego oscuro. Luego se encontró al otro lado, en la última habitación.
Ya había alguien
allí. Pero no era Snape. Y tampoco era Voldemort.
- ¡Lo sabía! – gritó Frank – tiene que
ser Quirrel.
- Vamos Ted, ya di quien es – le
apresuraba James
- No lo sé, es el fin del capítulo, ya
solo queda uno para terminar el libro.
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Ya sé que no tengo perdón de nadie así
que si alguien sigue aquí de verdad estaré muy agradecida. Este capítulo junto
con el de El hombre de dos caras
estaba terminado a finales de septiembre,
pero en Octubre mi laptop sufrió una aparatosa caída, se dañó el display y no
he podido repararla, en enero pude ingresar a mi Google Drive que era donde según
yo lo guardaba pero solo estaban cinco hojas y en total son 42, y por más que
intentaba seguir ni yo misma entendía la historia así que tuve que leerla y ya,
lo terminé. De lo que deben estar seguros es que no la abandonaré, no puedo dejarla
inconclusa, lo pensé mucho pero no me gusta empezar algo sin terminarlo, me sentía
mal y todo por dejarlos así.
Sin más espero que lo hayan disfrutado
y pueden descargar su furia en los comentarios, díganme si algo no les pareció,
alguna duda y si notan una incongruencia háganmelo saber.