martes, 31 de octubre de 2017

El profesor de pociones

-Oh, claro Srta. Abbott- dijo Dumbledore y con su varita le paso el libro, esta lo tomo, busco la página donde Bill se había quedado y comenzó a leer –Bien, el capítulo se llama “El profesor de pociones”-

- ¿Porque Quejicus tiene un capitulo propio? - dijo Canuto – eso no se vale – y se cruzó de brazos como todo niño de 5 años haciendo berrinche, mientras que Snape lo fulminaba con la mirada.
-No te preocupes MiniMí, nosotros tenemos un libro completo – ante eso Canuto paro su berrinche
Los del futuro se miraron entre sí, dudaban que a Canuto le gustara el libro en el que aparecería, pero mejor no dijeron nada.
—Allí, mira.
—¿Dónde?
—Al lado del chico alto y pelirrojo.
—¿El de gafas?
—¿Has visto su cara?
—¿Has visto su cicatriz?
Los murmullos siguieron a Harry desde el momento en que, al día siguiente, salió del dormitorio. Los alumnos que esperaban fuera de las aulas se ponían de puntillas para mirarlo, o se daban la vuelta en los pasillos, observándolo con atención.
-Eso debió ser molesto para el niño -dijo Hestia a lo que Lily, Molly y McGonagall asintieron conformes.
Harry deseaba que no lo hicieran, porque intentaba concentrarse para encontrar el camino de su clase.
En Hogwarts había 142 escaleras,
- ¿Las contó todas? –pregunto a nadie en específico Edgar
- Por favor hijo, dime que no lo leíste de ese libro-
- ¿Cual libro James? -
- Historia de Hogwarts-
- En realidad escuche que lo decía Hermione – mientras algunos reían Lily miraba mal a James. 
algunas amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas. Algunas llevaban a un lugar diferente los viernes.
Otras tenían un escalón que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar.
Neville hizo una mueca, nunca recordaba donde estaban esos escalones, al igual que Dora.
Después, había puertas que no se abrían, a menos que uno lo pidiera con amabilidad o les hiciera cosquillas en el lugar exacto, y puertas que, en realidad, no eran sino sólidas paredes que fingían ser puertas.
También era muy difícil recordar dónde estaba todo, ya que parecía que las cosas cambiaban de lugar continuamente. Las personas de los retratos seguían visitándose unos a otros, y Harry estaba seguro de que las armaduras podían andar.
-Claro que pueden, solo que lo hacen cuando es estrictamente necesario- dijo el profesor Dumbledore
Los futuristas se estremecieron al recordar la Batalla de Hogwarts, mientras que George abrazaba su gemelo.
Los fantasmas tampoco ayudaban. Siempre era una desagradable sorpresa que alguno se deslizara súbitamente a través de la puerta que se intentaba abrir. Nick Casi Decapitado siempre se sentía contento de señalar el camino indicado a los nuevos Gryffindors,
-Nick siempre está dispuesto a ayudar -  dijeron los gemelos P.
…pero Peeves el Duende se encargaba de poner puertas cerradas y escaleras con trampas en el camino de los que llegaban tarde a clase. También les tiraba papeleras a la cabeza, corría las alfombras debajo de los pies del que pasaba, les tiraba tizas o, invisible, se deslizaba por detrás, cogía la nariz de alguno y gritaba: ¡TENGO TU NARIZ!
-Creo que tendremos que hablar seriamente con Peeves, para que no moleste al cachorro ni a sus amigos – decía Canuto con voz solemne.
Pero aún peor que Peeves, si eso era posible, era el celador, Argus Filch. Harry y Ron se las arreglaron para chocar con él, en la primera mañana. Filch los encontró tratando de pasar por una puerta que, desgraciadamente, resultó ser la entrada al pasillo prohibido del tercer piso.
- Creo que a ustedes los persigue la mala suerte – les dijo Luna
- En realidad es Harry quien atrae los problemas -
- Gracias amigo -  
No les creyó cuando dijeron que estaban perdidos, estaba convencido de que querían entrar a propósito y los amenazó con encerrarlos en los calabozos, hasta que el profesor Quirrell, que pasaba por allí, los rescató.  
Remus dijo -  hasta que hace algo bueno ese profesor – ante las risas de sus amigos.
Filch tenía una gata llamada Señora Norris, una criatura flacucha y de color polvoriento, con ojos saltones como linternas, iguales a los de Filch.
-Sirius, esa gata tiene que conocer a Canuto –
-Concuerdo con eso MiniMí -  
Patrullaba sola por los pasillos. Si uno infringía una regla delante de ella, o ponía un pie fuera de la línea permitida, se escabullía para buscar a Filch, el cual aparecía dos segundos más tarde. Filch conocía todos los pasadizos secretos del colegio mejor que nadie (excepto tal vez los gemelos Weasley),
- ¿Y nosotros que? –
- Aun no los conocía -  
- Estamos orgullosos de ustedes sobrinos -  mientras los aludidos hacían reverencias ignorando la mirada de Molly.
…y podía aparecer tan súbitamente como cualquiera de los fantasmas. Todos los estudiantes lo detestaban, y la más soñada ambición de muchos era darle una buena patada a la Señora Norris.
Ron gruño y le susurró Harry – debimos haberlo hecho aquella vez -, -teníamos algo importante que hacer Ron – le respondió este. Mientras Hermione reía.
- ¿Qué tanto cuchichean ustedes tres? -
El trio se separó cuando escucharon a James pero no dijeron nada.
Continuaron leyendo sobre las clases de Historia de la magia y Herbologia
El profesor Flitwick, el de la clase de Encantamientos, era un brujo diminuto que tenía que subirse a unos cuantos libros para ver por encima de su escritorio. Al comenzar la primera clase, sacó la lista y, cuando llegó al nombre de Harry, dio un chillido de excitación y desapareció de la vista.
-Eso fue, adorable profesor- dijo Tonks para lo cual Flitwick estaba muy apenado.
La profesora McGonagall era siempre diferente. Harry había tenido razón al pensar que no era una profesora con quien se pudiera tener problemas.
La profesora le sonrió a Harry, el cual ya comenzaba a agradarle y no solo por ser el hijo de sus antiguos estudiantes.
Estricta e inteligente, les habló en el primer momento en que se sentaron, el día de su primera clase.
—Transformaciones es una de las magias más complejas y peligrosas que aprenderéis en Hogwarts —dijo—. Cualquiera que pierda el tiempo en mi clase tendrá que irse y no podrá volver. Ya estáis prevenidos.
- Y aquí es donde se transformará ella misma o algún objeto para impresionar a los nuevos – decía Edgar
Entonces transformó un escritorio en un cerdo y luego le devolvió su forma original. Todos estaban muy impresionados y no aguantaban las ganas de empezar, pero muy pronto se dieron cuenta de que pasaría mucho tiempo antes de que pudieran transformar muebles en animales.
- ¡Exacto!, primero te emociona y luego nos desilusiona - se quejaba Ron
- Todo se puede con esfuerzo y estudio Sr. Weasley - le respondió la profesora.
Después de hacer una cantidad de complicadas anotaciones, le dio a cada uno una cerilla para que intentaran convertirla en una aguja. Al final de la clase, sólo Hermione Granger había hecho algún cambio en la cerilla. La profesora McGonagall mostró a todos cómo se había vuelto plateada y puntiaguda, y dedicó a la niña una excepcional sonrisa.
- Me huele a consentida - dijeron los Prewett
- Claro que no yo solo era, era…-
- ¿La adoración de los profesores? -
- ¿Una insoportable sabelotodo?
Dijeron Ron y Draco casi al mismo tiempo.
- Solo era una buena estudiante – dijo ella callándolos a los dos
La clase que todos esperaban era Defensa Contra las Artes Oscuras, pero las lecciones de Quirrell resultaron ser casi una broma. Su aula tenía un fuerte olor a ajo, y todos decían que era para protegerse de un vampiro que había conocido en Rumania y del que tenía miedo de que volviera a buscarlo. Su turbante, les dijo, era un regalo de un príncipe africano como agradecimiento por haberlo liberado de un molesto zombi, pero ninguno creía demasiado en su historia.
-Más bien el zombi era otro- le susurro Ron a Harry
Por un lado, porque cuando Seamus Finnigan se mostró deseoso de saber cómo había derrotado al zombi, el profesor Quirrell se ruborizó y comenzó a hablar del tiempo, y por el otro, porque habían notado que el curioso olor salía del turbante, y los gemelos Weasley insistían en que estaba lleno de ajo, para proteger a Quirrell cuando el vampiro apareciera.
Harry se sintió muy aliviado al descubrir que no estaba mucho más atrasado que los demás. Muchos procedían de familias muggle y, como él, no tenían ni idea de que eran brujas y magos. Había tantas cosas por aprender que ni siquiera un chico como Ron tenía mucha ventaja.
- No sé si tomarlo como alago o como insulto -
-Tómalo como alago, serás feliz – dijo Fred
- En realidad… – comenzó a decir Harry mirando mal al gemelo - … me refería al hecho de que tu habías crecido rodeado de magia –
El viernes fue un día importante para Harry y Ron. Por fin encontraron el camino hacia el Gran Comedor a la hora del desayuno, sin perderse ni una vez.
- Oh claro, una gran hazaña - les aplaudían con sorna los bromistas junto a Bill y Charlie
- Claro, después de que Sirius se perdiera durante las primeras dos semanas - defendió Lily a su hijo.
— ¿Qué tenemos hoy? — preguntó Harry a Ron, mientras echaba azúcar en sus cereales.
— Pociones Dobles con los de Slytherin —respondió Ron—. Snape es el Jefe de la Casa Slytherin. Dicen que siempre los favorece a ellos... Ahora veremos si es verdad.
- Slytherin y Snape juntos, pobres de ustedes – decía James.
- Espero Severus, que por la amistad que hubo entre nosotros no trates mal a Harry- dijo Lily mientras este se encogía disimuladamente, presentía que no trataría bien al chico.
—Ojalá McGonagall nos favoreciera a nosotros —dijo Harry La profesora McGonagall era la jefa de la casa Gryffindor; pero eso no le había impedido darles una gran cantidad de deberes el día anterior.
- Si quieren transformar un escritorio en cerdo tendrán que esforzarse mucho -
- Además si lo hace, solo que muy discretamente –
- Eso no es verdad Joven Lupin – pero el asentimiento de aquellos a los que dio clase y que pertenecieron a otras casas la hicieron ruborizarse.
Justo en aquel momento llegó el correo. Harry ya se había acostumbrado, pero la primera mañana se impresionó un poco cuando unas cien lechuzas entraron súbitamente en el Gran Comedor durante el desayuno, volando sobre las mesas hasta encontrar a sus dueños, para dejarles caer encima cartas y paquetes.
- Seguro que ni en el callejón Diagon viste tantas lechuzas – dijo Edgar
- La verdad es que no -
Hedwig no le había llevado nada hasta aquel día. Algunas veces volaba para mordisquearle una oreja y conseguir una tostada, antes de volver a dormir en la lechucería, con las otras lechuzas del colegio. Sin embargo, aquella mañana pasó volando entre la mermelada y la azucarera y dejó caer un sobre en el plato de Harry Este lo abrió de inmediato.
- No tenía idea de quien me había escrito-
- Te preguntaría hasta que momento sabes de nosotros, pero no nos lo dirás-
- Ya vas aprendiendo Canuto, bien por ti-
- Corni, tu hijo me tomo el pelo - pero este le levantaba los pulgares a su hijo.

Querido Harry (decía con letra desigual),
sé que tienes las tarde de los viernes libre, así que ¿te gustaría venir a tomar una taza de té conmigo, a eso de las tres? Quiero que me cuentes todo lo de tu primera semana. Envíame la respuesta con Hedwig.
Hagrid.

Harry cogió prestada la pluma de Ron y contestó: «Sí, gracias, nos veremos más tarde», en la parte de atrás de la nota, y la envió con Hedwig.
Fue una suerte que Hagrid hubiera invitado a Harry a tomar el té, porque la clase de Pociones resultó ser la peor cosa que le había ocurrido allí, hasta entonces.
Lily comenzó a ver a Severus de una forma no muy amable y el solo se quería que su sillón se lo tragara.
- Mas vale que no te metas con mi hijo Snape – decía con amargura James
Al comenzar el banquete de la primera noche, Harry había pensado que no le caía bien al profesor Snape. Pero al final de la primera clase de Pociones supo que no se había equivocado. No era sólo que a Snape no le gustara Harry: lo detestaba.
*insertar gruñidos de los merodeadores*
Las clases de Pociones se daban abajo, en un calabozo. Hacía mucho más frío allí que arriba, en la parte principal del castillo, y habría sido igualmente tétrico sin todos aquellos animales conservados, flotando en frascos de vidrio, por todas las paredes.
Snape, como Flitwick, comenzó la clase pasando lista y, como Flitwick, se detuvo ante el nombre de Harry
—Ah, sí —murmuró—. Harry Potter. Nuestra nueva... celebridad.
- Como puedes siquiera pensar que a mi hijo de guste la fama que adquirió perdiéndonos a nosotros Severus – decía una muy decepcionada Lily
Draco Malfoy y sus amigos Crabbe y Goyle rieron tapándose la boca.
Snape terminó de pasar lista y miró a la clase. Sus ojos eran tan negros como los de Hagrid, pero no tenían nada de su calidez. Eran fríos y vacíos y hacían pensar en túneles oscuros.
—Vosotros estáis aquí para aprender la sutil ciencia y el arte exacto de hacer pociones —comenzó. Hablaba casi en un susurro, pero se le entendía todo. Como la profesora McGonagall, Snape tenía el don de mantener a la clase en silencio, sin ningún esfuerzo
-Se llama miedo, la verdad es que sus clases si eran interesantes pero el ambiente siempre era de miedo – decía Charlie
—. Aquí habrá muy poco de estúpidos movimientos de varita y muchos de vosotros dudaréis que esto sea magia. No espero que lleguéis a entender la belleza de un caldero hirviendo suavemente, con sus vapores relucientes, el delicado poder de los líquidos que se deslizan a través de las venas humanas, hechizando la mente, engañando los sentidos...
Puedo enseñaros cómo embotellar la fama, preparar la gloria, hasta detener la muerte... si sois algo más que los alcornoques a los que habitualmente tengo que enseñar.
- ¡Joven Snape! ¡No puede decirles eso a los estudiantes! – decía la profesora Sprout muy indignada y los demás profesores de la sala le dieron la razón.
Más silencio siguió a aquel pequeño discurso. Harry y Ron intercambiaron miradas con las cejas levantadas. Hermione Granger estaba sentada en el borde de la silla, y parecía desesperada por empezar a demostrar que ella no era un alcornoque.
- ¡Hermione no seas agresiva! –
- ¡Pues controla lo que piensas Potter! –
Harry volteo a ver a Ron, adolorido de su brazo, como queriendo saber cómo rayos podía controlar sus pensamientos, pero este le lanzo una mirada resignada dándole a entender que con Hermione era mejor no discutir.
— ¡Potter! — dijo de pronto Snape—. ¿Qué obtendré si añado polvo de raíces de asfódelo a una infusión de ajenjo?
- ¡Eso se ve como muy pronto hasta tercero! –
- Lily yo… -
- ¡Cállate! Nada justifica que trates así a mi hijo –  
¿Raíz en polvo de qué a una infusión de qué? Harry miró de reojo a Ron, que parecía tan desconcertado como él. La mano de Hermione se agitaba en el aire.
—No lo sé, señor —contestó Harry.
Los labios de Snape se curvaron en un gesto burlón.
—Bah, bah... es evidente que la fama no lo es todo.
No hizo caso de la mano de Hermione.
—Vamos a intentarlo de nuevo, Potter. ¿Dónde buscarías si te digo que me encuentres un bezoar?
- Sinceramente Severus, ¿no podías tratarlo bien? Tú podías contarle cosas sobre mí, eras mi amigo –   
- ¿Y pensar que le gusta la fama? ¡Quedo huérfano por eso Snape! – pero Snape no escuchaba a James, estaba suficientemente dolido por haber escuchado a Lily decir eras mi amigo.
Hermione agitaba la mano tan alta en el aire que no necesitaba levantarse del asiento para que la vieran, pero Harry no tenía la menor idea de lo que era un bezoar. Trató de no mirar a Malfoy y a sus amigos, que se desternillaban de risa.
—No lo sé, señor.
—Parece que no has abierto ni un libro antes de venir. ¿No es así, Potter?
Harry se obligó a seguir mirando directamente aquellos ojos fríos. Sí había mirado sus libros en casa de los Dursley, pero ¿cómo esperaba Snape que se acordara de todo lo que había en Mil hierbas mágicas y hongos?
Snape seguía haciendo caso omiso de la mano temblorosa de Hermione.
—¿Cuál es la diferencia, Potter; entre acónito y luparia?
Ante eso, Hermione se puso de pie, con el brazo extendido hacia el techo de la mazmorra.
Los miembros de la sala veían a Hermione con una ceja alzada mientras ella se sonrojaba en los brazos de Ron.
—No lo sé —dijo Harry con calma—. Pero creo que Hermione lo sabe. ¿Por qué no se lo pregunta a ella?
- Tan arrogante como el padre –
- ¿¡Y como querías que respondiera!?, ¡aunque no lo sepa, le estabas haciendo preguntas de cursos avanzados! –
- Cursos avanzados, pero su compañera si sabía las respuestas – intentaba defenderse Snape de Lily
- ¡Y porque no le hace caso a ella entonces Sr Snape! – McGonagall estaba furiosa por el trato a sus leones
Unos pocos rieron. Harry captó la mirada de Seamus, que le guiñó un ojo. Snape, sin embargo, no estaba complacido.
—Siéntate —gritó a Hermione—. Para tu información, Potter; asfódelo y ajenjo producen una poción para dormir tan poderosa que es conocida como Filtro de Muertos en Vida. Un bezoar es una piedra sacada del estómago de una cabra y sirve para salvarte de la mayor parte de los venenos. En lo que se refiere a acónito y luparia, es la misma planta. Bueno, ¿por qué no lo estáis apuntando todo?
- Por lo menos aprenden algo – decía Regulus intentando defender a Snape, pero nadie le hizo caso.
Se produjo un súbito movimiento de plumas y pergaminos. Por encima del ruido, Snape dijo:
—Y se le restará un punto a la casa Gryffindor por tu descaro, Potter.
- Antes de que digan algo, me lo gané al responderle así a un profesor –
- Pero él te estaba molestando hijo –
- Aun así, no debí responderle -  
Los del pasado no entendían porque el Joven Potter defendía a Snape
Las cosas no mejoraron para los Gryffindors a medida que continuaba la clase de Pociones. Snape los puso en parejas, para que mezclaran una poción sencilla para curar forúnculos. Se paseó con su larga capa negra, observando cómo pesaban ortiga seca y aplastaban colmillos de serpiente, criticando a todo el mundo salvo a Malfoy, que parecía gustarle.
Esto saco risas burlonas de los bromistas y más aún al ver las caras de Snape y de Draco
En el preciso momento en que les estaba diciendo a todos que miraran la perfección con que Malfoy había cocinado a fuego lento los pedazos de cuernos,
- ¿Eres bueno en Pociones hijo? –
- Si mamá, supongo que… - - supones que ser el favorito del profesor ayudaba bastante – le interrumpió Ron
- Cállate comadreja –
Y Hannah siguió leyendo   
multitud de nubes de un ácido humo verde y un fuerte silbido llenaron la mazmorra. De alguna forma, Neville se las había ingeniado para convertir el caldero de Seamus en un engrudo hirviente que se derramaba sobre el suelo, quemando y haciendo agujeros en los zapatos de los alumnos.
- Mamá, le heredaste a mi hijo tu casi nula capacidad de elaborar pociones –  Augusta se sonrojo y miró mal a su hijo, le iba a responder, pero Neville la interrumpió – Ahora entiendo porque nunca me retabas por mis malas notas en Pociones -   
En segundos, toda la clase estaba subida a sus taburetes, mientras que Neville, que se había empapado en la poción al volcarse sobre él el caldero, gemía de dolor; por sus brazos y piernas aparecían pústulas rojas.
- Mi bebé – Alice miraba a Neville como todavía buscándole esas pústulas rojas, fue el turno de Neville de ruborizarse
—¡Chico idiota! —dijo Snape con enfado, haciendo desaparecer la poción con un movimiento de su varita—. Supongo que añadiste las púas de erizo antes de sacar el caldero del fuego, ¿no?
Neville lloriqueaba, mientras las pústulas comenzaban a aparecer en su nariz.
—Llévelo a la enfermería —ordenó Snape a Seamus.
- ¿Estuviste bien hijo? –
- Si mamá, la Sra. Pomfrey lo arreglo enseguida
Luego se acercó a Harry y Ron, que habían estado trabajando cerca de Neville.
—Tu, Harry Potter. ¿Por qué no le dijiste que no pusiera las púas? Pensaste que si se equivocaba quedarías bien, ¿no es cierto? Éste es otro punto que pierdes para Gryffindor.
- ¡Eso si es injusto! ¡Tú eres el profesor! – decía muy indignada Tonks
Aquello era tan injusto que Harry abrió la boca para discutir, pero Ron le dio una patada por debajo del caldero.
—No lo provoques —murmuró—. He oído decir que Snape puede ser muy desagradable.
Una hora más tarde, cuando subían por la escalera para salir de las mazmorras, la mente de Harry era un torbellino y su ánimo estaba por los suelos. Había perdido dos puntos para Gryffindor en su primera semana... ¿Por qué Snape lo odiaba tanto?
- Por las bromas de este par – respondió Lily señalando a James y a Canuto, ambos tuvieron la decencia de agachar las cabezas
- Si, ahora lo sé – James casi se rompe el cuello al levantar la cabeza de repente - ¿Cómo te enteraste? – le dijo viendo a Lunático y Canuto Mayores, esperando que ellos se lo hubieran contado – De una forma no muy agradable papá, agradece a Sirius y Remus que me explicaron muchas cosas porque yo estaba muy decepcionado de ti, aun lo estoy, pero en ese entonces también estaba furioso – James les sonrió a sus amigos – recordaran que cuando vivía con los Dursley sufrí de algo parecido, por lo que no me gusto cuando lo supe - terminó Harry y la sonrisa de James se evaporo.
- Y miren que cuando se enoja, se enoja – decía Ron para aligerar el ambiente.
—Anímate —dijo Ron—. Snape siempre le quitaba puntos a Fred y a George. ¿Puedo ir a ver a Hagrid contigo?  
Molly miró mal a sus hijos, pero no les dijo nada.
Salieron del castillo cinco minutos antes de las tres y cruzaron los terrenos que lo rodeaban. Hagrid vivía en una pequeña casa de madera, en el borde del bosque prohibido. Una ballesta y un par de botas de goma estaban al lado de la puerta delantera.
Cuando Harry llamó a la puerta, oyeron unos frenéticos rasguños y varios ladridos. Luego se oyó la voz de Hagrid, diciendo:
—Atrás, Fang, atrás.  
La gran cara peluda de Hagrid apareció al abrirse la puerta.
—Entrad —dijo— Atrás, Fang.
Los dejó entrar, tirando del collar de un imponente perro negro.  
Había una sola estancia. Del techo colgaban jamones y faisanes, una cazuela de cobre hervía en el fuego y en un rincón había una cama enorme con una manta hecha de remiendos.
—Estáis en vuestra casa —dijo Hagrid, soltando a Fang, que se lanzó contra Ron y comenzó a lamerle las orejas.
- Cuidado Hermione, Fang te puede quitar a RonRon –
- ¿Me podrían dejar leer? – decía Hannah casi perdiendo la paciencia, cuando vio que los gemelos se callaban siguió la lectura
 Como Hagrid, Fang era evidentemente mucho menos feroz de lo que parecía.
—Éste es Ron —dijo Harry a Hagrid, que estaba volcando el agua hirviendo en una gran tetera y sirviendo pedazos de pastel.
—Otro Weasley, ¿verdad? —dijo Hagrid, mirando de reojo las pecas de
Ron—. Me he pasado la mitad de mi vida ahuyentando a tus hermanos gemelos del bosque.
El pastel casi les rompió los dientes, pero Harry y Ron fingieron que les gustaba, mientras le contaban a Hagrid todo lo referente a sus primeras clases. Fang tenía la cabeza apoyada sobre la rodilla de Harry y babeaba sobre su túnica.
Harry y Ron se quedaron fascinados al oír que Hagrid llamaba a Filch «ese viejo bobo».
La profesora McGonagall vió mal a Hagrid
- No debes decirle eso a los alumnos Hagrid –
—Y en lo que se refiere a esa gata, la Señora Norris, me gustaría presentársela un día a Fang. ¿Sabéis que cada vez que voy al colegio me sigue todo el tiempo? No me puedo librar de ella. Filch la envía a hacerlo. Harry le contó a Hagrid lo de la clase de Snape. Hagrid, como Ron, le dijo a Harry que no se preocupara, que a Snape no le gustaba ninguno de sus alumnos.
—Pero realmente parece que me odie.
— ¡Tonterías! — dijo Hagrid—. ¿Por qué iba a hacerlo?
Sin embargo, Harry no podía dejar de pensar en que Hagrid había mirado hacia otro lado cuando dijo aquello.
- Obviamente se acuerda de nuestras rencillas – dijo James a su hijo tanteando el terreno, y al ver que su hijo le sonreía se relajo.
— ¿Y cómo está tu hermano Charlie? — preguntó Hagrid a Ron—. Me gustaba mucho, era muy bueno con los animales.
Muchos voltearon a ver al semigigante que se veía ligeramente abochornado
- Cambio de tema marca Hagrid – murmuraron la mayoría
Harry se preguntó si Hagrid no estaba cambiando de tema a propósito.
- Con el tiempo me acostumbré a tus súbitos cambios de tema –
- Gracias Cornamentita – varios no entendieron este apodo, pero James se esponjo como pavorreal lleno de orgullo por su pequeño cervatillo.
Mientras Ron le hablaba a Hagrid del trabajo de Charles con los dragones,
- ¿Es que no pudiste elegir un empleo menos peligroso hijo –
- Es lo que me gusta mamá, no te preocupes, de quemaduras y rasguños no pasa – decía Charlie con una sonrisa que se desvaneció al ver que su papá lo miraba mal por preocupar más a su madre
Harry miró el recorte del periódico que estaba sobre la mesa. Era de El Profeta.
RECIENTE ASALTO EN GRINGOTTS
- ¿¡QUEEEE!? –
- ¡Pero es imposible robar el banco! – dijeron la mayoría después del grito generalizado de la mayoría.
- Dejen que Hannah siga leyendo para que sepan – les dijo Neville
- ¡Eso hijo! ¡Apoya a tu novia! – decía con los pulgares arriba Frank
Continúan las investigaciones del asalto que tuvo lugar en Gringotts el 31 de julio. Se cree que se debe al trabajo de oscuros magos y brujas desconocidos.
Los gnomos de Gringotts insisten en que no se han llevado nada.
La cámara que se registró había sido vaciada aquel mismo día.
«Pero no vamos a decirles qué había allí, así que mantengan las narices fuera de esto, si saben lo que les conviene», declaró esta tarde un gnomo portavoz de Gringotts.
Los del pasado ponían especial atención, en especial Albus y Moody ya que si se mencionaba en el libro debía ser importante.
Harry recordó que Ron le había contado en el tren que alguien había tratado de robar en Gringotts, pero su amigo no había mencionado la fecha.
—¡Hagrid! — dijo Harry—. ¡Ese robo en Gringotts sucedió el día de mi cumpleaños! ¡Pudo haber sucedido mientras estábamos allí!
Aquella vez no tuvo dudas: Hagrid decididamente evitó su mirada.
- Esto me suena a curiosidad Potter-Evans – decían Sirius Canuto, Remus y Lunático
- Si Harry es observador, con eso le diste a entender todo Hagrid – decía con pesar Lily
Gruñó y le ofreció más pastel. Harry volvió a leer la nota. «La cámara que se registró había sido vaciada aquel mismo día.» Hagrid había vaciado la cámara setecientos trece, si puede llamarse vaciarla a sacar un paquetito arrugado.
¿Sería eso lo que estaban buscando los ladrones?
Mientras Harry y Ron regresaban al castillo para cenar, con los bolsillos llenos del pétreo pastel que fueron demasiado amables para rechazar; Harry pensaba que ninguna de las clases le había hecho reflexionar tanto como aquella merienda con Hagrid.
- Espero que eso cambien con el transcurso del libro y pongas más empeño en clases hijo –
Y el tono en que lo dijo más esa sonrisa calmada no le gustó mucho a Harry
¿Hagrid habría sacado el paquete justo a tiempo? ¿Dónde podía estar? ¿Sabría algo sobre Snape que no quería decirle?.
- Es casi seguro que sacaron el paquete a tiempo, supongo que el paquete está en Hogwarts, el otro lugar relativamente “seguro” es Gringotts y obviamente sabe del pasado de Snape con tu padre, pero no te lo dirá porque lo más seguro es que no sepa cómo – le contestaba Frank haciendo gala de su perspectiva de auror enorgulleciendo a Alastor.
- Cariño, le estas respondiendo a un libro – claramente Frank se ruborizo por lo que le dijo su esposa para diversión de su hijo.
- Sigue leyendo Hannah – le dijo para que los demás olvidaran lo que pasó, pero la chica entre risas le dijo – Ya terminó el capítulo – y cerro el libro.