Disclairmer. La historia de Harry Potter así como sus
personajes no me pertenecen. (Ya quisiera) le pertenecen a la gran JK Rowling
- ¡OH NO! - bramó Hagrid
- ¿¡Que pasa!?
-No le dije a Harry como entrar al andén.
-No te preocupes Hagrid, fue lo mejor que pudiste haber hecho por mí -
dijo con una sonrisa Harry.
-De acuerdo, ahora, ese es el final, ¿quién lee? -preguntó Tonks. el
capítulo que sigue se llama “El viaje desde el andén nueve y tres cuartos”-
Ron y Harry sonrieron, ya que fue el inicio de su amistad, por su parte
Ginny se sonrojo un poco recordando cómo se puso cuando vio por primera vez a
Harry.
-Yo leeré- dijo Bill, queriendo saber cómo fue el encuentro de Harry con
su familia. –Bien, el capítulo se llama “El viaje desde el andén nueve y tres cuartos” como
Tonks dijo- y comenzó a leer.
El último mes de Harry con los Dursley no fue
divertido. Es cierto que Dudley le tenía miedo y no se quedaba con él en la
misma habitación, y que tía Petunia y tío Vernon no lo encerraban en la alacena
ni lo obligaban a hacer nada ni le gritaban.
Esto saco
sonrisas en los presentes, felices de que Harry pudiera tener unos días
tranquilos
En realidad, ni siquiera le dirigían la palabra.
Mitad aterrorizados, mitad furiosos, se comportaban como si la silla que Harry
ocupaba estuviera vacía.
Aunque aquello significaba una mejora en muchos
aspectos, después de un tiempo resultaba un poco deprimente.
Varios
sintieron tristeza por el joven Harry.
-No se
preocupen, ahora que lo pienso no tenía caso sentirme así, mi vida cambio por
completo cuando me llego la carta -
Eso no
tranquilizo a los jóvenes Remus y Sirius que se preguntaban ¡¿Dónde rayos
estaban ellos?!
Harry se quedaba en su habitación, con su nueva
lechuza por compañía. Decidió llamarla
Hedwig, un nombre que encontró en Una historia
de la magia.
Los libros del colegio eran muy interesantes.
Por la noche leía en la cama hasta tarde,
-Ahijado
mío, nos has decepcionado- decía un Joven Sirius tocándose el pecho como si
leer fuera cosa horrible, mientras ambos pares de gemelos asentían
fervientemente, Canuto Mayor iba a decir algo, pero al ver la cara de Lily
mejor se cayó.
…mientras Hedwig entraba y salía a su
antojo por la ventana abierta. Era una suerte que tía Petunia ya no
entrara en la habitación, porque Hedwig llevaba ratones muertos.
Cada noche, antes de dormir, Harry marcaba
otro día en la hoja de papel que tenía en la pared, hasta el uno de
septiembre.
-Me parece
que es lo que la mayoría hacemos hermano- le dijo Ron a Harry. Y para alegría
del director del colegio la mayoría en la sala asintió, ir a Hogwarts era
fantástico.
Siguieron
leyendo como Harry le pidió a su tío que lo llevara a Londres, nadie tomo a
bien que este solamente le gruñera.
Estaba a punto de volver a subir la escalera,
cuando tío Vernon finalmente habló.
—Qué forma curiosa de ir a una escuela de magos, en
tren. ¿Las alfombras mágicas estarán todas pinchadas?
Harry no contestó nada.
— ¿Y dónde queda ese colegio, de todos modos?
—No lo sé —dijo Harry; dándose cuenta de eso por
primera vez. Sacó del bolsillo el billete que Hagrid le había dado—. Tengo que
coger el tren que sale del andén nueve y tres cuartos, a las once de la
mañana —leyó. Sus tíos lo miraron asombrados.
— ¿Andén qué?
—Nueve y tres cuartos.
—No digas estupideces —dijo tío Vernon—. No hay
ningún andén nueve y tres cuartos.
-No te
preocupes hijo, Petunia sabe perfectamente como entrar al andén-. Harry mejor
no quiso decir nada, de todas formas, el libro lo diría.
—Eso dice mi billete.
—Equivocados —dijo tío Vernon—. Totalmente locos,
todos ellos. Ya lo verás. Tú espera. Muy bien, te llevaremos a King Cross. De
todos modos, tenemos que ir a Londres mañana. Si no, no me molestaría.
— ¿Por qué vais a Londres? —preguntó Harry tratando
de mantener el tono amistoso.
—Llevamos a Dudley al hospital —gruñó tío Vernon—.
Para que le quiten esa maldita cola antes de que vaya a Smeltings.
Los
bromistas de la sala se partían de risa al imaginar a los Dursley entrando a un
hospital para retirarle la cola a un niño.
A la mañana siguiente, Harry se despertó a las
cinco, tan emocionado e ilusionado que no pudo volver a dormir. Se levantó y se
puso los tejanos: no quería andar por la estación con su túnica de mago, ya se
cambiaría en el tren.
-Me
hubiera gustado ver la cara de tus tíos si te ponías la túnica de Hogwarts- le
dijo Bill
Varios se
imaginaron la escena y no pudieron evitar reírse.
Miró otra vez su lista de Hogwarts para estar
seguro de que tenía todo lo necesario, se ocupó de meter a Hedwig en
su jaula y luego se paseó por la habitación, esperando que los Dursley se
levantaran. Dos horas más tarde, el pesado baúl de Harry estaba cargado en el
coche de los Dursley y tía Petunia había hecho que Dudley se sentara con Harry,
para poder marcharse.
Llegaron a King Cross a las diez y media. Tío
Vernon cargó el baúl de Harry en un carrito y lo llevó por la estación.
Harry pensó que era una rara amabilidad, hasta que tío Vernon se detuvo,
mirando los andenes con una sonrisa perversa.
-Por cómo
se ha comportado, algo me dice que eso no es bueno – dijo Ted. Que en realidad
era lo que la mayoría pensaba.
—Bueno, aquí estás, muchacho. Andén nueve, andén
diez... Tú andén debería estar en el medio, pero parece que aún no lo han
construido, ¿no?
Tenía razón, por supuesto. Había un gran número
nueve, de plástico, sobre un andén, un número diez sobre el otro y, en el
medio, nada.
—Que tengas un buen curso —dijo tío Vernon con una
sonrisa aún más torva. Se marchó sin decir una palabra más. Harry se volvió y
vio que los Dursley se alejaban. Los tres se reían.
-Pero,
pero ¡maldita Petunia, ella sabía cómo entrar! -
-Tranquila
Lily, te aseguro que en un futuro seremos nosotros quienes lo llevemos – la
intentaba calmar James, aunque a él también le molestaba lo que le pasaba a su
hijo.
Harry sintió la boca seca. ¿Qué haría? Estaba
llamando la atención, a causa de Hedwig. Tendría
que preguntarle a alguien.
-
¡NOOO! – Exclamaron algunos en la sala.
Detuvo a un guarda que pasaba, pero no se atrevió a
mencionar el andén nueve y tres cuartos. El guarda nunca había oído hablar
de Hogwarts, y cuando Harry no pudo decirle en qué parte del país quedaba,
comenzó a molestarse, como si pensara que Harry se hacía el tonto a
propósito.
- Hay Harry, debiste leer Historia de Hogwarts –
- Para
eso te tengo a ti Hermione -
Sin saber qué hacer, Harry le preguntó por el tren
que salía a las once, pero el guarda le dijo que no había ninguno. Al
final, el guarda se alejó, murmurando algo sobre la gente que hacía perder
el tiempo.
- Es lo bueno de que a veces no le hagan mucho caso
a lo que dicen los niños - decía la profesora Sprout
Según el gran reloj que había sobre la tabla de
horarios de llegada, tenía diez minutos para coger el tren a Hogwarts y no
tenía idea de qué podía hacer. Estaba en medio de la estación con un baúl que
casi no podía transportar, un bolsillo lleno de monedas de mago y una
jaula con una lechuza.
Hagrid debió de olvidar decirle algo que tenía que
hacer, como dar un golpe al tercer ladrillo de la izquierda para entrar en el
callejón Diagon. Se preguntó si debería sacar su varita y comenzar a golpear la
taquilla, entre los andenes nueve y diez.
Eso
definitivamente asusto a muchos.
-
Tranquilos, no aparecí en el profeta ni nada por el estilo- por lo menos en ese
año susurraba
Harry.
-
¿Entonces como lo hiciste? - le pregunto Dorcas
- Ya lo
verán, fue el comienzo de un gran día. – le respondió sonriendo, mientras los hermanos
Weasley le sonreían disimuladamente
En aquel momento, un grupo de gente pasó por su
lado y captó unas pocas palabras.
—... lleno de muggles, por supuesto...
Harry se volvió para verlos. La que hablaba era una
mujer regordeta, que se dirigía a cuatro muchachos, todos con pelo
de llameante color rojo.
-
¡Weasleys a la vista! –
-
¡Gideon, Fabian! No interrumpan a mi hijo.
-Si
Molly- respondieron estos asustados.
Cada uno empujaba un baúl, como Harry, y llevaban
una lechuza.
Con el corazón palpitante, Harry empujó el carrito
detrás de ellos. Se detuvieron y los imitó, parándose lo bastante cerca para
escuchar lo que decían.
Harry
tuvo la decencia de ruborizarse
—Y ahora, ¿cuál es el número del andén? —dijo la
madre.
— ¡Nueve y tres cuartos! — dijo la voz aguda de una
niña, también pelirroja, que iba de la mano de la madre—. Mamá, ¿no puedo
ir...?
-Aww la
MiniPelirroja era tan adorable. -
-Adorable
será mi hechizo Mocomurcielago si no dejas que mi hermano lea Sirius. -
Y el
animago decidió que era mejor callarse
—No tienes edad suficiente, Ginny Ahora estate quieta. Muy bien, Percy, tú primero.
El que parecía el mayor de los chicos se dirigió
hacia los andenes nueve y diez.
Harry observaba, procurando no parpadear para no perderse
nada. Pero justo cuando el muchacho llegó a la división de los dos
andenes, una larga caravana de turistas pasó frente a él
y, cuando se alejaron, el muchacho había
desaparecido.
- Mala suerte nivel Potter – dijeron Ron y Canuto
ante la mirada indignada de padre e hijo Potter
—Fred, eres el siguiente —dijo la mujer regordeta.
—No soy Fred, soy George —dijo el muchacho—. ¿De
veras, mujer, puedes llamarte nuestra madre? ¿No te das cuenta de que yo soy
George?
—Lo siento, George, cariño.
—Estaba bromeando, soy Fred — dijo el muchacho, y se alejó.
- ¡Ustedes son geniales! – festejaban los bromistas.
Mientras que estos hacían reverencias.
Debió pasar, porque un segundo más tarde ya no
estaba. Pero ¿cómo lo había hecho? Su hermano gemelo fue tras él: el tercer
hermano iba rápidamente hacia la taquilla (estaba casi allí) y luego,
súbitamente, no estaba en ninguna parte. No había nadie más.
—Discúlpeme —dijo Harry a la mujer regordeta.
- Lo
siento Sra. Weasley -
- No te
preocupes Harry, eras un niño que no controlaba lo que pensaba- aunque Molly
estaba ligeramente sonrojada al igual que Harry
—Hola, querido —dijo—. Primer año en Hogwarts, ¿no?
Ron también es nuevo.
Señaló al último y menor de sus hijos varones. Era
alto, flacucho y pecoso, con manos y pies grandes y una larga nariz.
Ron miro
mal a su amigo y le dio un zape en su brazo - ¡Oye, no puedo controlar lo que
pienso !- se defendía Harry
—Sí —dijo Harry—. Lo que pasa es que... es que no sé cómo...
— ¿Cómo entrar en el andén? —preguntó bondadosamente, y
Harry asintió con la cabeza.
- Muchas
gracias por ayudarlo Molly-
- No
agradezcas Lily, es lo que tu hubieras hecho por mis hijos.
- Tenlo
por seguro, pero no sé porque sospecho que te tendré que agradecer durante
todos los libros.
—No te preocupes —dijo—. Lo único que tienes que
hacer es andar recto hacia la barrera que está entre los dos andenes. No te
detengas y no tengas miedo de chocar, eso es muy importante.
Lo mejor es ir deprisa, si estás nervioso. Ve
ahora, ve antes que Ron.
—Hum... De acuerdo —dijo Harry.
Empujó su carrito y se dirigió hacia la barrera.
Parecía muy sólida.
Comenzó a andar. La gente que andaba a su alrededor
iba al andén nueve o al diez. Fue más rápido. Iba a chocar contra la taquilla y
tendría problemas. Se inclinó sobre el carrito y comenzó a correr (la barrera
se acercaba cada vez más). Ya no podía detenerse (el carrito estaba fuera
de control), ya estaba allí... Cerró los ojos, preparado para el choque...
- ¡Si! ¡El mini Harry cruzó la barrera! –
-
¡Yujuuuu! – festejaban los bromistas de la sala
Pero no llegó. Siguió rodando. Abrió los ojos. Una
locomotora de vapor, de color escarlata, esperaba en el andén lleno de gente.
Un rótulo decía: «Expreso de Hogwarts, 11 h». Harry miró hacia atrás y vio una
arcada de hierro donde debía estar la taquilla, con las palabras «Andén Nueve y
Tres Cuartos». Lo había logrado.
Una
sonrisa de nostalgia estaba en algunos de los presentes al recordar su primer
viaje en el Expreso de Hogwarts.
El humo de la locomotora se elevaba sobre las cabezas
de la ruidosa multitud, mientras que gatos de todos los colores iban y venían
entre las piernas de la gente. Las lechuzas se llamaban unas a otras, con
un malhumorado ulular, por encima del ruido de las charlas y el movimiento
de los pesados baúles.
Los primeros vagones ya estaban repletos de
estudiantes, algunos asomados por las ventanillas para hablar con sus
familiares, otros discutiendo sobre los asientos que iban a ocupar. Harry
empujó su carrito por el andén, buscando un asiento vacío. Pasó al lado de
un chico de cara redonda que decía:
—Abuelita, he vuelto a perder mi sapo.
—Oh, Neville —oyó que suspiraba la anciana.
-Pero
¿porque no fuimos nosotros contigo? -
-Oh
Neville, no me digas que…-
-Tranquila
mama, ustedes no murieron, solo que… es complicado. – y Hannah abrazó a su
novio para reconfortarlo.
Y con eso
nadie pregunto más, por más que Augusta quería saber el destino de su hijo y de
su nuera, al ver la expresión de Neville decidió esperar
Continuaron
leyendo hasta donde los uno de los gemelos le pregunta a Harry si necesita
ayuda
—Sí, por favor —jadeó Harry.
— ¡Eh, Fred! ¡Ven a ayudar!
Con la ayuda de los gemelos, el baúl de Harry
finalmente quedó en un rincón del compartimiento.
—Gracias —dijo Harry, quitándose de los ojos el
pelo húmedo.
— ¿Qué es eso? —dijo de pronto uno de los gemelos,
señalando la brillante cicatriz de Harry
—Vaya—dijo el otro gemelo—. ¿Eres tú...?
—Es él —dijo el primero—. Eres tú, ¿no? —se dirigió
a Harry.
— ¿Quién? —preguntó Harry.
—Harry Potter —respondieron a coro.
—Oh, él —dijo Harry—. Quiero decir, sí, soy yo.
La
mayoría sonrió por el intercambio de palabras.
- Creo que tendrás que acostumbrarte a eso,
seguramente muchos en Hogwarts hablaran de ti, no me sorprendería que en el
tren se esparza el rumor de que vas a bordo – le dijo Lunatico
- Es algo
a lo que aún no me acostumbro -.
Los dos muchachos lo miraron boquiabiertos y Harry
sintió que se ruborizaba. Entonces, para su alivio, una voz llegó a través de
la puerta abierta del compartimiento.
— ¿Fred? ¿George? ¿Estáis ahí?
—Ya vamos, mamá.
Con una última mirada a Harry, los gemelos saltaron
del vagón.
Harry se sentó al lado de la ventanilla. Desde
allí, medio oculto, podía observar a la familia de pelirrojos en el andén y oír
lo que decían.
La madre acababa de sacar un pañuelo.
—Ron, tienes algo en la nariz.
El menor de los varones trató de esquivarla, pero
la madre lo sujetó y comenzó a frotarle la punta de la nariz.
—Mamá, déjame —exclamó apartándose.
— ¿Ah, el pequeñito Ronnie tiene algo en su naricita?
—dijo uno de los gemelos.
-Chicos,
no molesten a su hermano- les medio reprendió Arthur
— Cállate —dijo Ron.
— ¿Dónde está Percy? —preguntó la madre.
— Ahí viene.
El mayor de los muchachos se acercaba a ellos. Ya
se había puesto la ondulante túnica negra de Hogwarts, y Harry notó que
tenía una insignia plateada en el pecho, con la letra P
—No me puedo quedar mucho, mamá —dijo—. Estoy
delante, los prefectos tenemos dos compartimientos...
-Ya decía
yo que con tantos hijos uno les saldrá defectuoso.
Obviamente
Canuto recibió una mala mirada de Molly y de Percy, este sonreía hasta que
sintió un dolor en la cabeza. –¡Auch! ¡¿Porque me pegas pelirroja?!-
-Porque
es los que Molly hubiera hecho, además yo también fui prefecta, y no estoy
defectuosa.
El hecho
de que lo dijera calmadamente asusto a Canuto y prefirió callar.
—Oh, ¿tú eres un prefecto, Percy? —dijo uno de los
gemelos, con aire de gran sorpresa—. Tendrías que habérnoslo dicho, no
teníamos idea.
—Espera, creo que recuerdo que nos dijo algo —dijo
el otro gemelo—. Una vez...
—O dos...
—Un minuto...
—Todo el verano...
—Oh, callaos —dijo Percy, el prefecto— Muy bien,
cariño, que tengas un buen año. Envíame una lechuza cuando llegues allá.
Besó a Percy en la mejilla y el muchacho se fue.
Luego se volvió hacia los gemelos.
—Ahora, vosotros dos... Este año os tenéis que
portar bien. Si recibo una lechuza más diciéndome que habéis hecho... estallar
un inodoro o...
-Solo les
estas dando ideas Molly- dijo Marlene.
— ¿Hacer estallar un inodoro? Nosotros nunca hemos
hecho nada de eso.
—Pero es una gran idea, mamá. Gracias.
Marlene
asintió como si alguien lo hubiera refutado.
—No tiene gracia. Y cuidad de Ron.
—No te preocupes, el pequeño Ronnie estará seguro
con nosotros.
—Cállate —dijo otra vez Ron. Era casi tan alto como
los gemelos y su nariz todavía estaba rosada, en donde su madre la había
frotado.
Los
gemelos rieron –Cuando mamá sepa que tan bien me cuidaron se les borrara la
sonrisa de su cara - No tuvieron que esperar tanto, ya que la sonrisa se les
había quitado. Esto no le gusto nada a Molly
—Eh, mamá, ¿adivinas a quién acabamos de ver en el
tren?
Harry se agachó rápidamente para que no lo
descubrieran.
— ¿Os acordáis de ese muchacho de pelo negro que
estaba cerca de nosotros, en la estación? ¿Sabéis quién es?
— ¿Quién?
— ¡Harry Potter!
Harry oyó la voz de la niña.
- ¡Tenías que escuchar también eso! – le reclamaba
Ginny a Harry
—Mamá, ¿puedo subir al tren para verlo? ¡Oh, mamá,
por favor...!
—Ya lo has visto, Ginny y, además, el pobre chico
no es algo para que lo mires como en el zoológico…
Ginny se
puso de mil colores.
… ¿Es él realmente, Fred? ¿Cómo lo sabes?
—Se lo pregunté. Vi su cicatriz. Está realmente
allí... como iluminada.
—Pobrecillo... No es raro que esté solo. Fue tan
amable cuando me preguntó cómo llegar al andén...
—Eso no importa. ¿Crees que él recuerda cómo era
Quien-tú-sabes?
La madre, súbitamente, se puso muy seria.
—Te prohíbo que le preguntes, Fred. No, no te atrevas.
Como si necesitara que le recuerden algo así en su primer día de colegio.
—Está bien, quédate tranquila.
Se oyó un silbido.
—Daos prisa —dijo la madre, y los tres chicos
subieron al tren. Se asomaron por la ventanilla para que los besara y la
hermanita menor comenzó a llorar.
—No llores, Ginny, vamos a enviarte muchas
lechuzas.
-Ginny es
la consentida de los mayores-
- ¿Estas
celoso Ron? -
-Claro
que no Charlie - respondió este, aunque la mayoría no le creyó.
—Y un inodoro de Hogwarts.
— ¡George!
—Era una broma, mamá.
- Ese
inodoro nunca llego- Ginny vio con reproche a sus hermanos
- Fue por
una buena causa enana -
El tren comenzó a moverse. Harry vio a la madre de
los muchachos agitando la mano y a la hermanita, mitad llorando, mitad riendo, corriendo
para seguir al tren, hasta que éste comenzó a acelerar y entonces se quedó
saludando. Harry observó a la madre y la hija hasta que desaparecieron, cuando
el tren giró. Las casas pasaban a toda velocidad por la ventanilla. Harry
sintió una ola de excitación. No sabía lo que iba a pasar... pero sería mejor
que lo que dejaba atrás.
- Sin duda alguna – decía con un suspiro Harry.
Tanto sus
padres como Canuto y Lunático se preguntaban porque Harry tenía que vivir con
esa gente
La puerta del compartimiento se abrió y entró el
menor de los pelirrojos.
— ¿Hay alguien sentado ahí? —Preguntó, señalando el
asiento opuesto a Harry—. Todos los demás vagones están llenos.
-Y ahí
comienza la amistad de ustedes dos-
- ¿Dos?
Ósea que tu no fuiste amiga de ellos al instante.
-No,
tuvieron que pasar unas semanas y una serie de acontecimientos para que eso
pasara -.
Eso hizo
que Ron se sintiera mal al recordar como la trato en sus primeras semanas.
Harry negó con la cabeza y el muchacho se sentó.
Lanzó una mirada a Harry y luego desvió la vista rápidamente hacia la
ventanilla, como si no lo hubiera estado observando. Harry notó que todavía
tenía una mancha negra en la nariz.
-Gracias
colega, por decírmelo-
-Temía
que te molestara y que te fueras del vagón Ron.
—Eh, Ron.
Los gemelos habían vuelto.
—Mira, nosotros nos vamos a la mitad del tren,
porque Lee Jordan tiene una tarántula gigante y vamos a verla.
—De acuerdo —murmuró Ron.
—Harry —dijo el otro gemelo—, ¿te hemos dicho
quiénes somos? Fred y George Weasley.
-Los
mejores bromistas de esa generación-
-Dolores
de cabeza, querrán decir Señores Weasley- dijo McGonagall sospechando que
sufriría mucho con ellos.
Y él es Ron,
nuestro hermano. Nos veremos después, entonces.
—Hasta luego —dijeron Harry y Ron. Los gemelos
salieron y cerraron la puerta.
— ¿Eres realmente Harry Potter? —dejó escapar Ron.
- ¡Ronald
Weasley! ¡¿Qué fue lo que les dije?!
-Técnicamente
se los dijiste a los gemelos, y ya escuchaste que se me escapo.
Harry asintió.
—Oh... bien, pensé que podía ser una de las bromas
de Fred y George —dijo
Ron—. ¿Y realmente te hiciste eso... ya sabes...?
Molly
miro mal a su hijo, pero no le dijo nada. Ron tragó con dificultad pues tenía un nudo en la garganta y,
inconscientemente, se acercó a Hermione causando un leve sonrojo por parte de
la chica
Señaló la frente de Harry.
Harry se levantó el flequillo para enseñarle la
luminosa cicatriz. Ron la miró con atención.
— ¿Así que eso es lo que Quien-tú-sabes...?
—Sí —dijo Harry—, pero no puedo recordarlo.
— ¿Nada? —dijo Ron en tono anhelante.
—Bueno... recuerdo una luz verde muy intensa, pero
nada más.
—Vaya —dijo Ron. Contempló a Harry durante unos
instantes y luego, como si se diera cuenta de lo que estaba haciendo, con
rapidez volvió a mirar por la ventanilla.
— ¿Sois una familia de magos? —preguntó Harry, ya
que encontraba a Ron tan interesante como Ron lo encontraba a él.
Esto
sorprendió mucho a Ron
—Oh, sí, eso creo —respondió Ron—. Me parece que
mamá tiene un primo segundo que es contable, pero nunca hablamos de él.
—Entonces ya debes de saber mucho sobre magia.
—Oí que te habías ido a vivir con muggles—dijo
Ron—. ¿Cómo son?
—Horribles... Bueno, no todos ellos. Mi tía, mi tío
y mi primo sí lo son.
-Totalmente
de acuerdo- dijo Ron
Me hubiera gustado tener tres hermanos magos.
—Cinco —corrigió Ron. Por alguna razón parecía
deprimido
- ¿Por qué Ron? - le preguntó su padre
sorprendido.
-Lo diré a continuación- afirmó Ron decaído.
—. Soy el sexto en nuestra familia que va a asistir
a Hogwarts. Podrías decir que tengo el listón muy alto. Bill y Charlie ya han
terminado. Bill era delegado de clase y Charlie era capitán de quidditch. Ahora
Percy es prefecto. Fred y George son muy revoltosos, pero a pesar de eso sacan
muy buenas notas y todos los consideran muy divertidos. Todos esperan que me
vaya tan bien como a los otros, pero si lo hago tampoco será gran cosa, porque
ellos ya lo hicieron primero.
Además, nunca tienes nada nuevo, con cinco
hermanos. Me dieron la túnica vieja de Bill, la varita vieja de Charles y la
vieja rata de Percy.
Ni a Bill
ni a Charlie les gusto que Ron se sintiera menos que ellos
Ron buscó en su chaqueta y sacó una gorda rata
gris, que estaba dormida.
—Se llama Scabbers y no sirve para nada, casi nunca
se despierta. A Percy, papá le regaló una lechuza, porque lo hicieron prefecto,
pero no podían comp... Quiero decir, por eso me dieron a Scabbers.
Lucius
estaba por decir uno de sus tan ácidos comentarios, pero al ver la mirada de su
hijo se calló.
-Creo que
va siendo hora de que cambies esa actitud de superioridad, querido. – le decía
su esposa.
Las orejas de Ron enrojecieron. Parecía pensar que
había hablado demasiado, porque otra vez miró por la ventanilla. Harry no creía
que hubiera nada malo en no poder comprar una lechuza. Después de todo, él
nunca había tenido dinero en toda su vida, hasta un mes atrás, así que le contó
a Ron que había tenido que llevar la ropa vieja de Dudley y que nunca le hacían
regalos de cumpleaños. Eso pareció animar a Ron.
-No debí animarme
con eso compañero.
-No había
manera de que lo supieras, déjalo así- eso n calmo a Ron
—... y hasta que Hagrid me lo contó, yo no tenía
idea de que era mago, ni sabía nada de mis padres o Voldemort...
Ron bufó.
— ¿Qué? —dijo Harry.
—Has pronunciado el nombre de Quien-tú-sabes —dijo
Ron, tan conmocionado como impresionado—. Yo creí que tú, entre todas las
personas...
-
Voldemort mato a mis padres, no es más que un asesino-
En la
sala lo vieron con orgullo, principalmente sus padres.
—No estoy tratando de hacerme el valiente, ni nada
por el estilo, al decir el nombre —dijo Harry—. Es que no sabía que no debía
decirlo. ¿Ves lo que te decía? Tengo muchísimas cosas que aprender... Seguro
—añadió, diciendo por primera vez en voz alta algo que últimamente lo
preocupaba mucho—, seguro que seré el peor de la clase.
- Creo
que ese título me lo llevo yo-
- No
Neville, lo que tu necesitabas era que te subieran la autoestima, además, vas a
la par en Herbologia junto con Hermione. -
Neville
le sonrió a Harry mientras que la Profesora Sprout lo miraba con estima y sus
padres y abuela con orgullo.
—No será así. Hay mucha gente que viene de familias
muggles y aprende muy deprisa.
- Como
Lily. -
- Como
Hermione-
Cabe
decir que estas dos se sonrojaron por lo dicho por sus parejas.
Mientras conversaban, el tren había pasado por
campos llenos de vacas y ovejas. Se quedaron mirando un rato, en silencio, el
paisaje. A eso de las doce y media se produjo un alboroto en el pasillo, y una
mujer de cara sonriente, con hoyuelos, se asomó y les dijo:
— ¿Queréis algo del carrito, guapos?
Harry, que no había desayunado, se levantó de un
salto, pero las orejas de Ron se pusieron otra vez coloradas y murmuró que
había llevado bocadillos.
-No creo
que ser pobre sea tan malo comadreja, con todo lo que tenía yo y mira lo que
tuve que pasar. -
- ¿De qué
hablas hijo? -
-De nada,
es solo que, hay cosas que los galeones no te dan-
Los del
futuro pensaron que Draco había aprendido mucho de la guerra.
Harry salió al pasillo. Cuando vivía con los
Dursley nunca había tenido dinero para comprarse golosinas y, puesto que tenía
los bolsillos repletos de monedas de oro, plata y bronce, estaba listo para
comprarse todas las barras de chocolate que pudiera llevar.
Pero la mujer no tenía Mars.
-Pero hay
Ranas de chocolate que son mejores. - Dijo Tonks
En cambio, tenía Grageas Bertie Bott de Todos los
Sabores, chicle, ranas de chocolate, empanada de calabaza, pasteles de caldero,
varitas de regaliz y otra cantidad de cosas extrañas
que Harry no había visto en su vida. Como no deseaba perderse nada, compró un
poco de todo y pagó a la mujer once sickles de plata y siete knuts de bronce.
Ron lo miraba asombrado, mientras Harry depositaba
sus compras sobre un asiento vacío.
—Tenías hambre, ¿verdad?
—Muchísima —dijo Harry, dando un mordisco a una
empanada de calabaza.
-Mi
querida hermana ni siquiera te dio de desayunar ¿verdad? -
Harry
solo hizo una mueca que Lily supo interpretar
Ron había sacado un arrugado paquete, con cuatro
bocadillos. Separó uno y dijo:
—Mi madre siempre se olvida de que no me gusta la
carne en conserva.
-Oh Ron,
intentare recordarlo. -
-No te
preocupes mama, no es importante. - Molly miro con ternura a su hijo y este se
sonrojo.
—Te la cambio por uno de éstos —dijo Harry,
alcanzándole un pastel—. Sírvete...
—No te va a gustar, está seca —dijo Ron—. Ella no
tiene mucho tiempo —añadió rápidamente—... Ya sabes, con nosotros cinco.
—Vamos, sírvete un pastel —dijo Harry, que nunca
había tenido nada que compartir o, en realidad, nadie con quien compartir nada.
No sabían
si alegrarse o deprimirse con eso.
Era una agradable sensación, estar sentado allí con
Ron, comiendo pasteles y dulces (los bocadillos habían quedado olvidados).
Molly ni
siquiera se molestó por esto.
— ¿Qué son éstos? —Preguntó Harry a Ron, cogiendo
un envase de ranas de chocolate—. No son ranas de verdad, ¿no? —Comenzaba a
sentir que nada podía sorprenderlo.
-Simple y
sencillamente amo la magia. - todos estuvieron de acuerdo con Harry incluido
Severus
—No —dijo Ron—. Pero mira qué cromo tiene. A mí me
falta Agripa.
— ¿Qué?
—Oh, por supuesto, no debes saber... Las ranas de
chocolate llevan cromos, ya sabes, para coleccionar, de brujas y magos famosos.
Yo tengo como quinientos, pero no consigo ni a Agripa ni a Ptolomeo.
-Esos es
definitiva son muchos cromos. - dijo Edgar
Harry desenvolvió su rana de chocolate y sacó el
cromo. En él estaba impreso el rostro de un hombre. Llevaba gafas de media
luna, tenía una nariz larga y encorvada, cabello plateado
suelto, barba y bigotes.
Debajo de la foto estaba el nombre: Albus
Dumbledore.
— ¡Así que éste es Dumbledore! —dijo Harry.
— ¡No me digas que nunca has oído hablar de
Dumbledore! —Dijo Ron—. ¿Puedo servirme una rana? Podría encontrar a Agripa...
Gracias...
La
mayoría sonrió por la ocurrencia de Ron
Harry dio la vuelta a la tarjeta y leyó:
Albus Dumbledore, actualmente director de Hogwarts.
Considerado por casi todo el mundo Como el más grande mago del tiempo presente,
Dumbledore es particularmente famoso por derrotar
al mago tenebroso Grindelwald
en 1945, por el descubrimiento de las doce
aplicaciones de la sangre de dragón, y por su trabajo en alquimia con su
compañero Nicolás Flamel.
Harry Ron
y Hermione se miraron entre sí. Pasar horas y horas en la biblioteca para que o
encontraran en un cromo
El profesor Dumbledore es aficionado a la música de
cámara y a los bolos.
Harry dio la vuelta otra vez al cromo y vio, para
su asombro, que el rostro de Dumbledore había desaparecido.
— ¡Ya no está!
—Bueno, no iba a estar ahí todo el día —dijo Ron—.
Ya volverá. Vaya, me ha salido otra vez Morgana y ya la tengo seis veces
repetida... ¿No la quieres? Puedes empezar a coleccionarlos.
Los ojos de Ron se perdieron en las ranas de
chocolate, que esperaban que las desenvolvieran.
-Serás goloso- le riñó Hermione riendo junto con
Harry.
—Sírvete —dijo Harry—. Pero oye, en el mundo de los
muggles la gente se queda en las fotos.
— ¿Eso hacen? Cómo, ¿no se mueven? —Ron estaba
atónito—. ¡Qué raro!
-Si, es
hijo de Arthur. - Este le sonrió a su cuñado sin saber cuál de los dos era.
Harry miró asombrado, mientras Dumbledore regresaba
al cromo y le dedicaba una sonrisita. Ron estaba más interesado en comer las
ranas de chocolate que en buscar magos y brujas famosas, pero Harry no podía apartar la vista de ellos.
Muy pronto tuvo no sólo a Dumbledore y Morgana, sino también a Ramón Llull, al
rey Salomón, Circe, Paracelso y Merlín. Hasta que finalmente apartó la vista de
la druida Cliodna, que se rascaba la nariz,
para abrir una bolsa de grageas de todos los
sabores.
-Oh, ten
cuidado con esas. -
-Alice
siempre tiene problemas con esos dulces- dijo sonriendo Lily mientras Alice
bufaba.
—Tienes que tener cuidado con ésas —lo previno
Ron—. Cuando dice «todos los sabores», es eso lo que quiere decir. Ya sabes,
tienes todos los comunes, como chocolate, menta y naranja, pero también puedes
encontrar espinacas, hígado y callos.
George dice que una vez encontró una con sabor a
duende.
-Deberías
de dejar de escuchar a los gemelos, o por lo menos creer todo lo que te digan-
dijo Bill interrumpiendo la lectura, – y se sorprenden de que Ron tenga
complejos- reprendió a los gemelos. Estos murmuraron un *lo siento* mientras
que Arthur y Molly miraban con orgullo a su hijo mayor.
Ron eligió una verde,
la observó con cuidado y mordió un pedacito.
—Puaj... ¿Ves? Coles.
Pasaron un buen rato comiendo las grageas de todos
los sabores. Harry encontró tostadas, coco, judías cocidas, fresa, curry, hierbas,
café, sardinas y fue lo bastante valiente para morder la punta de una gris, que
Ron no quiso tocar y resultó ser pimienta.
En aquel momento, el paisaje que se veía por la
ventanilla se hacía más agreste. Habían desaparecido los campos cultivados y
aparecían bosques, ríos serpenteantes y colinas de color verde oscuro. Se oyó
un golpe en la puerta del compartimiento, y entró el muchacho de cara redonda
que Harry había visto al pasar por el andén nueve y tres cuartos. Parecía muy
afligido.
- Y ahí aparezco yo- dijo Neville
—Perdón —dijo—. ¿Por casualidad no habréis visto un
sapo?
Cuando los dos negaron con la cabeza, gimió.
— ¡Lo he perdido! ¡Se me escapa todo el
tiempo!
—Ya aparecerá —dijo Harry.
—Sí —dijo el muchacho apesadumbrado—. Bueno, si lo
veis...
Se fue.
—No sé por qué está tan triste —comentó Ron—. Si yo
hubiera traído un sapo lo habría perdido lo más rápidamente posible.
Aunque en realidad he traído a Scabbers, Así
que no puedo hablar.
La rata seguía durmiendo en las rodillas de Ron.
Los futuristas
gruñeron al ver a la rata. Algo que no pasó desapercibido para Remus y para
Lily ni para Alastor.
—Podría estar muerta y no notarías la
diferencia —dijo Ron con disgusto—. Ayer traté de volverla amarilla para
hacerla más interesante, pero el hechizo no funcionó. Te lo voy a enseñar,
mira...
Revolvió en su baúl y sacó una varita muy gastada.
En algunas partes estaba astillada y, en la punta, brillaba algo blanco.
—Los pelos de unicornio casi se salen. De todos
modos...
Acababa de coger la varita cuando la puerta del
compartimiento se abrió otra vez. Había regresado el chico del sapo, pero
llevaba a una niña con él. La muchacha ya llevaba la túnica de Hogwarts.
Hermione
quería saber cuál había sido la primera impresión de Harry hacia ella
— ¿Alguien ha visto un sapo? Neville perdió uno
—dijo. Tenía voz de mandona, mucho pelo color castaño y los dientes de delante
bastante largos.
- ¡HARRY!
- le grito Hermione dándole un zape en la cabeza.
-Pero
ahora no los tienes lagos, ¿verdad Grenger?
-Y tú le
tienes mido a los hurones, ¿verdad Malfoy?
Harry y
Ron rieron a carcajadas mientras los del pasado se resignaban a esperar para
saber a qué se referían
—Ya le hemos dicho que no —dijo Ron, pero la niña
no lo escuchaba. Estaba mirando la varita que tenía en la mano.
—Oh, ¿estás haciendo magia? Entonces vamos a verlo.
Se sentó. Ron pareció desconcertado.
- ¿Desconcertado o nervioso por tener a Hermione
mirándote? – le decían los gemelos W. con sorna a su hermano menor
- No
molesten - les respondió Ron abrazando a su muy sonrojada novia para diversión
de Harry.
—Eh... de acuerdo. —Se aclaró la garganta—. «Rayo
de sol, margaritas, volved amarilla a esta tonta ratita.»
Agitó la varita, pero no sucedió nada. Scabbers
siguió durmiendo, tan gris como siempre.
— ¿Estás seguro de que es el hechizo apropiado? —Preguntó la niña—. Bueno, no es muy efectivo, ¿no? Yo probé
unos pocos sencillos, sólo para practicar, y funcionaron. Nadie en mi
familia es mago, fue toda una sorpresa cuando recibí mi carta, pero también
estaba muy contenta, por supuesto, ya que ésta es la mejor escuela de
magia, por lo que sé. Ya me he aprendido todos los libros de memoria,
desde luego, espero que eso sea suficiente...
Yo soy Hermione Granger. ¿Y vosotros quiénes sois?
-Un poco
exasperante, ¿no crees? - Harry y Ron miraron mal a Canuto.
Dijo todo aquello muy rápidamente. Harry miró a Ron
y se calmó al ver en su rostro aturdido que él tampoco se había aprendido todos
los libros de memoria.
—Yo soy Ron Weasley —murmuró Ron.
—Harry Potter —dijo Harry.
— ¿Eres tú realmente? —dijo Hermione—. Lo sé todo
sobre ti, por supuesto, conseguí unos pocos libros extra para prepararme más y
tú figuras en Historia de la magia moderna, Defensa contra las Artes Oscuras y
Grandes eventos mágicos del siglo XX.
— ¿Estoy yo? —dijo Harry, sintiéndose mareado.
—Dios mío, no lo sabes. Yo en tu lugar habría
buscado todo lo que pudiera —dijo Hermione—. ¿Sabéis a qué casa vais a ir?
Estuve preguntando por ahí y espero estar en Gryffindor,
parece la mejor de todas. Oí que Dumbledore estuvo
allí, pero supongo que Ravenclaw no será tan mala...
De todos modos, es mejor que sigamos buscando el
sapo de Neville. Y vosotros dos deberíais cambiaros ya, vamos a llegar pronto.
Y se marchó, llevándose al chico sin sapo.
—Cualquiera que sea la casa que me toque, espero
que ella no esté.
-Lo
siento por eso Mione-
-No te
preocupes Ronald, eras un insensible e inmaduro-
Ron no
supo si sentirse tranquilo o insultado.
—dijo Ron. Arrojó su varita al baúl—. Qué hechizo
más estúpido, me lo dijo George.
Seguro que era falso.
Estos se
encogieron al ver las miradas de Bill y Charlie. Tal vez, solo tal vez se
habían pasado un poco.
— ¿En qué casa están tus hermanos? —preguntó Harry
—Gryffindor —dijo Ron. Otra vez parecía deprimido—.
Mamá y papá también estuvieron allí. No sé qué van a decir si yo no estoy. No
creo que Ravenclaw sea tan mala, pero imagina si me ponen en Slytherin.
— ¿Esa es la casa en la que Vol... quiero decir
Quien-tú-sabes... estaba?
—Ajá —dijo Ron. Se echó hacia atrás en el asiento,
con aspecto abrumado.
— ¿Sabes? Me parece que las puntas de los bigotes
de Scabbers están un poco más claras —dijo Harry, tratando de apartar la mente
de Ron del tema de las casas—.
-Eres muy
noble Harry- este se sonrojo por lo dicho por Molly
Y, a propósito, ¿qué hacen ahora tus hermanos
mayores?
Harry se preguntaba qué hacía un mago, una vez que
terminaba el colegio.
—Charlie está en Rumania, estudiando dragones,
y Bill está en África, ocupándose de asuntos para
Gringotts.
Ambos
hermanos sonrieron orgullosos de sus trabajos.
—Explicó Ron—. ¿Te enteraste de lo que pasó en
Gringotts? Salió en El Profeta, pero no creo que las casas de los muggles
lo reciban: trataron de robar en una cámara de alta seguridad.
Harry se sorprendió.
—
¿De verdad? ¿Y qué les ha sucedido?
—Nada, por eso son noticias tan importantes. No los
han atrapado. Mi padre dice que tiene que haber un poderoso mago tenebroso para
entrar en Gringotts, pero lo que es raro es que parece que no se llevaron nada.
Por supuesto, todos se asustan cuando sucede algo
así, ante la posibilidad de que Quien-tú-sabes esté detrás de ello.
Harry repasó las noticias en su cabeza. Había
comenzado a sentir una punzada de miedo cada vez que mencionaban a
Quien-tú-sabes.
Ron lo
miro incrédulo, al igual que la mayoría de los del futuro.
Suponía que aquello era una parte de entrar en el
mundo mágico, pero era mucho más agradable poder decir «Voldemort» sin
preocuparse.
Albus
asistió de acuerdo con el chico, mientras sus padres lo veían orgullosos
— ¿Cuál es tu equipo de quidditch? —preguntó Ron.
—Eh... no conozco ninguno —confesó Harry.
— ¿Cómo? —Ron pareció atónito—. Oh, ya verás, es el
mejor juego del mundo... —Y se dedicó a explicarle todo sobre las cuatro pelotas
y las posiciones de los siete jugadores, describiendo famosas jugadas que había
visto con sus hermanos y la escoba que le gustaría comprar si tuviera el
dinero.
James vio
a Ron como si fuera el mejor amigo del mundo por explicarle eso a Harry.
Le estaba explicando los mejores puntos del juego,
cuando otra vez le abrió la puerta del compartimiento, pero esta vez no era
Neville, el chico sin sapo, ni Hermione Granger.
Entraron tres muchachos, y Harry reconoció de
inmediato al del medio: era el chico pálido de la tienda de túnicas de Madame
Malkin.
Miraba a Harry con mucho más interés que el que
había demostrado en el callejón Diagon.
— ¿Es verdad? —preguntó—. Por todo el tren están
diciendo que Harry Potter está en este compartimento. Así que eres tú, ¿no?
- Pues tuvo razón Joven Lupin – le dijo el profesor
Flitwick
—Sí —respondió Harry. Observó a los otros
muchachos. Ambos eran corpulentos y parecían muy vulgares.
Situados a ambos lados del chico pálido, parecían
guardaespaldas.
—Oh, éste es Crabbe y éste Goyle —dijo el muchacho
pálido con despreocupación, al darse cuenta de que Harry los miraba
- ¿Esos
dos mastodontes tuvieron descendencia? -
-
¿Quiénes fueron las desafortunadas? -
- ¡Sirius
deja leer a mi hijo! –
Y aunque
Molly se refería a Canuto, el Sirius del futuro también se asusto.
—. Y mi nombre es Malfoy, Draco Malfoy.
Ron dejó escapar una débil tos, que podía estar
ocultando una risita. Draco (dragón) Malfoy lo miró.
—Te parece que mi nombre es divertido, ¿no? No
necesito preguntarte quién eres. Mi padre me dijo que todos los Weasley son
pelirrojos, con pecas y más hijos que los que pueden mantener.
Los
gemelos Prewett miraron mal a Draco pero al ver que este parecía avergonzado y
que los hermanos Weasley no estaban molestos mejor no dijeron nada
Se volvió hacia Harry.
—Muy pronto descubrirás que algunas familias de
magos son mucho mejores que otras, Potter. No querrás hacerte amigo de los de
la clase indebida. Yo puedo ayudarte en eso.
Extendió la mano, para estrechar la de Harry;
pero Harry no la aceptó.
- ¡Ese es
mi muchacho! - James sonreía a su hijo
—Creo que puedo darme cuenta solo de cuáles son los
indebidos, gracias —dijo con frialdad.
Draco Malfoy no se ruborizó, pero un tono rosado
apareció en sus pálidas mejillas.
Lo mismo
pasaba con el Draco de la sala
—Yo tendría cuidado, si fuera tú, Potter —dijo con
calma—. A menos que seas un poco más amable, vas a ir por el mismo camino que
tus padres. Ellos tampoco sabían lo que era bueno para ellos. Tú sigue con
gentuza como los Weasley y ese Hagrid y terminarás como ellos.
- ¡Como
te atreves! – gritaban la mayoría.
-Miren si
van a gritar cada que diga algo indebido, nos llevaría mucho tiempo porque son
7 libros, confórmense con haber que poco a poco he ido pagando mis errores -.
Con esto
la sala se calló, pero Narcisa se preguntaba que tanto había pasado su hijo.
Harry y Ron se levantaron al mismo tiempo. El
rostro de Ron estaba tan rojo como su pelo.
—Repite eso —dijo.
—Oh, vais a pelear con nosotros, ¿eh? —se burló
Malfoy.
—Si no os vais ahora mismo... —dijo Harry, con más
valor que el que sentía, porque Crabbe y Goyle eran mucho más fuertes que él y
Ron.
-Si se parecen a sus padres no sabrán ni coger la varita- dijo Remus
con desdén
—Pero nosotros no tenemos ganas de irnos, ¿no es
cierto, muchachos? Nos hemos comido todo lo que llevábamos y vosotros parece
que todavía tenéis algo.
- Aunque
si era un poco mimado-
- ¿Un
poco? -
- Cállate
comadreja-
Goyle se inclinó para coger una rana de chocolate del
lado de Ron. El pelirrojo saltó hacia él, pero antes de que pudiera tocar a
Goyle, el muchacho dejó escapar un aullido terrible.
Scabbers, la rata, colgaba del dedo de Goyle, con
los agudos dientes clavados profundamente en sus nudillos.
Ron, Harry y Hermione intercambiaron miradas
incrédulas. Lo mismo hicieron Remus y Sirius.
Crabbe y Malfoy retrocedieron mientras Goyle
agitaba la mano para desprenderse de la rata, gritando de dolor, hasta que,
finalmente, Scabbers salió volando, chocó contra la ventanilla
y los tres muchachos desaparecieron. Tal vez
pensaron que había más ratas entre las golosinas, o quizás oyeron los pasos
porque, un segundo más tarde, Hermione Granger volvió a entrar.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó, mirando las golosinas
tiradas por el suelo y a Ron que cogía a Scabbers por la cola.
—Creo que se ha desmayado —dijo Ron a Harry.
Miró más de cerca a la rata—. No, no puedo creerlo,
ya se ha vuelto a dormir.
Y era así.
— ¿Conocías ya a Malfoy?
Harry le explicó el encuentro en el callejón Diagon.
-Apenas
se conocen y ya se están contando todo –
- Y así
será siempre Luna, uno se acostumbra -
—Oí hablar sobre su familia —dijo Ron en tono
lúgubre—. Son algunos de los primeros que volvieron a nuestro lado después de
que Quien-tú-sabes desapareció. Dijeron que los habían hechizado.
Mi padre no se lo cree. Dice que el padre de Malfoy
no necesita una excusa para pasarse al Lado Oscuro.
Alastor
estuvo de acuerdo con el Sr. Weasley.
—Se volvió hacia Hermione—. ¿Podemos ayudarte en
algo?
—Mejor que os apresuréis y os cambiéis de ropa.
Acabo de ir a la locomotora, le pregunté al conductor y me dijo que ya casi
estamos llegando. No os estaríais peleando, ¿verdad? ¡Os vals a meter en líos
antes de que lleguemos!
—Scabbers se estuvo peleando, no nosotros —dijo
Ron, mirándola con rostro severo—. ¿Te importaría salir para que nos cambiemos?
—Muy bien... Vine aquí porque fuera están haciendo
chiquilladas y corriendo por los pasillos —dijo Hermione en tono despectivo—. A
propósito, ¿te has dado cuenta de que tienes sucia la nariz?
Ron se
sonrojo mientras que sus hermanos y tíos se burlaban.
Ron le lanzó una mirada de furia mientras ella
salía. Harry miró por la ventanilla. Estaba oscureciendo. Podía ver montañas y
bosques, bajo un cielo de un profundo color púrpura. El tren parecía aminorar
la marcha. Él y Ron se quitaron las camisas y se pusieron las largas túnicas
negras. La de Ron era un poco corta para él, y se le podían ver los pantalones
de gimnasia. Una voz retumbó en el tren.
—Llegaremos a Hogwarts dentro de cinco minutos. Por
favor, dejen su equipaje en el tren, se lo llevarán por separado al colegio.
- ¡Ya
están llegando! ¡Ya están llegando! – festejaba Canuto
- Black,
cálmate –
- Esta
bien Marlene, no sea tan enojona- y el Sirius del futuro sonreía con nostalgia,
lo que no fue pasado por desapercibido por Harry y Regulus.
El estómago de Harry se retorcía de nervios y Ron,
podía verlo, estaba pálido debajo de sus pecas.
Llenaron sus bolsillos con lo que quedaba de las
golosinas y se reunieron con el resto del grupo que llenaba los pasillos. El
tren aminoró la marcha, hasta que finalmente se detuvo. Todos se empujaban para
salir al pequeño y oscuro andén. Harry se estremeció bajo el frío aire de la
noche. Entonces apareció una lámpara moviéndose sobre las cabezas de los
alumnos,
y Harry oyó una voz conocida:
— ¡Primer año! ¡Los de primer año por aquí! ¿Todo
bien por ahí, Harry?
La gran cara peluda de Hagrid rebosaba alegría
sobre el mar de cabezas.
—Venid, seguidme... ¿Hay más de primer año? Mirad
bien dónde pisáis. ¡Los de primer año, seguidme!
Resbalando y a tientas, siguieron a Hagrid por lo
que parecía un estrecho sendero. Estaba tan oscuro que Harry pensó que debía de
haber árboles muy tupidos a ambos lados. Nadie hablaba mucho. Neville, el chico
que había perdido su sapo, lloriqueaba de vez en cuando.
—En un segundo, tendréis la primera visión de
Hogwarts —exclamó Hagrid por encima del hombro—, justo al doblar esta curva.
Se produjo un fuerte ¡ooooooh!
La mayoría
sonreían nostálgicos, la primera visión de Hogwarts era asombrosa
El sendero estrecho se abría súbitamente al borde
de un gran lago negro. En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus
ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo
con muchas torres y torrecillas.
— ¡No más de cuatro por bote! —gritó Hagrid,
señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla.
Harry y Ron subieron a uno, seguidos por Neville y Hermione.
— ¿Todos habéis subido? —continuó Hagrid, que tenía
un bote para él solo
—. ¡Venga! ¡ADELANTE!
Y la pequeña flota de botes se movió al mismo
tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el cristal. Todos
estaban en silencio, contemplando el gran castillo que se elevaba sobre sus
cabezas mientras se acercaban cada vez más al risco donde se erigía.
— ¡Bajad las cabezas! —exclamó Hagrid, mientras los
primeros botes alcanzaban el peñasco. Todos agacharon la cabeza y los botecitos
los llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura
en la parte delantera del peñasco. Fueron por un túnel oscuro que parecía
conducirlos justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de
muelle subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros.
— ¡Eh, tú, el de allí! ¿Es éste tu sapo? —dijo
Hagrid, mientras vigilaba los botes y la gente que bajaba de ellos.
—¡Trevor! —gritó Neville, muy contento, extendiendo
las manos.
Luego subieron por un pasadizo en la roca, detrás
de la lámpara de Hagrid, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la
sombra del castillo. Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante
la gran puerta de roble.
— ¿Estáis todos aquí? Tú, ¿todavía tienes tu sapo?
Hagrid levantó un gigantesco puño y llamó tres
veces a la puerta del castillo.
-Y
así termina el capítulo, ¿Alguien quiere leer? – ofreció Bill y Dorcas que había estado
callada se ofreció. -Bien, el capítulo se llama El sombrero seleccionador…- y
Harry se preocupó un poco.
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