-Oh, claro Srta. Abbott- dijo Dumbledore y con su
varita le paso el libro, esta lo tomo, busco la página donde Bill se había
quedado y comenzó a leer –Bien, el capítulo se llama “El profesor de pociones”-
- ¿Porque Quejicus tiene un capitulo propio? - dijo
Canuto – eso no se vale – y se cruzó de brazos como todo niño de 5 años
haciendo berrinche, mientras que Snape lo fulminaba con la mirada.
-No te preocupes MiniMí, nosotros tenemos un libro
completo – ante eso Canuto paro su berrinche
Los del futuro se miraron entre sí, dudaban que a
Canuto le gustara el libro en el que aparecería, pero mejor no dijeron nada.
—Allí, mira.
—¿Dónde?
—Al lado del chico alto y
pelirrojo.
—¿El de gafas?
—¿Has visto su cara?
—¿Has visto su cicatriz?
Los murmullos siguieron a
Harry desde el momento en que, al día siguiente, salió del dormitorio. Los
alumnos que esperaban fuera de las aulas se ponían de puntillas para mirarlo, o
se daban la vuelta en los pasillos, observándolo con atención.
-Eso debió ser molesto para el niño -dijo Hestia a lo
que Lily, Molly y McGonagall asintieron conformes.
Harry deseaba que no lo
hicieran, porque intentaba concentrarse para encontrar el camino de su clase.
En Hogwarts había 142
escaleras,
- ¿Las contó todas? –pregunto a nadie en específico
Edgar
- Por favor hijo, dime que no lo leíste de ese libro-
- ¿Cual libro James? -
- Historia de Hogwarts-
- En realidad escuche que lo decía Hermione – mientras
algunos reían Lily miraba mal a James.
…algunas
amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas. Algunas llevaban a un
lugar diferente los viernes.
Otras tenían un escalón
que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar.
Neville hizo una mueca, nunca recordaba donde estaban
esos escalones, al igual que Dora.
Después, había puertas
que no se abrían, a menos que uno lo pidiera con amabilidad o les hiciera
cosquillas en el lugar exacto, y puertas que, en realidad, no eran sino sólidas
paredes que fingían ser puertas.
También era muy difícil
recordar dónde estaba todo, ya que parecía que las cosas cambiaban de lugar
continuamente. Las personas de los retratos seguían visitándose unos a otros, y
Harry estaba seguro de que las armaduras podían andar.
-Claro que pueden, solo que lo hacen cuando es
estrictamente necesario- dijo el profesor Dumbledore
Los futuristas se estremecieron al recordar la Batalla
de Hogwarts, mientras que George abrazaba su gemelo.
Los fantasmas tampoco
ayudaban. Siempre era una desagradable sorpresa que alguno se deslizara
súbitamente a través de la puerta que se intentaba abrir. Nick Casi Decapitado
siempre se sentía contento de señalar el camino indicado a los nuevos
Gryffindors,
-Nick siempre está dispuesto a ayudar - dijeron los gemelos P.
…pero Peeves el Duende
se encargaba de poner puertas cerradas y escaleras con trampas en el camino
de los que llegaban tarde a clase. También les tiraba papeleras a la cabeza,
corría las alfombras debajo de los pies del que pasaba, les tiraba tizas o,
invisible, se deslizaba por detrás, cogía la nariz de alguno y gritaba: ¡TENGO
TU NARIZ!
-Creo que tendremos que hablar seriamente con Peeves,
para que no moleste al cachorro ni a sus amigos – decía Canuto con voz solemne.
Pero aún peor que Peeves,
si eso era posible, era el celador, Argus Filch. Harry y Ron se las arreglaron
para chocar con él, en la primera mañana. Filch los encontró tratando de pasar
por una puerta que, desgraciadamente, resultó ser la entrada al pasillo
prohibido del tercer piso.
- Creo que a ustedes los persigue la mala suerte – les
dijo Luna
- En realidad es Harry quien atrae los problemas -
- Gracias amigo -
No les creyó cuando
dijeron que estaban perdidos, estaba convencido de que querían entrar a
propósito y los amenazó con encerrarlos en los calabozos, hasta que el profesor
Quirrell, que pasaba por allí, los rescató.
Remus dijo -
hasta que hace algo bueno ese profesor – ante las risas de sus amigos.
Filch tenía una gata
llamada Señora Norris, una criatura flacucha y de color polvoriento, con
ojos saltones como linternas, iguales a los de Filch.
-Sirius, esa gata tiene que conocer a Canuto –
-Concuerdo con eso MiniMí -
Patrullaba sola por los
pasillos. Si uno infringía una regla delante de ella, o ponía un pie fuera de
la línea permitida, se escabullía para buscar a Filch, el cual aparecía dos
segundos más tarde. Filch conocía todos los pasadizos secretos del colegio
mejor que nadie (excepto tal vez los gemelos Weasley),
- ¿Y nosotros que? –
- Aun no los conocía -
- Estamos orgullosos de ustedes sobrinos - mientras los aludidos hacían reverencias
ignorando la mirada de Molly.
…y podía aparecer tan
súbitamente como cualquiera de los fantasmas. Todos los estudiantes lo
detestaban, y la más soñada ambición de muchos era darle una buena patada a la Señora
Norris.
Ron gruño y le susurró Harry – debimos haberlo hecho aquella
vez -, -teníamos algo importante que hacer Ron – le respondió este. Mientras
Hermione reía.
- ¿Qué tanto cuchichean ustedes tres? -
El trio se separó cuando escucharon a James pero no
dijeron nada.
Continuaron leyendo sobre las clases de Historia de la
magia y Herbologia
El profesor Flitwick, el
de la clase de Encantamientos, era un brujo diminuto que tenía que subirse a
unos cuantos libros para ver por encima de su escritorio. Al comenzar la
primera clase, sacó la lista y, cuando llegó al nombre de Harry, dio un
chillido de excitación y desapareció de la vista.
-Eso fue, adorable profesor- dijo Tonks para lo cual
Flitwick estaba muy apenado.
La profesora McGonagall
era siempre diferente. Harry había tenido razón al pensar que no era una
profesora con quien se pudiera tener problemas.
La profesora le sonrió a Harry, el cual ya
comenzaba a agradarle y no solo por ser el hijo de sus antiguos estudiantes.
Estricta e inteligente,
les habló en el primer momento en que se sentaron, el día de su primera clase.
—Transformaciones es una
de las magias más complejas y peligrosas que aprenderéis en Hogwarts —dijo—.
Cualquiera que pierda el tiempo en mi clase tendrá que irse y no podrá volver.
Ya estáis prevenidos.
- Y aquí es donde se transformará ella misma o algún
objeto para impresionar a los nuevos – decía Edgar
Entonces transformó un
escritorio en un cerdo y luego le devolvió su forma original. Todos estaban muy
impresionados y no aguantaban las ganas de empezar, pero muy pronto se dieron
cuenta de que pasaría mucho tiempo antes de que pudieran transformar muebles en
animales.
- ¡Exacto!, primero te emociona y luego nos
desilusiona - se quejaba Ron
- Todo se puede con esfuerzo y estudio Sr. Weasley -
le respondió la profesora.
Después de hacer una
cantidad de complicadas anotaciones, le dio a cada uno una cerilla para que
intentaran convertirla en una aguja. Al final de la clase, sólo Hermione Granger había
hecho algún cambio en la cerilla. La profesora McGonagall mostró a todos cómo
se había vuelto plateada y puntiaguda, y dedicó a la niña una excepcional
sonrisa.
- Me huele a consentida - dijeron los Prewett
- Claro que no yo solo era, era…-
- ¿La adoración de los profesores? -
- ¿Una insoportable sabelotodo?
Dijeron Ron y Draco casi al mismo tiempo.
- Solo era una buena estudiante – dijo ella
callándolos a los dos
La clase que todos
esperaban era Defensa Contra las Artes Oscuras, pero las lecciones de Quirrell
resultaron ser casi una broma. Su aula tenía un fuerte olor a ajo, y todos
decían que era para protegerse de un vampiro que había conocido en Rumania y
del que tenía miedo de que volviera a buscarlo. Su turbante, les dijo, era un
regalo de un príncipe africano como agradecimiento por haberlo liberado de un
molesto zombi, pero ninguno creía demasiado en su historia.
-Más bien el zombi era otro- le susurro Ron a Harry
Por un lado, porque
cuando Seamus Finnigan se mostró deseoso de saber cómo había derrotado al
zombi, el profesor Quirrell se ruborizó y comenzó a hablar del tiempo, y por el
otro, porque habían notado que el curioso olor salía del turbante, y los
gemelos Weasley insistían en que estaba lleno de ajo, para proteger a Quirrell
cuando el vampiro apareciera.
Harry se sintió muy
aliviado al descubrir que no estaba mucho más atrasado que los demás. Muchos
procedían de familias muggle y, como él, no tenían ni idea de que eran
brujas y magos. Había tantas cosas por aprender que ni siquiera un chico como
Ron tenía mucha ventaja.
- No sé si tomarlo como alago o como insulto -
-Tómalo como alago, serás feliz – dijo Fred
- En realidad… – comenzó a decir Harry mirando mal al
gemelo - … me refería al hecho de que tu habías crecido rodeado de magia –
El viernes fue un día
importante para Harry y Ron. Por fin encontraron el camino hacia el Gran
Comedor a la hora del desayuno, sin perderse ni una vez.
- Oh claro, una gran hazaña - les aplaudían con sorna
los bromistas junto a Bill y Charlie
- Claro, después de que Sirius se perdiera durante las
primeras dos semanas - defendió Lily a su hijo.
— ¿Qué tenemos hoy? — preguntó
Harry a Ron, mientras echaba azúcar en sus cereales.
— Pociones Dobles con los
de Slytherin —respondió Ron—. Snape es el Jefe de la Casa Slytherin. Dicen que
siempre los favorece a ellos... Ahora veremos si es verdad.
- Slytherin y Snape juntos, pobres de ustedes – decía
James.
- Espero Severus, que por la amistad que hubo entre
nosotros no trates mal a Harry- dijo Lily mientras este se encogía
disimuladamente, presentía que no trataría bien al chico.
—Ojalá McGonagall nos
favoreciera a nosotros —dijo Harry La profesora McGonagall era la jefa de la
casa Gryffindor; pero eso no le había impedido darles una gran cantidad de
deberes el día anterior.
- Si quieren transformar un escritorio en cerdo
tendrán que esforzarse mucho -
- Además si lo hace, solo que muy discretamente –
- Eso no es verdad Joven Lupin – pero el asentimiento
de aquellos a los que dio clase y que pertenecieron a otras casas la hicieron
ruborizarse.
Justo en aquel momento
llegó el correo. Harry ya se había acostumbrado, pero la primera mañana se
impresionó un poco cuando unas cien lechuzas entraron súbitamente en el Gran
Comedor durante el desayuno, volando sobre las mesas hasta encontrar a sus
dueños, para dejarles caer encima cartas y paquetes.
- Seguro que ni en el callejón Diagon viste tantas
lechuzas – dijo Edgar
- La verdad es que no -
Hedwig no le había llevado nada hasta aquel día. Algunas
veces volaba para mordisquearle una oreja y conseguir una tostada, antes de
volver a dormir en la lechucería, con las otras lechuzas del colegio. Sin
embargo, aquella mañana pasó volando entre la mermelada y la azucarera y dejó
caer un sobre en el plato de Harry Este lo abrió de inmediato.
- No tenía idea de quien me había escrito-
- Te preguntaría hasta que momento sabes de nosotros,
pero no nos lo dirás-
- Ya vas aprendiendo Canuto, bien por ti-
- Corni, tu hijo me tomo el pelo - pero este le
levantaba los pulgares a su hijo.
Querido Harry (decía con letra desigual),
sé que tienes las tarde de los viernes libre, así que ¿te
gustaría venir a tomar una taza de té
conmigo, a eso de las tres? Quiero que me cuentes todo lo de tu primera semana. Envíame la respuesta con
Hedwig.
Hagrid.
Harry cogió prestada la
pluma de Ron y contestó: «Sí, gracias, nos veremos más tarde», en la
parte de atrás de la nota, y la envió con Hedwig.
Fue una suerte que Hagrid
hubiera invitado a Harry a tomar el té, porque la clase de Pociones resultó ser
la peor cosa que le había ocurrido allí, hasta entonces.
Lily comenzó a ver a Severus de una forma no muy
amable y el solo se quería que su sillón se lo tragara.
- Mas vale que no te metas con mi hijo Snape – decía
con amargura James
Al comenzar el banquete
de la primera noche, Harry había pensado que no le caía bien al profesor Snape.
Pero al final de la primera clase de Pociones supo que no se había equivocado.
No era sólo que a Snape no le gustara Harry: lo detestaba.
*insertar gruñidos de los
merodeadores*
Las clases de Pociones se
daban abajo, en un calabozo. Hacía mucho más frío allí que arriba, en la parte
principal del castillo, y habría sido igualmente tétrico sin todos aquellos
animales conservados, flotando en frascos de vidrio, por todas las paredes.
Snape, como Flitwick,
comenzó la clase pasando lista y, como Flitwick, se detuvo ante el nombre de
Harry
—Ah, sí —murmuró—. Harry
Potter. Nuestra nueva... celebridad.
- Como puedes siquiera pensar que a mi hijo de guste
la fama que adquirió perdiéndonos a nosotros Severus – decía una muy
decepcionada Lily
Draco Malfoy y sus amigos
Crabbe y Goyle rieron tapándose la boca.
Snape terminó de pasar
lista y miró a la clase. Sus ojos eran tan negros como los de Hagrid, pero no
tenían nada de su calidez. Eran fríos y vacíos y hacían pensar en túneles
oscuros.
—Vosotros estáis aquí
para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de hacer pociones —comenzó.
Hablaba casi en un susurro, pero se le entendía todo. Como la profesora
McGonagall, Snape tenía el don de mantener a la clase en silencio, sin ningún
esfuerzo
-Se llama miedo, la verdad es que sus clases si eran
interesantes pero el ambiente siempre era de miedo – decía Charlie
—. Aquí habrá muy poco de
estúpidos movimientos de varita y muchos de vosotros dudaréis que esto sea
magia. No espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo
suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que
se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los
sentidos...
Puedo enseñaros cómo embotellar
la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte... si sois algo más que
los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.
- ¡Joven Snape! ¡No puede decirles eso a los
estudiantes! – decía la profesora Sprout muy indignada y los demás profesores
de la sala le dieron la razón.
Más silencio siguió a
aquel pequeño discurso. Harry y Ron intercambiaron miradas con las cejas
levantadas. Hermione Granger estaba sentada en el borde de la silla, y parecía
desesperada por empezar a demostrar que ella no era un alcornoque.
- ¡Hermione no seas agresiva! –
- ¡Pues controla lo que piensas Potter! –
Harry volteo a ver a Ron, adolorido de su brazo, como
queriendo saber cómo rayos podía controlar sus pensamientos, pero este le lanzo
una mirada resignada dándole a entender que con Hermione era mejor no discutir.
— ¡Potter! — dijo de
pronto Snape—. ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una
infusión de ajenjo?
- ¡Eso se ve como muy pronto hasta tercero! –
- Lily yo… -
- ¡Cállate! Nada justifica que trates así a mi hijo –
¿Raíz en polvo de qué a
una infusión de qué? Harry miró de reojo a Ron, que parecía tan desconcertado
como él. La mano de Hermione se agitaba en el aire.
—No lo sé, señor
—contestó Harry.
Los labios de Snape se
curvaron en un gesto burlón.
—Bah, bah... es evidente
que la fama no lo es todo.
No hizo caso de la mano
de Hermione.
—Vamos a intentarlo de
nuevo, Potter. ¿Dónde buscarías si te digo que me encuentres un bezoar?
- Sinceramente Severus, ¿no podías tratarlo bien? Tú podías
contarle cosas sobre mí, eras mi amigo –
- ¿Y pensar que le gusta la fama? ¡Quedo huérfano por
eso Snape! – pero Snape no escuchaba a James, estaba suficientemente dolido por
haber escuchado a Lily decir eras mi
amigo.
Hermione agitaba la mano
tan alta en el aire que no necesitaba levantarse del asiento para que la
vieran, pero Harry no tenía la menor idea de lo que era un bezoar. Trató de no
mirar a Malfoy y a sus amigos, que se desternillaban de risa.
—No lo sé, señor.
—Parece que no has
abierto ni un libro antes de venir. ¿No es así, Potter?
Harry se obligó a seguir
mirando directamente aquellos ojos fríos. Sí había mirado sus libros en casa de
los Dursley, pero ¿cómo esperaba Snape que se acordara de todo lo que había en Mil
hierbas mágicas y hongos?
Snape seguía haciendo
caso omiso de la mano temblorosa de Hermione.
—¿Cuál es la diferencia,
Potter; entre acónito y luparia?
Ante eso, Hermione se
puso de pie, con el brazo extendido hacia el techo de la mazmorra.
Los miembros de la sala veían a Hermione con una ceja
alzada mientras ella se sonrojaba en los brazos de Ron.
—No lo sé —dijo Harry con
calma—. Pero creo que Hermione lo sabe. ¿Por qué no se lo pregunta a ella?
- Tan arrogante como el padre –
- ¿¡Y como querías que respondiera!?, ¡aunque no lo
sepa, le estabas haciendo preguntas de cursos avanzados! –
- Cursos avanzados, pero su compañera si sabía las
respuestas – intentaba defenderse Snape de Lily
- ¡Y porque no le hace caso a ella entonces Sr Snape! –
McGonagall estaba furiosa por el trato a sus leones
Unos pocos rieron. Harry
captó la mirada de Seamus, que le guiñó un ojo. Snape, sin embargo, no estaba
complacido.
—Siéntate —gritó a
Hermione—. Para tu información, Potter; asfódelo y ajenjo producen una poción
para dormir tan poderosa que es conocida como Filtro de Muertos en Vida. Un
bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarte de
la mayor parte de los venenos. En lo que se refiere a acónito y luparia, es la
misma planta. Bueno, ¿por qué no lo estáis apuntando todo?
- Por lo menos aprenden algo – decía Regulus intentando
defender a Snape, pero nadie le hizo caso.
Se produjo un súbito
movimiento de plumas y pergaminos. Por encima del ruido, Snape dijo:
—Y se le restará un punto
a la casa Gryffindor por tu descaro, Potter.
- Antes de que digan algo, me lo gané al responderle así
a un profesor –
- Pero él te estaba molestando hijo –
- Aun así, no debí responderle -
Los del pasado no entendían porque el Joven Potter defendía
a Snape
Las cosas no mejoraron
para los Gryffindors a medida que continuaba la clase de Pociones. Snape los
puso en parejas, para que mezclaran una poción sencilla para curar forúnculos.
Se paseó con su larga capa negra, observando cómo pesaban ortiga seca y
aplastaban colmillos de serpiente, criticando a todo el mundo salvo a Malfoy,
que parecía gustarle.
Esto saco risas burlonas de los bromistas y más aún al
ver las caras de Snape y de Draco
En el preciso momento en
que les estaba diciendo a todos que miraran la perfección con que Malfoy había
cocinado a fuego lento los pedazos de cuernos,
- ¿Eres bueno en Pociones hijo? –
- Si mamá, supongo que… - - supones que ser el
favorito del profesor ayudaba bastante – le interrumpió Ron
- Cállate comadreja –
Y Hannah siguió leyendo
multitud de nubes de un
ácido humo verde y un fuerte silbido llenaron la mazmorra. De alguna forma, Neville
se las había ingeniado para convertir el caldero de Seamus en un engrudo
hirviente que se derramaba sobre el suelo, quemando y haciendo agujeros en los
zapatos de los alumnos.
- Mamá, le heredaste a mi hijo tu casi nula capacidad
de elaborar pociones – Augusta se
sonrojo y miró mal a su hijo, le iba a responder, pero Neville la interrumpió –
Ahora entiendo porque nunca me retabas por mis malas notas en Pociones -
En segundos, toda la
clase estaba subida a sus taburetes, mientras que Neville, que se había
empapado en la poción al volcarse sobre él el caldero, gemía de dolor; por sus
brazos y piernas aparecían pústulas rojas.
- Mi bebé – Alice miraba a Neville como todavía buscándole
esas pústulas rojas, fue el turno de Neville de ruborizarse
—¡Chico idiota! —dijo
Snape con enfado, haciendo desaparecer la poción con un movimiento de su
varita—. Supongo que añadiste las púas de erizo antes de sacar el caldero del
fuego, ¿no?
Neville lloriqueaba,
mientras las pústulas comenzaban a aparecer en su nariz.
—Llévelo a la enfermería
—ordenó Snape a Seamus.
- ¿Estuviste bien hijo? –
- Si mamá, la Sra. Pomfrey lo arreglo enseguida
Luego se acercó a Harry y
Ron, que habían estado trabajando cerca de Neville.
—Tu, Harry Potter. ¿Por
qué no le dijiste que no pusiera las púas? Pensaste que si se equivocaba
quedarías bien, ¿no es cierto? Éste es otro punto que pierdes para Gryffindor.
- ¡Eso si es injusto! ¡Tú eres el profesor! – decía muy
indignada Tonks
Aquello era tan injusto
que Harry abrió la boca para discutir, pero Ron le dio una patada por debajo
del caldero.
—No lo provoques
—murmuró—. He oído decir que Snape puede ser muy desagradable.
Una hora más tarde,
cuando subían por la escalera para salir de las mazmorras, la mente de Harry
era un torbellino y su ánimo estaba por los suelos. Había perdido dos puntos
para Gryffindor en su primera semana... ¿Por qué Snape lo odiaba tanto?
- Por las bromas de este par – respondió Lily
señalando a James y a Canuto, ambos tuvieron la decencia de agachar las cabezas
- Si, ahora lo sé – James casi se rompe el cuello al
levantar la cabeza de repente - ¿Cómo te enteraste? – le dijo viendo a Lunático
y Canuto Mayores, esperando que ellos se lo hubieran contado – De una forma no
muy agradable papá, agradece a Sirius y Remus que me explicaron muchas cosas porque
yo estaba muy decepcionado de ti, aun lo estoy, pero en ese entonces también
estaba furioso – James les sonrió a sus amigos – recordaran que cuando vivía
con los Dursley sufrí de algo parecido, por lo que no me gusto cuando lo supe -
terminó Harry y la sonrisa de James se evaporo.
- Y miren que cuando se enoja, se enoja – decía Ron
para aligerar el ambiente.
—Anímate —dijo Ron—.
Snape siempre le quitaba puntos a Fred y a George. ¿Puedo ir a ver a Hagrid
contigo?
Molly miró mal a sus hijos, pero no les dijo nada.
Salieron del castillo
cinco minutos antes de las tres y cruzaron los terrenos que lo rodeaban. Hagrid
vivía en una pequeña casa de madera, en el borde del bosque prohibido. Una
ballesta y un par de botas de goma estaban al lado de la puerta delantera.
Cuando Harry llamó a la
puerta, oyeron unos frenéticos rasguños y varios ladridos. Luego se oyó la voz
de Hagrid, diciendo:
—Atrás, Fang,
atrás.
La gran cara peluda de
Hagrid apareció al abrirse la puerta.
—Entrad —dijo— Atrás, Fang.
Los dejó entrar, tirando
del collar de un imponente perro negro.
Había una sola estancia.
Del techo colgaban jamones y faisanes, una cazuela de cobre hervía en el fuego
y en un rincón había una cama enorme con una manta hecha de remiendos.
—Estáis en vuestra casa
—dijo Hagrid, soltando a Fang, que se lanzó contra Ron y comenzó a
lamerle las orejas.
- Cuidado Hermione, Fang te puede quitar a RonRon –
- ¿Me podrían dejar leer? – decía Hannah casi perdiendo
la paciencia, cuando vio que los gemelos se callaban siguió la lectura
Como Hagrid, Fang era evidentemente
mucho menos feroz de lo que parecía.
—Éste es Ron —dijo Harry
a Hagrid, que estaba volcando el agua hirviendo en una gran tetera y sirviendo
pedazos de pastel.
—Otro Weasley, ¿verdad?
—dijo Hagrid, mirando de reojo las pecas de
Ron—. Me he pasado la
mitad de mi vida ahuyentando a tus hermanos gemelos del bosque.
El pastel casi les rompió
los dientes, pero Harry y Ron fingieron que les gustaba, mientras le contaban a
Hagrid todo lo referente a sus primeras clases. Fang tenía la cabeza
apoyada sobre la rodilla de Harry y babeaba sobre su túnica.
Harry y Ron se quedaron
fascinados al oír que Hagrid llamaba a Filch «ese viejo bobo».
La profesora McGonagall vió mal a Hagrid
- No debes decirle eso a los alumnos Hagrid –
—Y en lo que se refiere a
esa gata, la Señora Norris, me gustaría presentársela un día a Fang.
¿Sabéis que cada vez que voy al colegio me sigue todo el tiempo? No me puedo
librar de ella. Filch la envía a hacerlo. Harry le contó a Hagrid lo de la
clase de Snape. Hagrid, como Ron, le dijo a Harry que no se preocupara, que a
Snape no le gustaba ninguno de sus alumnos.
—Pero realmente parece
que me odie.
— ¡Tonterías! — dijo
Hagrid—. ¿Por qué iba a hacerlo?
Sin embargo, Harry no
podía dejar de pensar en que Hagrid había mirado hacia otro lado cuando dijo
aquello.
- Obviamente se acuerda de nuestras rencillas – dijo James
a su hijo tanteando el terreno, y al ver que su hijo le sonreía se relajo.
— ¿Y cómo está tu hermano
Charlie? — preguntó Hagrid a Ron—. Me gustaba mucho, era muy bueno con los
animales.
Muchos voltearon a ver al semigigante que se veía ligeramente
abochornado
- Cambio de tema marca Hagrid – murmuraron la mayoría
Harry se preguntó si
Hagrid no estaba cambiando de tema a propósito.
- Con el tiempo me acostumbré a tus súbitos cambios de
tema –
- Gracias Cornamentita – varios no entendieron este apodo,
pero James se esponjo como pavorreal lleno de orgullo por su pequeño
cervatillo.
Mientras Ron le hablaba a
Hagrid del trabajo de Charles con los dragones,
- ¿Es que no pudiste elegir un empleo menos peligroso
hijo –
- Es lo que me gusta mamá, no te preocupes, de
quemaduras y rasguños no pasa – decía Charlie con una sonrisa que se desvaneció
al ver que su papá lo miraba mal por preocupar más a su madre
Harry miró el recorte del
periódico que estaba sobre la mesa. Era de El Profeta.
RECIENTE ASALTO EN GRINGOTTS
- ¿¡QUEEEE!? –
- ¡Pero es imposible robar el banco! – dijeron la mayoría
después del grito generalizado de la mayoría.
- Dejen que Hannah siga leyendo para que sepan – les dijo
Neville
- ¡Eso hijo! ¡Apoya a tu novia! – decía con los
pulgares arriba Frank
Continúan las investigaciones del asalto que tuvo lugar en Gringotts el 31
de julio. Se cree que se debe al trabajo de oscuros magos y brujas
desconocidos.
Los gnomos de Gringotts insisten en que no se han llevado nada.
La cámara que se registró había sido vaciada aquel mismo día.
«Pero no vamos a decirles qué había allí, así que mantengan las narices
fuera de esto, si saben lo que les conviene», declaró esta tarde un gnomo
portavoz de Gringotts.
Los del pasado ponían especial
atención, en especial Albus y Moody ya que si se mencionaba en el libro debía ser
importante.
Harry recordó que Ron le
había contado en el tren que alguien había tratado de robar en Gringotts, pero
su amigo no había mencionado la fecha.
—¡Hagrid! — dijo Harry—.
¡Ese robo en Gringotts sucedió el día de mi cumpleaños! ¡Pudo haber sucedido
mientras estábamos allí!
Aquella vez no tuvo
dudas: Hagrid decididamente evitó su mirada.
- Esto me suena a curiosidad Potter-Evans – decían Sirius
Canuto, Remus y Lunático
- Si Harry es observador, con eso le diste a entender
todo Hagrid – decía con pesar Lily
Gruñó y le ofreció más
pastel. Harry volvió a leer la nota. «La cámara que se registró había sido
vaciada aquel mismo día.» Hagrid había vaciado la cámara setecientos trece, si
puede llamarse vaciarla a sacar un paquetito arrugado.
¿Sería eso lo que estaban
buscando los ladrones?
Mientras Harry y Ron
regresaban al castillo para cenar, con los bolsillos llenos del pétreo pastel
que fueron demasiado amables para rechazar; Harry pensaba que ninguna de las
clases le había hecho reflexionar tanto como aquella merienda con Hagrid.
- Espero que eso cambien con el transcurso del libro y
pongas más empeño en clases hijo –
Y el tono en que lo dijo más esa sonrisa calmada no le
gustó mucho a Harry
¿Hagrid habría sacado el
paquete justo a tiempo? ¿Dónde podía estar? ¿Sabría algo sobre Snape que no
quería decirle?.
- Es casi seguro que sacaron el paquete a tiempo,
supongo que el paquete está en Hogwarts, el otro lugar relativamente “seguro”
es Gringotts y obviamente sabe del pasado de Snape con tu padre, pero no te lo dirá
porque lo más seguro es que no sepa cómo – le contestaba Frank haciendo gala de
su perspectiva de auror enorgulleciendo a Alastor.
- Cariño, le estas respondiendo a un libro –
claramente Frank se ruborizo por lo que le dijo su esposa para diversión de su
hijo.
- Sigue leyendo Hannah – le dijo para que los demás olvidaran
lo que pasó, pero la chica entre risas le dijo – Ya terminó el capítulo – y cerro
el libro.