Disclairmer. La historia de Harry Potter así como sus
personajes no me pertenecen. (Ya quisiera) le pertenecen a la gran JK Rowling.
-Y así
termina el capítulo, ¿Alguien quiere leer? –
ofreció Bill y Dorcas que había estado callada se ofreció. -Bien, el
capítulo se llama El sombrero seleccionador…- y Harry se preocupó un poco.
- Vamos
Meadowes, ya quiero escuchar la selección de mi hijo. - dijo
decididamente haciendo que este tragara saliva. Nunca había mencionado lo que
le había dicho el sombrero, esperaba que no lo tomaran a mal.
-Bien el capítulo se llama “El
sombrero seleccionador”
La puerta se abrió de inmediato. Una
bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí.
Tenía un rostro muy severo, y el primer
pensamiento de Harry fue que se trataba de alguien con quien era mejor no tener
problemas.
-Sí, es lo primero que piensas al ver a
McGonagall, es como si fuera tu instinto.
-Pues no es como si le hiciera caso a
su instinto Joven Black. -
-Si bueno, nos gusta lo arriesgado. -
Respondió Sirius en lugar de su yo joven, y entre ambos chocaban las palmas.
—Los de primer año, profesora
McGonagall —dijo Hagrid.
—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré
desde aquí.
Abrió bien la puerta. El vestíbulo de
entrada era tan grande que hubieran podido meter toda la casa de los Dursley en
él.
- ¡Hogwarts! ¡Hogwarts! - coreaban los
gemelos.
Las paredes de piedra estaban
iluminadas con resplandecientes antorchas como las de Gringotts, el techo era
tan alto que no se veía y una magnífica escalera de mármol, frente a ellos,
conducía a los pisos superiores.
Siguieron a la profesora McGonagall a
través de un camino señalado en el suelo de piedra. Harry podía oír el
ruido de cientos de voces, que salían de un portal situado a la derecha (el
resto del colegio debía de estar allí), pero la profesora McGonagall llevó a
los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se
reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados,
mirando con nerviosismo a su alrededor.
-Y a continuación viene el discurso de
McGonagall…- digo Edgar
—Bienvenidos a Hogwarts —dijo la
profesora McGonagall—. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de
poco, pero antes de que ocupéis vuestros lugares en el Gran Comedor deberéis
ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es una ceremonia muy
importante porque, mientras estéis aquí, vuestras casas serán como vuestra
familia en Hogwarts. Tendréis clases con el resto de la casa que os toque,
dormiréis en los dormitorios de vuestras casas y pasaréis el tiempo libre en la
sala común de la casa.
- Además que es donde encontraras una
familia para toda la vida- Dijo Harry sonriéndole a Ron y a Hermione.
- ¡Bien dicho Harry! - le festejaron
los hermanos Weasley
Hufflepuff,
Ravenclaw,
y Slytherin.
Cada casa tiene su propia noble
historia y cada una ha producido notables brujas y magos.
-Sobretodo Slytherin, claro está-.
-Sirius te recuerdo que yo pertenecí a
esa casa.- decía Andrómeda refiriéndose
a Canuto
Mientras estéis en Hogwarts, vuestros
triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier
infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que
obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran
honor. Espero que todos vosotros seréis un orgullo para la casa que os
toque. »La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos,
frente al resto del colegio. Os sugiero que, mientras esperáis, os
arregléis lo mejor posible.
-Y con eso tienen para estar aún más
intranquilos. – decía Hestia
Los ojos de la profesora se detuvieron
un momento en la capa de Neville, que estaba atada bajo su oreja
izquierda, y en la nariz manchada de Ron.
Ambos se sonrojaron por este hecho.
Con nerviosismo, Harry trató de
aplastar su cabello.
-Creo que tengo suficiente experiencia
con su padre Sr. Potter, le aseguro que sé a la perfección que ese cabello no
se asienta con nada. - Harry le sonrió a su profesora favorita.
—Volveré cuando lo tengamos todo listo
para la ceremonia —dijo la profesora McGonagall—. Por favor, esperad
tranquilos.
-Como si degspues de egso pudiegan
estag tganquilos.-
Salió de la habitación. Harry tragó con
dificultad.
— ¿Cómo se las arreglan
exactamente para seleccionarnos? —preguntó a Ron.
—Creo que es una especie de prueba.
Fred dice que duele mucho, pero creo que era una broma.
- ¿De verdad escuchabas lo que te
decíamos? -
- Sí, bueno, Percy se la pasaba con sus
libros mientras que Charlie y Bill en sus trabajos en el extranjero. Eran
ustedes con quienes más convivía, quienes me podían decir cosas del colegio. -
Cabe decir que los gemelos se
sintieron un tanto culpables y las miradas de reprobación de sus hermanos
mayores no ayudaban.
El corazón de Harry dio un terrible
salto. ¿Una prueba? ¿Delante de todo el colegio? Pero él no sabía nada de magia
todavía... ¿Qué haría? No esperaba algo así, justo en el momento en que
acababan de llegar. Miró temblando a su alrededor y vio que los demás también
parecían aterrorizados.
Nadie hablaba mucho, salvo Hermione
Granger, que susurraba muy deprisa todos los hechizos que había aprendido y se
preguntaba cuál necesitaría.
Esta se sonrojo considerablemente.
Harry intentó no escucharla. Nunca
había estado tan nervioso, nunca, ni siquiera cuando tuvo que llevar a los
Dursley un informe del colegio que decía que él, de alguna manera, había vuelto
azul la peluca de su maestro.
-Estoy orgulloso de ti,
hijo/ahijado/Harry- dijeron tres voces a la vez mientras Lily y Minerva
compartían una mirada asustada y los demás reían.
Los dos pares de gemelos levantaban los
pulgares.
Mantuvo los ojos fijos en la puerta. En
cualquier momento, la profesora McGonagall regresaría y lo llevaría a su juicio
final.
- De acuerdo Harry, eso fue dramático -
dijo Charlie
- Si, bueno, tiendo a exagerar un poco
-
Continuaron leyendo sobre como
aparecieron los fantasmas hasta que llego la profesora McGonagall
—. La Ceremonia de Selección va a comenzar.
La profesora McGonagall había vuelto.
Uno a uno, los fantasmas flotaron a través de la pared opuesta.
—Ahora formad una hilera —dijo la
profesora a los de primer año— y seguidme.
Con la extraña sensación de que sus
piernas eran de plomo, Harry se puso detrás de un chico de pelo claro, con
Ron tras él. Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo,
pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor. Harry nunca
habría imaginado un lugar tan extraño y espléndido.
Estaba iluminado por miles y miles de
velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás
estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas
de oro.
Remus le sonrió le profesor Dumbledore,
esos cubiertos fueron cambiados cuando él llegó a Hogwarts.
En una tarima, en la cabecera del
comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La profesora
McGonagall condujo allí a los alumnos de primer año y los hizo detener y formar
una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus espaldas. Los
cientos de rostros que los miraban parecían pálidas linternas bajo la luz
brillante de las velas. Situados entre los estudiantes, los fantasmas tenían un
neblinoso brillo plateado. Para evitar todas las miradas, Harry levantó la
vista y vio un techo de terciopelo negro, salpicado de estrellas. Oyó susurrar
a Hermione: «Es un hechizo para que parezca como el cielo de fuera, lo leí en
la historia de Hogwarts».
-Sigo impresionada de que nadie lo
leyera. - murmuraba Hermione, solo Lily y Remus compartían su opinión.
Era difícil creer que allí hubiera
techo y que el Gran Comedor no se abriera directamente a los cielos. Harry
bajó la vista rápidamente, mientras la profesora McGonagall ponía en silencio
un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete
puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy
sucio. Tía Petunia no lo habría admitido en su casa.
Algunos sonrieron imaginándose ese
sombrero en casa de los Dursley
Tal vez tenían que intentar sacar un
conejo del sombrero, pensó Harry
- ¿Sacar un conejo del sombrero? -
preguntó Draco
- Es lo que los muggles interpretan
cono magia, es solamente una ilusión - le explico Lily
- Fascinante… – pero una mirada severa de su esposa calló
al Sr Weasley
Algo irreflexiblemente, eso era lo
típico de... Al darse cuenta de que todos los del comedor contemplaban el
sombrero, Harry también lo hizo. Durante unos pocos segundos, se hizo un
silencio completo. Entonces el sombrero se movió.
Una rasgadura cerca del borde se abrió,
ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar:
Oh, podrás pensar que no soy bonito,
pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes
encontrar
un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,
sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador
de Hogwarts
y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
que el Sombrero Seleccionador no pueda
ver.
Así que pruébame y te diré
dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff
donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
de verdad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de
Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
porque los de inteligencia y erudición
siempre encontrarán allí a sus
semejantes.
O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier
medio
para lograr sus fines.
Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las
tenga).
Porque soy el Sombrero Pensante.
Todo el comedor estalló en aplausos
cuando el sombrero terminó su canción.
Al igual que en la sala lo hacían los
Gemelos Weasley junto a sus tíos, a los cuales se les unieron los merodeadores.
Éste se inclinó hacia las cuatro mesas
y luego se quedó rígido otra vez.
— ¡Entonces sólo hay que probarse el
sombrero! —susurró Ron a Harry—. Voy a matar a Fred.
Nadie noto la mirada de los pelirrojos,
desde Bill hasta Ginny, aun les dolía la muerte de su hermano.
Harry sonrió débilmente. Sí, probarse
el sombrero era mucho mejor que tener que hacer un encantamiento, pero habría
deseado no tener que hacerlo en presencia de todos.
Si el sombrero hubiera mencionado una
casa para la gente que se sentía un poco indispuesta, ésa habría sido la suya.
-Creo que es así como se sieten la
mayoría de los estudiantes al llegar al colegio.- decía Hestia.
La profesora McGonagall se adelantaba
con un gran rollo de pergamino.
—Cuando yo os llame, deberéis poneros
el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccionen —dijo—. ¡Abbott,
Hannah!
Hannah se
avergonzó un poco al ser mencionada por primera vez en la lectura, Neville la
abrazó ante la mirada de sus padres a los que les gustaba la chica que su hijo
había escogido.
Una niña de rostro rosado y trenzas
rubias salió de la fila, se
puso el sombrero, que la tapó hasta los ojos, y se sentó. Un momento de
pausa.
— ¡HUFFLEPUFF!— gritó el sombrero.
La mesa de la derecha aplaudió mientras
Hannah iba a sentarse con los de Hufflepuff. Harry vio al fantasma del Fraile
Gordo saludando con alegría a la niña.
Dora sonrió al recordar al fantasma de
su casa.
— ¡Bones, Susan!
- ¡Es mi sobrina! ¿En que
casa quedó? –
- Creo, Edgar, que si dejas que Dorcas lea nos
enteraremos – de decía Hestia a un sonrojado Edgar
—¡HUFFLEPUFF! —gritó otra vez el
sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.
— ¡Boot, Terry!
— ¡RAVENCLAW!
La segunda mesa a la izquierda aplaudió
esta vez. Varios Ravenclaws se levantaron para estrechar la mano de Terry,
mientras se reunía con ellos. Brocklehurst, Mandy también fue a Ravenclaw, pero Brown, Lavender resultó la primera nueva Gryffindor,
en la mesa más alejada de la izquierda, que estalló en vivas. Harry pudo ver a los hermanos gemelos de Ron,
silbando.
Lo mismo
hacían en la sala en compañía de sus tíos.
Bulstrode, Millicent fue a Slytherin.
Draco gruñó, no le agradó nunca esa
niña.
Tal vez era la imaginación de Harry;
después de todo lo que había oído sobre Slytherin, pero le pareció que era un
grupo desagradable.
Los pocos
slytherins presentes fulminaban a Harry con la mirada-
-Gracias por
lo que nos toca-
-Esque de
verdad eran desagradables, o la mayoría al menos. – y Draco no supo cómo
defenderse de eso.
Comenzaba a sentirse decididamente mal.
Recordó lo que pasaba en las clases de gimnasia de su antiguo colegio, cuando
se escogían a los jugadores para los equipos. Siempre había sido el último en
ser elegido, no porque fuera malo, sino porque nadie deseaba que Dudley pensara
que lo querían.
Los merodeadores bufaron molestos ante
esto. Ellos, que siempre
habían sido queridos en el colegio, no veían con buenos ojos lo que Harry había
pasado.
— ¡Finch-Fletchley, Justin!
—¡HUFFLEPUFF!
Harry notó que, algunas veces, el
sombrero gritaba el nombre de la casa de inmediato, pero en otras tardaba
un poco en decidirse.
-Eso sucede cuando tienen varias
habilidades, el sombrero no decide cual es la que más representa al estudiante.
- dijo McGonagall
—Finnigan, Seamus. — El muchacho
de cabello arenoso, que estaba al lado de Harry en la fila, estuvo sentado un
minuto entero, antes de que el sombrero lo declarara un Gryffindor.
—Granger, Hermione.
Hermione casi corrió hasta el taburete
y se puso el sombrero, muy nerviosa.
Lily le sonrió a la amiga de su hijo,
le recordaba a ella misma.
- La verdad estaba un poco tranquila ya
que no teníamos que hacer otra cosa más que ponernos el sombrero.
—¡GRYFFINDOR! —gritó el sombrero.
Ron gruñó.
Un horrible pensamiento atacó a Harry,
uno de aquellos horribles pensamientos que aparecen cuando uno está muy
intranquilo. ¿Y si a él no lo elegían para ninguna casa? ¿Y si se quedaba
sentado con el sombrero sobre los ojos, durante horas, hasta que la profesora
McGonagall se lo quitara de la cabeza para decirle que era evidente que se
habían equivocado y que era mejor que volviera en el tren?
-Igual de dramático que el padre
¿cierto Remus? -
-Efectivamente Sirius. - y ambos
chocaron los puños cuando James les envío una mirada asesina.
-Yo me sentía igual Harry – le decía
Neville con una sonrisa
Cuando Neville Longbottom, el chico que
perdía su sapo fue llamado, se tropezó con el taburete.
-Oh, eres igual de torpe que yo. -
Neville le mando una mirada de
comprensión a su madre.
El sombrero tardó un largo rato en
decidirse. Cuando finalmente gritó:
¡GRYFFINDOR!,
Los padres del chico lo miraron
orgullosos.
Neville salió corriendo, todavía con el
sombrero puesto y tuvo que devolverlo, entre las risas de todos a
MacDougal, Morag.
Malfoy se adelantó al oír su nombre y
de inmediato obtuvo su deseo: el sombrero apenas tocó su cabeza y gritó:
¡SLYTHERIN!
-Como era de esperarse - dijo Lucius
arrogantemente
Malfoy fue a reunirse con sus amigos
Crabbe y Goyle, con aire de satisfacción. Ya no quedaba mucha gente.
Moon... Nott... Parkinson... Después unas gemelas, Patil y Patil... Más tarde
Perks, Sally-Anne...
y, finalmente:
— ¡Potter; Harry!
Harry se removió incómodo en su asiento.
Mientras Harry se adelantaba, los
murmullos se extendieron súbitamente como fuegos artificiales.
—¿Ha dicho Potter?
—¿Ese Harry Potter?
-Como si hubiera otro- decían los
Prewets
Lo último que Harry vio, antes de que
el sombrero le tapara los ojos, fue el comedor lleno de gente que trataba de
verlo bien. Al momento siguiente, miraba el oscuro interior del sombrero.
Esperó.
Al igual que la mayoría en la sala
—Mm —dijo una vocecita en su oreja—.
Difícil. Muy difícil.
Lleno de valor, lo veo.
Harry estaba pálido, miró en dirección
a su padre que sonreía orgulloso. -Obviamente serás Gryffindor -
Tampoco la mente es mala.
-Ravenclaw sería una buena casa, pero
mi cachorrito será un leoncito -
-Oh, Siri… Canuto, no interrumpas-
- ¿Porque a cornamenta no le dices
nada? -
-Porque es mi esposo-
James se burlò de Canuto y este le saco
la lengua.
- Y no me digas cachorrito – a mucho
les daba gracia el mote de Harry
Hay talento, oh vaya, sí, y una buena
disposición para probarse a sí mismo, esto es muy interesante...
Entonces, ¿dónde te pondré?
**En Gryffindor** pensaban los
merodeadores.
Harry se aferró a los bordes del
taburete y pensó: «En Slytherin no, en Slytherin no».
—En Slytherin no, ¿eh? —dijo la
vocecita—. ¿Estás seguro?
James estaba nervioso, no quería que su
hijo fuese a Slytherin, pero, era su hijo, y una casa del colegio no iba a
cambiar eso.
Podrías ser muy grande, sabes, lo
tienes todo en tu cabeza y Slytherin te ayudaría en el camino hacia la
grandeza.
No hay dudas, ¿verdad? Bueno, si estás
seguro, mejor que seas
¡GRYFFINDOR!
- ¡SI! ¡VIVA! Mi hijo es un leoncito-
pero al ver la mirada de Lily -aunque no me hubiera molestado si quedabas en
otra casa-. decía nervioso.
- ¿Por eso estabas tan
nervioso?¿creíste que te juzgaremos si hubieras quedado en Slytherin?- le
cuestionó Hermione
-Algo así- respondió Harry
-No seas tonto colega, eso ya paso- y
al ver que a nadie parecía importarle se relajó.
-Pues yo estoy feliz de que estés en
Gryffindor hijo, ahora solo falta que en segundo entres al equipo de Quidditch
y estaré 100% orgulloso de ti.
- ¿Ósea que si no entra al equipo no lo
estarás? - dijo con voz dulce Lily.
-Yo... veras Lils… yo no quise decir
eso amor. - pero le envío una mirada a Harry clara de que más le valía entrar
al equipo, este esperaba saber la reacción de su padre cuando descubriera que
es buscador desde 1er año.
Harry oyó al sombrero gritar la última
palabra a todo el comedor. Se quitó el sombrero y anduvo, algo mareado, hacia
la mesa de Gryffindor. Estaba tan aliviado de que lo hubiera
elegido y no lo hubiera puesto en Slytherin, que casi no se dio cuenta de que
recibía los saludos más calurosos hasta el momento. Percy el prefecto se puso
de pie y le estrechó la mano vigorosamente, mientras los gemelos Weasley
gritaban: «¡Tenemos a Potter! ¡Tenemos a Potter!».
McGonagall sonreía orgullosa de tener a
ese muchacho en su casa, aunque, claro está, esperaba que fuera más como la
madre que como el padre.
Harry se sentó en el lado opuesto al
fantasma que había visto antes. Éste le dio una palmada en el brazo, dándole la
horrible sensación de haberlo metido en un cubo de agua helada.
Podía ver bien la Mesa Alta. En la
punta, cerca de él, estaba Hagrid, que lo miró y levantó los pulgares. Harry le
sonrió. Y allí, en el centro de la Mesa Alta, en una gran silla de oro,
estaba sentado Albus Dumbledore. Harry lo reconoció de inmediato, por el cromo
de las ranas de chocolate.
-Mi logro más
importante, cabe señalar – la mayoría veía con estima al chiflado profesor.
El cabello plateado de Dumbledore era
lo único que brillaba tanto como los fantasmas.
Harry también vio al profesor Quirrell,
el nervioso joven del Caldero Chorreante.
Tanto Lunatico como Remus bufaron, ya
que consideraban al “profesor” un inepto por el simple hecho de temerle a su materia.
Estaba muy extravagante, con un gran
turbante púrpura. Y ya quedaban solamente tres alumnos para seleccionar. A
Turpin, Lisa le tocó Ravenclaw, y después le llegó el turno a Ron. Tenía una palidez
verdosa y Harry cruzó los dedos debajo de la mesa.
Ron le sonrió a Harry
Un segundo más tarde, el sombrero
gritó:
¡GRYFFINDOR!
Harry aplaudió con fuerza, junto con
los demás,
Al igual que todos los Weasley de la
sala, junto con sus gemelos tíos.
…mientras que Ron se desplomaba en la
silla más próxima.
—Bien hecho, Ron, excelente —dijo
pomposamente Percy Weasley, por encima de Harry, mientras que Zabini, Blaise
era seleccionado para Slytherin.
La profesora McGonagall enrolló el
pergamino y se llevó el Sombrero Seleccionador. Harry miró su plato de oro vacío.
Acababa de darse cuenta de lo hambriento que estaba. Los pasteles le parecían
algo del pasado. Albus Dumbledore se había puesto de pie. Miraba con expresión
radiante a los alumnos, con los brazos muy abiertos, como si nada pudiera
gustarle más que verlos allí.
-Es algo que
me gusta de ser director, año con año recibo muchas caras nuevas de los que
serán los magos y brujas del futuro. -
Los
profesores de la sala asentían profundamente.
— ¡Bienvenidos! —dijo—. ¡Bienvenidos a
un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros
unas pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas!
¡Pellizco!... ¡Muchas gracias!
- El mejor
discurso de todos, profesor- dijo Hagrid
Si, es un
chiflado. Es lo que pensaban la mayoría.
Se volvió a sentar. Todos aplaudieron y
vitorearon. Harry no sabía si reír o no.
—Está... un poquito loco, ¿no?
—preguntó con aire inseguro a Percy.
-Yo, lo lamento profesor- lo decía más
que nada por la mirada de reprimenda de su madre que porque de verdad lo
sintiera.
-No se preocupe joven Potter, creo,
según yo, que todos en el interior estamos un poco locos.
— ¿Loco? —Dijo Percy con frivolidad—.
¡Es un genio! ¡El mejor mago del mundo! Pero está un poco loco, sí.
¿Patatas, Harry?
Y a pesar de lo dicho por Dumbledore,
Molly miro mal a su hijo, el cual se sonrojo al estilo Weasley, pero al ver lo
relajado que estaba el director se tranquilizó, aunque evito mirar a su madre
por lo que quedaba de capitulo.
Harry se quedó con la boca abierta. Los
platos que había frente a él de pronto estuvieron llenos de comida.
Harry y Ron
se miraron - ¡Asombroso, asombroso! ¡Parece cosa de magia! – decían al mismo
tiempo y al ver que nadie entendía… – en el segundo libro lo entenderán -.
Nunca había visto tantas cosas que le
gustara comer sobre una mesa: carne asada, pollo asado, chuletas de cerdo y de
ternera, salchichas, tocino y filetes, patatas cocidas, asadas y fritas, pudín,
guisantes, zanahorias, salsa de carne, salsa de tomate y, por alguna extraña
razón, bombones de menta. Los Dursley nunca habían matado de hambre a Harry,
- Claro, solo
te dejaban si cenar, por una cantidad inmensa de tiempo -
- No te preocupes Lily, por lo que puedo ver tu hijo y mis hijos son muy
unidos así que espero que de alguna forma ayudemos a Harry para que este una
temporada en los veranos con nosotros. – Arthur asentía a cada palabra que
decía su esposa
- Muchas
gracias Molly, de verdad – le respondieron los Potter
pero tampoco le habían permitido comer
todo lo que quería. Dudley siempre se servía lo que Harry deseaba, aunque no le
gustara.
-Maldito
niñato- gruñían James y Canuto
Llenó su plato con un poco de todo,
salvo los bombones de menta, y comenzó a comer. Todo estaba delicioso.
-Ya me dio
hambre- dijeron dos voces.
-Cállate canuto-
dijeron ambos Remus
—Eso tiene muy buen aspecto —dijo con
tristeza el fantasma de la gola, observando a Harry mientras éste cortaba su
filete.
— ¿No puede...?
—No he comido desde hace unos
cuatrocientos años —dijo el fantasma—. No lo necesito, por supuesto, pero uno
lo echa de menos. Creo que no me he presentado, ¿verdad? Sir Nicholas de
Mimsy-Porpington a su servicio.
- Siempre será Nick Casi Decapitado,
aunque no quiera. - decía Charlie a lo que la mayoría asentía.
Fantasma Residente de la Torre de
Gryffindor.
— ¡Yo sé quién es usted! —dijo
súbitamente Ron—. Mi hermano me lo contó. ¡Usted es Nick Casi Decapitado!
—Yo preferiría que me llamaran Sir
Nicholas de Mimsy... —comenzó a decir el fantasma con severidad, pero lo
interrumpió Seamus Finnigan, el del pelo color arena.
—¿Casi Decapitado? ¿Cómo se puede estar
casi decapitado?
- Eso no será agradable para la cena -
dijo Tonks
Sir Nicholas pareció muy molesto, como
si su conversación no resultara como la había planeado.
—Así —dijo enfadado. Se agarró la oreja
izquierda y tiró. Teda su cabeza se separó de su cuello y cayó sobre su hombro,
como si tuviera una bisagra. Era evidente que alguien había tratado de
decapitarlo, pero que no lo había hecho bien.
Pareció complacido ante las caras de
asombro
- Y de asco,
solo a un idiota se le ocurre preguntar eso cuando estamos comiendo –
- Emm… bueno
Ron, yo también se lo quería preguntar –
- Oh ya, que
bueno que no lo hiciste Harry –
y volvió a ponerse la cabeza en su
sitio, tosió y dijo: ¡Así que nuevos Gryffindors! Espero que este año nos
ayudéis a ganar el campeonato para la casa. Gryffindor nunca ha estado tanto
tiempo sin ganar. ¡Slytherin ha ganado la copa seis veces seguidas!
- ¡Seis veces! -
gritaron los gemelos Prewett. Mientras los Slytherin sonreían orgullosos
y Regulus miraba burlón a su hermano.
-Minnie, ¿Cómo has permitido que eso pasara? - Decían
Cornamenta y Canuto, tocándose el pecho como si algo les doliese demasiado.
-Señores, muestren más respeto, por favor- decía
una muy disgustada McGonagall, más por la noticia que por el apodo.
El Barón Sanguinario se ha vuelto
insoportable... Él es el fantasma de Slytherin. Harry miró hacia la mesa de
Slytherin y vio un fantasma horrible sentado allí, con ojos fijos y sin
expresión, un rostro demacrado y las ropas manchadas de sangre plateada. Estaba
justo al lado de Malfoy que, como Harry vio con mucho gusto, no parecía muy
contento con su presencia.
Varios rieron
disimuladamente mientras que Draco miraba mal a Harry.
—¿Cómo es que está todo lleno de
sangre? —preguntó Seamus con gran interés.
—Nunca se lo he preguntado —dijo con
delicadeza Nick Casi Decapitado. Cuando hubieron comido todo lo que
quisieron, los restos de comida desaparecieron de los platos, dejándolos tan
limpios como antes. Un momento más tarde aparecieron los postres. Trozos
de helados de todos los gustos que uno se pudiera imaginar; pasteles de
manzana, tartas de melaza, relámpagos de chocolate, rosquillas de mermelada,
bizcochos borrachos, fresas, jalea, arroz con leche...
-De veras que
tengo hambre – pero nadie le hizo caso al chucho, nadie excepto su versión
mayor y Ron.
Mientras Harry se servía una tarta, la
conversación se centró en las familias.
—Yo soy mitad y mitad —dijo Seamus—. Mi
padre es muggle. Mamá no le dijo que era una bruja hasta que se
casaron. Fue una sorpresa algo desagradable para él.
- Evidentemente
no debió haber hecho eso - dijo Dorcas, mientras que varios asentían con
comprensión.
- Tu
tranquila Dorcas, no tendrás que pasar por eso, terminaras con un sangre pura
de todas formas –
- ¿Como estas
tan seguro de eso Black? – pero Canuto e hizo que el muerto le hablaba y evito
mirar a todos, sobretodo a su hermano.
Los demás rieron.
— ¿Y tú, Neville? —dijo Ron.
—Bueno, mi abuela me crió y ella es una
bruja —dijo Neville—, pero la familia creyó que yo era todo un muggle,
durante años. Mi tío abuelo Algie trataba de sorprenderme descuidado y forzarme
a que saliera algo de magia de mí.
Tanto Alice
como Frank se veían furiosos por lo leído.
- Madre, como
permitiste que le hiciera esas cosas a mi hijo-
- No me
hables así Frank Longbottom, esto aún no pasa, además ya sabes cómo es tu tío.
-
- Tu
tranquilo Nev, cambiaremos todo, intentaremos arreglar esto y tu crecerás lo
más alejado posible de Algie. - Neville estaba feliz por la preocupación de sus
padres y por lo dicho por su madre.
Una vez casi me ahoga, cuando quiso
tirarme al agua en el puerto de Blackpool,
Hannah
parecía capaz de hechizar al tío abuelo Algie, y Alice no se quedaba atrás.
pero no pasó nada hasta que cumplí ocho
años. El tío abuelo Algie había ido a tomar el té y me tenía cogido de los
tobillos y colgando de una ventana del piso de arriba, cuando mi tía abuela
Enid le ofreció un merengue y él, accidentalmente, me soltó. Pero yo reboté,
todo el camino, en el jardín y la calle. Todos se pusieron muy contentos. Mi
abuela estaba tan feliz que lloraba. Y tendríais que haber visto sus caras
cuando vine aquí. Creían que no sería tan mágico como para venir.
- ¿¡Lo
suficientemente mágico!? Es hijo de dos grandes aurores y miembros de La Orden
del Fénix, por supuesto que sería lo “suficientemente mágico” para ir a
Hogwarts – decía Hestia Jones, a lo que los mencionados le miraron agradecidos
y los presentes en la sala asentían de acuerdo con ella.
El tío abuelo Algie estaba tan contento,
que me compró mi sapo.
- El tan
escurridizo Trevor - dijo Ron
Al otro lado de Harry, Percy Weasley y
Hermione estaban hablando de las clases.
- Pero era el
primer día - susurraba Sirius
- Yo soy hija
de muggles, quería empezar a aprender enseguida, a diferencia de ti no crecí
rodeada de magia, tan solo los nombres de las materias son interesantes,
Transformaciones, Encantamientos, Defensa Contra las Artes Oscuras… marearían a
cualquier niño que no conozca nuestro mundo –
Y después de
la explicación de Hermione, Dorcas continuó leyendo
(«Espero que empiecen en seguida, hay
mucho que aprender; yo estoy particularmente interesada en Transformaciones, ya
sabes, convertir algo en otra cosa, por supuesto parece ser que es muy difícil.
Hay que empezar con cosas pequeñas, como cerillas en y todo eso...»)
McGonagall le
sonrió a Hermione.
Harry, que comenzaba a sentirse
reconfortado y somnoliento, miró otra vez hacia la Mesa Alta. Hagrid bebía
copiosamente de su copa. La profesora McGonagall hablaba con el profesor
Dumbledore. El profesor Quirrell, con su absurdo turbante, conversaba con un
profesor de grasiento pelo negro, nariz ganchuda y piel cetrina.
- No me gusta
mucho esa descripción - dijo James
- Créeme
cornamenta, no te va a gustar nada –
Snape
intentaba entender cómo es que llegó a ser profesor siendo que en esos momentos
era un mortifago.
Todo sucedió muy rápidamente. El
profesor de nariz ganchuda miró por encima del turbante de Quirrell,
directamente a los ojos de Harry... y un dolor agudo golpeó a Harry en la
cicatriz de la frente.
- ¡¿Y eso
porque fue!? –
- Tranquilo
papá, no fue por lo que tú crees -
— ¡Ay! —Harry se llevó una mano a la
cabeza.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó Percy
—N-nada.
El dolor desapareció tan súbitamente
como había aparecido.
Lily miro a
su hijo pero este le hizo un gesto señalándole el libro.
Era difícil olvidar la sensación que
tuvo Harry cuando el profesor lo miró, una sensación que no le gustó en
absoluto.
- Y siguió
sin gustarte Potter -
- Tú eras el
consentido, no yo Malfoy -
— ¿Quién es el que está hablando con el
profesor Quirrell? —preguntó a Percy.
—Oh, ¿ya conocías a Quirrell, entonces?
No es raro que parezca tan nervioso, ése es el profesor Snape.
- ¡Nooooooo! ¿Qué
hace Quejicus como profesor? - dijo James dirigiéndose a Dumbledore
- No sabría
decirle Señor Potter -
- Severus,
espero, que no le hagas la vida imposible a mi hijo. - este se removió
incomodo, queriendo saber cómo había llegado a ser profesor, y aún más sabiendo
que no le agradaría tener a hijo de Potter como alumno y esperando no tratarlo
tan mal o Lily se molestaría aún más con él.
Su materia es Pociones, pero no le
gusta... Todo el mundo sabe que quiere el puesto de Quirrell. Snape sabe
muchísimo sobre las Artes Oscuras.
- No solo las
sabe, las practica. - dijo Canuto
- ¿Sirius
deja que Dorcas continúe la lectura siga sí? –
- Está bien Marlene.
- Esta le sonrió.
Harry vigiló a Snape durante un rato,
pero el profesor no volvió a mirarlo.
Por último, también desaparecieron los
postres, y el profesor Dumbledore se puso nuevamente de pie. Todo el salón
permaneció en silencio.
—Ejem... sólo unas pocas palabras más,
ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros
para el comienzo del año. »Los de primer año debéis tener en cuenta que los
bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos
pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo.
Los ojos relucientes de Dumbledore
apuntaron en dirección a los gemelos Weasley.
- ¡¿Cómo que
el bosque Prohibido?! -
- Esto…
veras… mamá…- decía George.
- Técnicamente
eso aún no sucede – le secundo Fred con cara de angelito que ni el mismo creyó.
(Ni nadie)
—El señor Filch, el celador, me ha
pedido que os recuerde que no debéis hacer magia en los recreos ni en los
pasillos.
» Las pruebas de quidditch tendrán
lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para
los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.»
Los aficionados,
sonrieron a la mención del deporte favorito de los magos.
- Deberían
intentar con los de primero, Harry es mi hijo, por lógica será un jugador nato
de quidditch -
- Así o más
arrogante papá -
Y por último, quiero deciros que este
año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites
permitidos para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.
Harry rió, pero fue uno de los pocos
que lo hizo.
Harry no se
quería ni imaginar por los regaños que se avecinaban, y es que después de todo
por lo que tuvo que pasar, aquella aventura de primer año se le hacía un juego
de niños, pero sabía que ni a Lily, Molly y McGonagall les gustaría saber que
se habían enfrentado a un perro de tres cabezas, o a un troll, o a plantas
asesinas…
Continuaron
leyendo hasta donde cantaban la canción del colegio teniendo una magnifica
interpretación por los Merodeadores, los Gemelos WeasleyPrewett y por el mismo
Dumbledore
Cada uno terminó la canción en tiempos
diferentes. Al final, sólo los gemelos Weasley seguían cantando, con la melodía
de una lenta marcha fúnebre.
- ¡Son unos
genios! - les decía Canuto
- Gracias…
Gracias…-
Dumbledore los dirigió hasta las
últimas palabras, con su varita y, cuando terminaron, fue uno de los que
aplaudió con más entusiasmo.
—¡Ah, la música! —dijo, enjugándose los
ojos—. ¡Una magia más allá de todo lo que hacemos aquí! Y ahora, es hora de ir
a la cama. ¡Salid al trote!
Los de primer año de Gryffindor
siguieron a Percy a través de grupos bulliciosos, salieron del Gran Comedor y
subieron por la escalera de mármol. Las piernas de Harry otra vez parecían de
plomo, pero sólo por el exceso de cansancio y comida. Estaba tan dormido que ni
se sorprendió al ver que la gente de los retratos, a lo largo de los pasillos,
susurraba y los señalaba al pasar; o cuando Percy en dos oportunidades los hizo
pasar por puertas ocultas detrás de paneles corredizos y tapices que colgaban
de las paredes. Subieron más escaleras, bostezando y arrastrando los pies y,
cuando Harry comenzaba a preguntarse cuánto tiempo más deberían seguir, se
detuvieron súbitamente.
- Debiste
poner atención al camino Harry o no sabrás como llegar a tus clases – le decían
los dos Remus de la sala.
Unos bastones flotaban en el aire, por
encima de ellos, y cuando Percy se acercó comenzaron a caer contra él.
Percy gruñía
enojado
—Peeves —susurró Percy a los de primer
año—. Es un duende, lo que en las películas llaman poltergeist.
—Levantó la voz—: Peeves, aparece.
La respuesta fue un ruido fuerte y
grosero, como si se desinflara un globo.
— ¿Quieres que vaya a buscar al Barón
Sanguinario?
-No no no no
sobrino, tienes que saber tratarlo correctamente -
Se produjo un chasquido y un
hombrecito, con ojos oscuros y perversos y una boca ancha, apareció, flotando
en el aire con las piernas cruzadas y empuñando los bastones.
—¡Oooooh! —dijo, con un maligno
cacareo—. ¡Los horribles novatos! ¡Qué divertido!
De pronto se abalanzó sobre ellos.
Todos se agacharon.
—Vete, Peeves, o el Barón se enterará
de esto. ¡Lo digo en serio! —gritó enfadado Percy
Peeves hizo sonar su lengua y
desapareció, dejando caer los bastones sobre la cabeza de Neville.
- Porque
siempre yo - se preguntaba el muchacho
- Es lo que
nos preguntamos siempre Nev – le decían sus compañeros de cuarto
Lo oyeron alejarse con un zumbido,
haciendo resonar las armaduras al pasar.
—Tenéis que tener cuidado con Peeves
—dijo Percy, mientras seguían avanzando—. El Barón Sanguinario es el único que
puede controlarlo, ni siquiera nos escucha a los prefectos.
- ¿Quién
escucha a los prefectos? - dijo Ron, olvidándose que él había sido prefecto,
mientras que su hermano lo miraba feo.
Ya llegamos.
Al final del pasillo colgaba un retrato
de una mujer muy gorda, con un vestido de seda rosa.
—¿Santo y seña? —preguntó.
—Caput draconis —dijo Percy, y el retrato se balanceó hacia delante y dejó ver un
agujero redondo en la pared. Todos se amontonaron para pasar (Neville necesitó
ayuda) y se encontraron en la sala común de Gryffindor; una habitación redonda
y acogedora, llena de cómodos sillones.
Los leones de
la sala sonrieron recordando su tan acogedora sala común.
Percy condujo a las niñas a través de
una puerta, hacia sus dormitorios, y a los niños por otra puerta. Al final de
una escalera de caracol (era evidente que estaban en una de las torres)
encontraron, por fin, sus camas, cinco camas con cuatro postes cada una y
cortinas de terciopelo rojo oscuro. Sus baúles ya estaban allí. Demasiado
cansados para conversar, se pusieron sus pijamas y se metieron en la cama.
—Una comida increíble, ¿no? — murmuró
Ron a Harry, a través de las cortinas—. ¡Fuera, Scabbers! Te estás
comiendo mis sábanas.
El Trio
Dorado junto con Sirius y Remus gruñeron a la mención de la rata. Nadie lo
noto.
Harry estaba a punto de preguntar a Ron
si le quedaba alguna tarta de melaza,
- La tarta de
melaza fue el primer amor de Harry – dijo de manera solemnemente Ron
- Es
deliciosa – no respondió Harry, sino Lily, al parecer era otra cosa que tenían
en común madre e hijo pero se quedó dormido de inmediato. Tal vez Harry
había comido demasiado, porque tuvo un sueño muy extraño.
Tenía puesto el turbante del profesor
Quirrell, que le hablaba y le decía que debía pasarse a Slytherin de inmediato,
porque ése era su destino.
-No le hagas
caso a ese turbante Mini Cornamenta, tu
destino es ser un león.
-Mi minimi
tiene razón ahijado -
Harry contestó al turbante que no
quería estar en Slytherin
Sirius,
Canuto, James y la profesora McGonagall estaban rebosantes de orgullo por su
león
y el turbante se volvió cada vez más
pesado. Harry intentó quitárselo, pero le apretaba dolorosamente, y entonces
apareció Malfoy, que se burló de él mientras luchaba para quitarse el
turbante. Luego Malfoy se convirtió en el profesor de nariz ganchuda,
Snape, cuya risa se volvía cada vez más fuerte y fría...
Se produjo un estallido de luz verde
Harry se
estremeció mientras a Lily le daban ganas de abrazar a su hijo.
… y Harry se despertó,
temblando y empapado en sudor. Se dio la vuelta y se volvió a dormir. Al día
siguiente, cuando se despertó, no recordaba nada de aquel sueño.
- Ahora ya lo
recuerdo - dijo no tan contento Harry
- Bueno
Harry, preferible que lo recuerdes ahora que ya eres mayor a que lo recordaras
con 11 años ¿no crees? – dijo para sorpresa de todos Regulus
- Así termina
el capítulo, ¿quién lee ahora? –
- ¿Cómo se
llama el capítulo Meadowes? – Dorcas revisó el libro – Se llama… (y
mirando a Snape) El profesor de pociones.
-
- Yo leeré… -
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Gracias
gracias por leer, nos vemos en el siguiente capitulo ;)
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