lunes, 23 de octubre de 2017

El sombrero seleccionador


Disclairmer. La historia de Harry Potter así como sus personajes no me pertenecen. (Ya quisiera) le pertenecen a la gran JK Rowling.

-Y así termina el capítulo, ¿Alguien quiere leer? –  ofreció Bill y Dorcas que había estado callada se ofreció. -Bien, el capítulo se llama El sombrero seleccionador…- y Harry se preocupó un poco.
- Vamos Meadowes, ya quiero escuchar la selección de mi hijo. - dijo decididamente haciendo que este tragara saliva. Nunca había mencionado lo que le había dicho el sombrero, esperaba que no lo tomaran a mal.
-Bien el capítulo se llama “El sombrero seleccionador”

La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí.
Tenía un rostro muy severo, y el primer pensamiento de Harry fue que se trataba de alguien con quien era mejor no tener problemas.
-Sí, es lo primero que piensas al ver a McGonagall, es como si fuera tu instinto.
-Pues no es como si le hiciera caso a su instinto Joven Black. -
-Si bueno, nos gusta lo arriesgado. - Respondió Sirius en lugar de su yo joven, y entre ambos chocaban las palmas.
—Los de primer año, profesora McGonagall —dijo Hagrid.
—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí.
Abrió bien la puerta. El vestíbulo de entrada era tan grande que hubieran podido meter toda la casa de los Dursley en él.
- ¡Hogwarts! ¡Hogwarts! - coreaban los gemelos.
Las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas como las de Gringotts, el techo era tan alto que no se veía y una magnífica escalera de mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores.
Siguieron a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Harry podía oír el ruido de cientos de voces, que salían de un portal situado a la derecha (el resto del colegio debía de estar allí), pero la profesora McGonagall llevó a los de primer año a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, mirando con nerviosismo a su alrededor.  
-Y a continuación viene el discurso de McGonagall…- digo Edgar 
—Bienvenidos a Hogwarts —dijo la profesora McGonagall—. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupéis vuestros lugares en el Gran Comedor deberéis ser seleccionados para vuestras casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estéis aquí, vuestras casas serán como vuestra familia en Hogwarts. Tendréis clases con el resto de la casa que os toque, dormiréis en los dormitorios de vuestras casas y pasaréis el tiempo libre en la sala común de la casa.
- Además que es donde encontraras una familia para toda la vida- Dijo Harry sonriéndole a Ron y a Hermione.
- ¡Bien dicho Harry! - le festejaron los hermanos Weasley
Hufflepuff,
Ravenclaw,
y Slytherin.
Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos.
-Sobretodo Slytherin, claro está-.
-Sirius te recuerdo que yo pertenecí a esa casa.- decía Andrómeda refiriéndose a Canuto
Mientras estéis en Hogwarts, vuestros triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos vosotros seréis un orgullo para la casa que os toque. »La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Os sugiero que, mientras esperáis, os arregléis lo mejor posible.  
-Y con eso tienen para estar aún más intranquilos. – decía Hestia
Los ojos de la profesora se detuvieron un momento en la capa de Neville, que estaba atada bajo su oreja izquierda, y en la nariz manchada de Ron.
Ambos se sonrojaron por este hecho.
Con nerviosismo, Harry trató de aplastar su cabello.
-Creo que tengo suficiente experiencia con su padre Sr. Potter, le aseguro que sé a la perfección que ese cabello no se asienta con nada. - Harry le sonrió a su profesora favorita.
—Volveré cuando lo tengamos todo listo para la ceremonia —dijo la profesora McGonagall—. Por favor, esperad tranquilos.
-Como si degspues de egso pudiegan estag tganquilos.-
Salió de la habitación. Harry tragó con dificultad.
 — ¿Cómo se las arreglan exactamente para seleccionarnos? —preguntó a Ron.
—Creo que es una especie de prueba. Fred dice que duele mucho, pero creo que era una broma.
- ¿De verdad escuchabas lo que te decíamos? -
- Sí, bueno, Percy se la pasaba con sus libros mientras que Charlie y Bill en sus trabajos en el extranjero. Eran ustedes con quienes más convivía, quienes me podían decir cosas del colegio. -
Cabe decir que los gemelos se sintieron un tanto culpables y las miradas de reprobación de sus hermanos mayores no ayudaban.
El corazón de Harry dio un terrible salto. ¿Una prueba? ¿Delante de todo el colegio? Pero él no sabía nada de magia todavía... ¿Qué haría? No esperaba algo así, justo en el momento en que acababan de llegar. Miró temblando a su alrededor y vio que los demás también parecían aterrorizados.
Nadie hablaba mucho, salvo Hermione Granger, que susurraba muy deprisa todos los hechizos que había aprendido y se preguntaba cuál necesitaría.
Esta se sonrojo considerablemente.
Harry intentó no escucharla. Nunca había estado tan nervioso, nunca, ni siquiera cuando tuvo que llevar a los Dursley un informe del colegio que decía que él, de alguna manera, había vuelto azul la peluca de su maestro.
-Estoy orgulloso de ti, hijo/ahijado/Harry- dijeron tres voces a la vez mientras Lily y Minerva compartían una mirada asustada y los demás reían.
Los dos pares de gemelos levantaban los pulgares.
Mantuvo los ojos fijos en la puerta. En cualquier momento, la profesora McGonagall regresaría y lo llevaría a su juicio final.
- De acuerdo Harry, eso fue dramático - dijo Charlie
- Si, bueno, tiendo a exagerar un poco -
Continuaron leyendo sobre como aparecieron los fantasmas hasta que llego la profesora McGonagall
—. La Ceremonia de Selección va a comenzar.
La profesora McGonagall había vuelto. Uno a uno, los fantasmas flotaron a través de la pared opuesta.
—Ahora formad una hilera —dijo la profesora a los de primer año— y seguidme.
Con la extraña sensación de que sus piernas eran de plomo, Harry se puso detrás de un chico de pelo claro, con Ron tras él. Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor. Harry nunca habría imaginado un lugar tan extraño y espléndido.
Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro.
Remus le sonrió le profesor Dumbledore, esos cubiertos fueron cambiados cuando él llegó a Hogwarts.
En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. La profesora McGonagall condujo allí a los alumnos de primer año y los hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus espaldas. Los cientos de rostros que los miraban parecían pálidas linternas bajo la luz brillante de las velas. Situados entre los estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso brillo plateado. Para evitar todas las miradas, Harry levantó la vista y vio un techo de terciopelo negro, salpicado de estrellas. Oyó susurrar a Hermione: «Es un hechizo para que parezca como el cielo de fuera, lo leí en la historia de Hogwarts».
-Sigo impresionada de que nadie lo leyera. - murmuraba Hermione, solo Lily y Remus compartían su opinión.
Era difícil creer que allí hubiera techo y que el Gran Comedor no se abriera directamente a los cielos. Harry bajó la vista rápidamente, mientras la profesora McGonagall ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy sucio. Tía Petunia no lo habría admitido en su casa.
Algunos sonrieron imaginándose ese sombrero en casa de los Dursley
Tal vez tenían que intentar sacar un conejo del sombrero, pensó Harry
- ¿Sacar un conejo del sombrero? - preguntó Draco
- Es lo que los muggles interpretan cono magia, es solamente una ilusión - le explico Lily
- Fascinante…  – pero una mirada severa de su esposa calló al Sr Weasley
Algo irreflexiblemente, eso era lo típico de... Al darse cuenta de que todos los del comedor contemplaban el sombrero, Harry también lo hizo. Durante unos pocos segundos, se hizo un silencio completo. Entonces el sombrero se movió.
Una rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar:
Oh, podrás pensar que no soy bonito,
pero no juzgues por lo que ves.
Me comeré a mí mismo si puedes encontrar
un sombrero más inteligente que yo.
Puedes tener bombines negros,
sombreros altos y elegantes.
Pero yo soy el Sombrero Seleccionador de Hogwarts
y puedo superar a todos.
No hay nada escondido en tu cabeza
que el Sombrero Seleccionador no pueda ver.
Así que pruébame y te diré
dónde debes estar.
Puedes pertenecer a Gryffindor,
donde habitan los valientes.
Su osadía, temple y caballerosidad
ponen aparte a los de Gryffindor.
Puedes pertenecer a Hufflepuff
donde son justos y leales.
Esos perseverantes Hufflepuff
de verdad no temen el trabajo pesado.
O tal vez a la antigua sabiduría de Ravenclaw,
Si tienes una mente dispuesta,
porque los de inteligencia y erudición
siempre encontrarán allí a sus semejantes.
O tal vez en Slytherin
harás tus verdaderos amigos.
Esa gente astuta utiliza cualquier medio
para lograr sus fines.
Así que pruébame! ¡No tengas miedo!
¡Y no recibirás una bofetada!
Estás en buenas manos (aunque yo no las tenga).
Porque soy el Sombrero Pensante.
Todo el comedor estalló en aplausos cuando el sombrero terminó su canción. 
Al igual que en la sala lo hacían los Gemelos Weasley junto a sus tíos, a los cuales se les unieron los merodeadores.
Éste se inclinó hacia las cuatro mesas y luego se quedó rígido otra vez.
— ¡Entonces sólo hay que probarse el sombrero! —susurró Ron a Harry—. Voy a matar a Fred.
Nadie noto la mirada de los pelirrojos, desde Bill hasta Ginny, aun les dolía la muerte de su hermano. 
Harry sonrió débilmente. Sí, probarse el sombrero era mucho mejor que tener que hacer un encantamiento, pero habría deseado no tener que hacerlo en presencia de todos.
Si el sombrero hubiera mencionado una casa para la gente que se sentía un poco indispuesta, ésa habría sido la suya.
-Creo que es así como se sieten la mayoría de los estudiantes al llegar al colegio.- decía Hestia.
La profesora McGonagall se adelantaba con un gran rollo de pergamino.
—Cuando yo os llame, deberéis poneros el sombrero y sentaros en el taburete para que os seleccionen —dijo—. ¡Abbott, Hannah!
Hannah se avergonzó un poco al ser mencionada por primera vez en la lectura, Neville la abrazó ante la mirada de sus padres a los que les gustaba la chica que su hijo había escogido.
Una niña de rostro rosado y trenzas rubias salió de la fila, se puso el sombrero, que la tapó hasta los ojos, y se sentó. Un momento de pausa.
— ¡HUFFLEPUFF!— gritó el sombrero.
La mesa de la derecha aplaudió mientras Hannah iba a sentarse con los de Hufflepuff. Harry vio al fantasma del Fraile Gordo saludando con alegría a la niña.
Dora sonrió al recordar al fantasma de su casa.
— ¡Bones, Susan!
- ¡Es mi sobrina! ¿En que casa quedó? –
- Creo, Edgar, que si dejas que Dorcas lea nos enteraremos – de decía Hestia a un sonrojado Edgar
—¡HUFFLEPUFF! —gritó otra vez el sombrero, y Susan se apresuró a sentarse al lado de Hannah.
— ¡Boot, Terry!
— ¡RAVENCLAW!
La segunda mesa a la izquierda aplaudió esta vez. Varios Ravenclaws se levantaron para estrechar la mano de Terry, mientras se reunía con ellos. Brocklehurst, Mandy también fue a Ravenclaw, pero Brown, Lavender resultó la primera nueva Gryffindor, en la mesa más alejada de la izquierda, que estalló en vivas.  Harry pudo ver a los hermanos gemelos de Ron, silbando.
Lo mismo hacían en la sala en compañía de sus tíos.
Bulstrode, Millicent fue a Slytherin.
Draco gruñó, no le agradó nunca esa niña.
Tal vez era la imaginación de Harry; después de todo lo que había oído sobre Slytherin, pero le pareció que era un grupo desagradable. 
Los pocos slytherins presentes fulminaban a Harry con la mirada-
-Gracias por lo que nos toca-
-Esque de verdad eran desagradables, o la mayoría al menos. – y Draco no supo cómo defenderse de eso.
Comenzaba a sentirse decididamente mal. Recordó lo que pasaba en las clases de gimnasia de su antiguo colegio, cuando se escogían a los jugadores para los equipos. Siempre había sido el último en ser elegido, no porque fuera malo, sino porque nadie deseaba que Dudley pensara que lo querían.
Los merodeadores bufaron molestos ante esto. Ellos, que siempre habían sido queridos en el colegio, no veían con buenos ojos lo que Harry había pasado.
— ¡Finch-Fletchley, Justin!
—¡HUFFLEPUFF!
Harry notó que, algunas veces, el sombrero gritaba el nombre de la casa de inmediato, pero en otras tardaba un poco en decidirse.
-Eso sucede cuando tienen varias habilidades, el sombrero no decide cual es la que más representa al estudiante. - dijo McGonagall
—Finnigan, Seamus. — El muchacho de cabello arenoso, que estaba al lado de Harry en la fila, estuvo sentado un minuto entero, antes de que el sombrero lo declarara un Gryffindor.
—Granger, Hermione.
Hermione casi corrió hasta el taburete y se puso el sombrero, muy nerviosa.
Lily le sonrió a la amiga de su hijo, le recordaba a ella misma.
- La verdad estaba un poco tranquila ya que no teníamos que hacer otra cosa más que ponernos el sombrero.
—¡GRYFFINDOR! —gritó el sombrero.
Ron gruñó.
Un horrible pensamiento atacó a Harry, uno de aquellos horribles pensamientos que aparecen cuando uno está muy intranquilo. ¿Y si a él no lo elegían para ninguna casa? ¿Y si se quedaba sentado con el sombrero sobre los ojos, durante horas, hasta que la profesora McGonagall se lo quitara de la cabeza para decirle que era evidente que se habían equivocado y que era mejor que volviera en el tren?
-Igual de dramático que el padre ¿cierto Remus? -
-Efectivamente Sirius. - y ambos chocaron los puños cuando James les envío una mirada asesina.
-Yo me sentía igual Harry – le decía Neville con una sonrisa
Cuando Neville Longbottom, el chico que perdía su sapo fue llamado, se tropezó con el taburete.
-Oh, eres igual de torpe que yo. -
Neville le mando una mirada de comprensión a su madre.
El sombrero tardó un largo rato en decidirse. Cuando finalmente gritó:
¡GRYFFINDOR!,
Los padres del chico lo miraron orgullosos.
Neville salió corriendo, todavía con el sombrero puesto y tuvo que devolverlo, entre las risas de todos a MacDougal, Morag. 
Malfoy se adelantó al oír su nombre y de inmediato obtuvo su deseo: el sombrero apenas tocó su cabeza y gritó: ¡SLYTHERIN!
-Como era de esperarse - dijo Lucius arrogantemente
Malfoy fue a reunirse con sus amigos Crabbe y Goyle, con aire de satisfacción. Ya no quedaba mucha gente. Moon... Nott... Parkinson... Después unas gemelas, Patil y Patil... Más tarde Perks, Sally-Anne...
y, finalmente:
— ¡Potter; Harry!
Harry se removió incómodo en su asiento.
Mientras Harry se adelantaba, los murmullos se extendieron súbitamente como fuegos artificiales.
 —¿Ha dicho Potter?
—¿Ese Harry Potter?
-Como si hubiera otro- decían los Prewets
Lo último que Harry vio, antes de que el sombrero le tapara los ojos, fue el comedor lleno de gente que trataba de verlo bien. Al momento siguiente, miraba el oscuro interior del sombrero. Esperó.
Al igual que la mayoría en la sala
—Mm —dijo una vocecita en su oreja—. Difícil. Muy difícil.
Lleno de valor, lo veo.
Harry estaba pálido, miró en dirección a su padre que sonreía orgulloso. -Obviamente serás Gryffindor -
Tampoco la mente es mala.
-Ravenclaw sería una buena casa, pero mi cachorrito será un leoncito -
-Oh, Siri… Canuto, no interrumpas-
- ¿Porque a cornamenta no le dices nada? -
-Porque es mi esposo-
James se burlò de Canuto y este le saco la lengua.
- Y no me digas cachorrito – a mucho les daba gracia el mote de Harry
Hay talento, oh vaya, sí, y una buena disposición para probarse a sí mismo, esto es muy interesante...
Entonces, ¿dónde te pondré?
**En Gryffindor** pensaban los merodeadores.
Harry se aferró a los bordes del taburete y pensó: «En Slytherin no, en Slytherin no».
—En Slytherin no, ¿eh? —dijo la vocecita—. ¿Estás seguro?
James estaba nervioso, no quería que su hijo fuese a Slytherin, pero, era su hijo, y una casa del colegio no iba a cambiar eso.
Podrías ser muy grande, sabes, lo tienes todo en tu cabeza y Slytherin te ayudaría en el camino hacia la grandeza.
No hay dudas, ¿verdad? Bueno, si estás seguro, mejor que seas
¡GRYFFINDOR!
- ¡SI! ¡VIVA! Mi hijo es un leoncito- pero al ver la mirada de Lily -aunque no me hubiera molestado si quedabas en otra casa-. decía nervioso.
- ¿Por eso estabas tan nervioso?¿creíste que te juzgaremos si hubieras quedado en Slytherin?- le cuestionó Hermione
-Algo así- respondió Harry
-No seas tonto colega, eso ya paso- y al ver que a nadie parecía importarle se relajó.
-Pues yo estoy feliz de que estés en Gryffindor hijo, ahora solo falta que en segundo entres al equipo de Quidditch y estaré 100% orgulloso de ti.
- ¿Ósea que si no entra al equipo no lo estarás? - dijo con voz dulce Lily.
-Yo... veras Lils… yo no quise decir eso amor. - pero le envío una mirada a Harry clara de que más le valía entrar al equipo, este esperaba saber la reacción de su padre cuando descubriera que es buscador desde 1er año.
Harry oyó al sombrero gritar la última palabra a todo el comedor. Se quitó el sombrero y anduvo, algo mareado, hacia la mesa de Gryffindor. Estaba tan aliviado de que lo hubiera elegido y no lo hubiera puesto en Slytherin, que casi no se dio cuenta de que recibía los saludos más calurosos hasta el momento. Percy el prefecto se puso de pie y le estrechó la mano vigorosamente, mientras los gemelos Weasley gritaban: «¡Tenemos a Potter! ¡Tenemos a Potter!».
McGonagall sonreía orgullosa de tener a ese muchacho en su casa, aunque, claro está, esperaba que fuera más como la madre que como el padre.


Harry se sentó en el lado opuesto al fantasma que había visto antes. Éste le dio una palmada en el brazo, dándole la horrible sensación de haberlo metido en un cubo de agua helada.
Podía ver bien la Mesa Alta. En la punta, cerca de él, estaba Hagrid, que lo miró y levantó los pulgares. Harry le sonrió. Y allí, en el centro de la Mesa Alta, en una gran silla de oro, estaba sentado Albus Dumbledore. Harry lo reconoció de inmediato, por el cromo de las ranas de chocolate.
-Mi logro más importante, cabe señalar – la mayoría veía con estima al chiflado profesor.
El cabello plateado de Dumbledore era lo único que brillaba tanto como los fantasmas.
Harry también vio al profesor Quirrell, el nervioso joven del Caldero Chorreante.
Tanto Lunatico como Remus bufaron, ya que consideraban al “profesor” un inepto por el simple hecho de temerle a su materia.
Estaba muy extravagante, con un gran turbante púrpura. Y ya quedaban solamente tres alumnos para seleccionar. A Turpin, Lisa le tocó Ravenclaw, y después le llegó el turno a Ron. Tenía una palidez verdosa y Harry cruzó los dedos debajo de la mesa.
Ron le sonrió a Harry
Un segundo más tarde, el sombrero gritó:
¡GRYFFINDOR!
Harry aplaudió con fuerza, junto con los demás,
Al igual que todos los Weasley de la sala, junto con sus gemelos tíos.
…mientras que Ron se desplomaba en la silla más próxima.
—Bien hecho, Ron, excelente —dijo pomposamente Percy Weasley, por encima de Harry, mientras que Zabini, Blaise era seleccionado para Slytherin.
La profesora McGonagall enrolló el pergamino y se llevó el Sombrero Seleccionador. Harry miró su plato de oro vacío. Acababa de darse cuenta de lo hambriento que estaba. Los pasteles le parecían algo del pasado. Albus Dumbledore se había puesto de pie. Miraba con expresión radiante a los alumnos, con los brazos muy abiertos, como si nada pudiera gustarle más que verlos allí.
-Es algo que me gusta de ser director, año con año recibo muchas caras nuevas de los que serán los magos y brujas del futuro. -
Los profesores de la sala asentían profundamente.
— ¡Bienvenidos! —dijo—. ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de comenzar nuestro banquete, quiero deciros unas pocas palabras. Y aquí están, ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco!... ¡Muchas gracias!
- El mejor discurso de todos, profesor- dijo Hagrid
Si, es un chiflado. Es lo que pensaban la mayoría.
Se volvió a sentar. Todos aplaudieron y vitorearon. Harry no sabía si reír o no.
—Está... un poquito loco, ¿no? —preguntó con aire inseguro a Percy.
-Yo, lo lamento profesor- lo decía más que nada por la mirada de reprimenda de su madre que porque de verdad lo sintiera.
-No se preocupe joven Potter, creo, según yo, que todos en el interior estamos un poco locos.
— ¿Loco? —Dijo Percy con frivolidad—. ¡Es un genio! ¡El mejor mago del mundo! Pero está un poco loco, sí. ¿Patatas, Harry?
Y a pesar de lo dicho por Dumbledore, Molly miro mal a su hijo, el cual se sonrojo al estilo Weasley, pero al ver lo relajado que estaba el director se tranquilizó, aunque evito mirar a su madre por lo que quedaba de capitulo.
Harry se quedó con la boca abierta. Los platos que había frente a él de pronto estuvieron llenos de comida.
Harry y Ron se miraron - ¡Asombroso, asombroso! ¡Parece cosa de magia! – decían al mismo tiempo y al ver que nadie entendía… – en el segundo libro lo entenderán -.
Nunca había visto tantas cosas que le gustara comer sobre una mesa: carne asada, pollo asado, chuletas de cerdo y de ternera, salchichas, tocino y filetes, patatas cocidas, asadas y fritas, pudín, guisantes, zanahorias, salsa de carne, salsa de tomate y, por alguna extraña razón, bombones de menta. Los Dursley nunca habían matado de hambre a Harry,
- Claro, solo te dejaban si cenar, por una cantidad inmensa de tiempo -
- No te preocupes Lily, por lo que puedo ver tu hijo y mis hijos son muy unidos así que espero que de alguna forma ayudemos a Harry para que este una temporada en los veranos con nosotros. – Arthur asentía a cada palabra que decía su esposa
- Muchas gracias Molly, de verdad – le respondieron los Potter
pero tampoco le habían permitido comer todo lo que quería. Dudley siempre se servía lo que Harry deseaba, aunque no le gustara.
-Maldito niñato- gruñían James y Canuto  
Llenó su plato con un poco de todo, salvo los bombones de menta, y comenzó a comer. Todo estaba delicioso.
-Ya me dio hambre- dijeron dos voces.
-Cállate canuto- dijeron ambos Remus
—Eso tiene muy buen aspecto —dijo con tristeza el fantasma de la gola, observando a Harry mientras éste cortaba su filete.
— ¿No puede...?
—No he comido desde hace unos cuatrocientos años —dijo el fantasma—. No lo necesito, por supuesto, pero uno lo echa de menos. Creo que no me he presentado, ¿verdad? Sir Nicholas de Mimsy-Porpington a su servicio.
- Siempre será Nick Casi Decapitado, aunque no quiera. - decía Charlie a lo que la mayoría asentía.
Fantasma Residente de la Torre de Gryffindor.
— ¡Yo sé quién es usted! —dijo súbitamente Ron—. Mi hermano me lo contó. ¡Usted es Nick Casi Decapitado!
—Yo preferiría que me llamaran Sir Nicholas de Mimsy... —comenzó a decir el fantasma con severidad, pero lo interrumpió Seamus Finnigan, el del pelo color arena.
—¿Casi Decapitado? ¿Cómo se puede estar casi decapitado?  
- Eso no será agradable para la cena - dijo Tonks
Sir Nicholas pareció muy molesto, como si su conversación no resultara como la había planeado.
—Así —dijo enfadado. Se agarró la oreja izquierda y tiró. Teda su cabeza se separó de su cuello y cayó sobre su hombro, como si tuviera una bisagra. Era evidente que alguien había tratado de decapitarlo, pero que no lo había hecho bien.
Pareció complacido ante las caras de asombro
- Y de asco, solo a un idiota se le ocurre preguntar eso cuando estamos comiendo –
- Emm… bueno Ron, yo también se lo quería preguntar –
- Oh ya, que bueno que no lo hiciste Harry –
y volvió a ponerse la cabeza en su sitio, tosió y dijo: ¡Así que nuevos Gryffindors! Espero que este año nos ayudéis a ganar el campeonato para la casa. Gryffindor nunca ha estado tanto tiempo sin ganar. ¡Slytherin ha ganado la copa seis veces seguidas!
- ¡Seis veces! -  gritaron los gemelos Prewett. Mientras los Slytherin sonreían orgullosos y Regulus miraba burlón a su hermano.
-Minnie, ¿Cómo has permitido que eso pasara? - Decían Cornamenta y Canuto, tocándose el pecho como si algo les doliese demasiado.
-Señores, muestren más respeto, por favor- decía una muy disgustada McGonagall, más por la noticia que por el apodo.
El Barón Sanguinario se ha vuelto insoportable... Él es el fantasma de Slytherin. Harry miró hacia la mesa de Slytherin y vio un fantasma horrible sentado allí, con ojos fijos y sin expresión, un rostro demacrado y las ropas manchadas de sangre plateada. Estaba justo al lado de Malfoy que, como Harry vio con mucho gusto, no parecía muy contento con su presencia.
Varios rieron disimuladamente mientras que Draco miraba mal a Harry.
—¿Cómo es que está todo lleno de sangre? —preguntó Seamus con gran interés.
—Nunca se lo he preguntado —dijo con delicadeza Nick Casi Decapitado. Cuando hubieron comido todo lo que quisieron, los restos de comida desaparecieron de los platos, dejándolos tan limpios como antes. Un momento más tarde aparecieron los postres. Trozos de helados de todos los gustos que uno se pudiera imaginar; pasteles de manzana, tartas de melaza, relámpagos de chocolate, rosquillas de mermelada, bizcochos borrachos, fresas, jalea, arroz con leche...
-De veras que tengo hambre – pero nadie le hizo caso al chucho, nadie excepto su versión mayor y Ron.
Mientras Harry se servía una tarta, la conversación se centró en las familias.
—Yo soy mitad y mitad —dijo Seamus—. Mi padre es muggle. Mamá no le dijo que era una bruja hasta que se casaron. Fue una sorpresa algo desagradable para él.
- Evidentemente no debió haber hecho eso - dijo Dorcas, mientras que varios asentían con comprensión.
- Tu tranquila Dorcas, no tendrás que pasar por eso, terminaras con un sangre pura de todas formas –
- ¿Como estas tan seguro de eso Black? – pero Canuto e hizo que el muerto le hablaba y evito mirar a todos, sobretodo a su hermano.
Los demás rieron.
— ¿Y tú, Neville? —dijo Ron.
—Bueno, mi abuela me crió y ella es una bruja —dijo Neville—, pero la familia creyó que yo era todo un muggle, durante años. Mi tío abuelo Algie trataba de sorprenderme descuidado y forzarme a que saliera algo de magia de mí.
Tanto Alice como Frank se veían furiosos por lo leído.
- Madre, como permitiste que le hiciera esas cosas a mi hijo-
- No me hables así Frank Longbottom, esto aún no pasa, además ya sabes cómo es tu tío. -
- Tu tranquilo Nev, cambiaremos todo, intentaremos arreglar esto y tu crecerás lo más alejado posible de Algie. - Neville estaba feliz por la preocupación de sus padres y por lo dicho por su madre.
Una vez casi me ahoga, cuando quiso tirarme al agua en el puerto de Blackpool,
Hannah parecía capaz de hechizar al tío abuelo Algie, y Alice no se quedaba atrás.   
pero no pasó nada hasta que cumplí ocho años. El tío abuelo Algie había ido a tomar el té y me tenía cogido de los tobillos y colgando de una ventana del piso de arriba, cuando mi tía abuela Enid le ofreció un merengue y él, accidentalmente, me soltó. Pero yo reboté, todo el camino, en el jardín y la calle. Todos se pusieron muy contentos. Mi abuela estaba tan feliz que lloraba. Y tendríais que haber visto sus caras cuando vine aquí. Creían que no sería tan mágico como para venir.
- ¿¡Lo suficientemente mágico!? Es hijo de dos grandes aurores y miembros de La Orden del Fénix, por supuesto que sería lo “suficientemente mágico” para ir a Hogwarts – decía Hestia Jones, a lo que los mencionados le miraron agradecidos y los presentes en la sala asentían de acuerdo con ella.
El tío abuelo Algie estaba tan contento, que me compró mi sapo. 
- El tan escurridizo Trevor -  dijo Ron
Al otro lado de Harry, Percy Weasley y Hermione estaban hablando de las clases.
- Pero era el primer día - susurraba Sirius
- Yo soy hija de muggles, quería empezar a aprender enseguida, a diferencia de ti no crecí rodeada de magia, tan solo los nombres de las materias son interesantes, Transformaciones, Encantamientos, Defensa Contra las Artes Oscuras… marearían a cualquier niño que no conozca nuestro mundo –
Y después de la explicación de Hermione, Dorcas continuó leyendo
(«Espero que empiecen en seguida, hay mucho que aprender; yo estoy particularmente interesada en Transformaciones, ya sabes, convertir algo en otra cosa, por supuesto parece ser que es muy difícil. Hay que empezar con cosas pequeñas, como cerillas en y todo eso...»)
McGonagall le sonrió a Hermione.
Harry, que comenzaba a sentirse reconfortado y somnoliento, miró otra vez hacia la Mesa Alta. Hagrid bebía copiosamente de su copa. La profesora McGonagall hablaba con el profesor Dumbledore. El profesor Quirrell, con su absurdo turbante, conversaba con un profesor de grasiento pelo negro, nariz ganchuda y piel cetrina. 
- No me gusta mucho esa descripción - dijo James
- Créeme cornamenta, no te va a gustar nada –
Snape intentaba entender cómo es que llegó a ser profesor siendo que en esos momentos era un mortifago.
Todo sucedió muy rápidamente. El profesor de nariz ganchuda miró por encima del turbante de Quirrell, directamente a los ojos de Harry... y un dolor agudo golpeó a Harry en la cicatriz de la frente.
- ¡¿Y eso porque fue!? –
- Tranquilo papá, no fue por lo que tú crees -
— ¡Ay! —Harry se llevó una mano a la cabeza.
— ¿Qué ha pasado? —preguntó Percy
—N-nada.
El dolor desapareció tan súbitamente como había aparecido.
Lily miro a su hijo pero este le hizo un gesto señalándole el libro.
Era difícil olvidar la sensación que tuvo Harry cuando el profesor lo miró, una sensación que no le gustó en absoluto.
- Y siguió sin gustarte Potter -
- Tú eras el consentido, no yo Malfoy -
— ¿Quién es el que está hablando con el profesor Quirrell? —preguntó a Percy.
—Oh, ¿ya conocías a Quirrell, entonces? No es raro que parezca tan nervioso, ése es el profesor Snape.
- ¡Nooooooo! ¿Qué hace Quejicus como profesor? - dijo James dirigiéndose a Dumbledore
- No sabría decirle Señor Potter -
- Severus, espero, que no le hagas la vida imposible a mi hijo. - este se removió incomodo, queriendo saber cómo había llegado a ser profesor, y aún más sabiendo que no le agradaría tener a hijo de Potter como alumno y esperando no tratarlo tan mal o Lily se molestaría aún más con él.
Su materia es Pociones, pero no le gusta... Todo el mundo sabe que quiere el puesto de Quirrell. Snape sabe muchísimo sobre las Artes Oscuras.
- No solo las sabe, las practica. - dijo Canuto
- ¿Sirius deja que Dorcas continúe la lectura siga sí? –
- Está bien Marlene. - Esta le sonrió.
Harry vigiló a Snape durante un rato, pero el profesor no volvió a mirarlo.
Por último, también desaparecieron los postres, y el profesor Dumbledore se puso nuevamente de pie. Todo el salón permaneció en silencio.
—Ejem... sólo unas pocas palabras más, ahora que todos hemos comido y bebido. Tengo unos pocos anuncios que haceros para el comienzo del año. »Los de primer año debéis tener en cuenta que los bosques del área del castillo están prohibidos para todos los alumnos. Y unos pocos de nuestros antiguos alumnos también deberán recordarlo.
Los ojos relucientes de Dumbledore apuntaron en dirección a los gemelos Weasley.
- ¡¿Cómo que el bosque Prohibido?! -
- Esto… veras… mamá…- decía George.
- Técnicamente eso aún no sucede – le secundo Fred con cara de angelito que ni el mismo creyó. (Ni nadie)
—El señor Filch, el celador, me ha pedido que os recuerde que no debéis hacer magia en los recreos ni en los pasillos.
» Las pruebas de quidditch tendrán lugar en la segunda semana del curso. Los que estén interesados en jugar para los equipos de sus casas, deben ponerse en contacto con la señora Hooch.»
Los aficionados, sonrieron a la mención del deporte favorito de los magos.
- Deberían intentar con los de primero, Harry es mi hijo, por lógica será un jugador nato de quidditch -  
- Así o más arrogante papá -
Y por último, quiero deciros que este año el pasillo del tercer piso, del lado derecho, está fuera de los límites permitidos para todos los que no deseen una muerte muy dolorosa.
Harry rió, pero fue uno de los pocos que lo hizo.
Harry no se quería ni imaginar por los regaños que se avecinaban, y es que después de todo por lo que tuvo que pasar, aquella aventura de primer año se le hacía un juego de niños, pero sabía que ni a Lily, Molly y McGonagall les gustaría saber que se habían enfrentado a un perro de tres cabezas, o a un troll, o a plantas asesinas…
Continuaron leyendo hasta donde cantaban la canción del colegio teniendo una magnifica interpretación por los Merodeadores, los Gemelos WeasleyPrewett y por el mismo Dumbledore 
Cada uno terminó la canción en tiempos diferentes. Al final, sólo los gemelos Weasley seguían cantando, con la melodía de una lenta marcha fúnebre.
- ¡Son unos genios! - les decía Canuto
- Gracias… Gracias…-
Dumbledore los dirigió hasta las últimas palabras, con su varita y, cuando terminaron, fue uno de los que aplaudió con más entusiasmo.
—¡Ah, la música! —dijo, enjugándose los ojos—. ¡Una magia más allá de todo lo que hacemos aquí! Y ahora, es hora de ir a la cama. ¡Salid al trote!
Los de primer año de Gryffindor siguieron a Percy a través de grupos bulliciosos, salieron del Gran Comedor y subieron por la escalera de mármol. Las piernas de Harry otra vez parecían de plomo, pero sólo por el exceso de cansancio y comida. Estaba tan dormido que ni se sorprendió al ver que la gente de los retratos, a lo largo de los pasillos, susurraba y los señalaba al pasar; o cuando Percy en dos oportunidades los hizo pasar por puertas ocultas detrás de paneles corredizos y tapices que colgaban de las paredes. Subieron más escaleras, bostezando y arrastrando los pies y, cuando Harry comenzaba a preguntarse cuánto tiempo más deberían seguir, se detuvieron súbitamente.
- Debiste poner atención al camino Harry o no sabrás como llegar a tus clases – le decían los dos Remus de la sala.
Unos bastones flotaban en el aire, por encima de ellos, y cuando Percy se acercó comenzaron a caer contra él.
Percy gruñía enojado
—Peeves —susurró Percy a los de primer año—. Es un duende, lo que en las películas llaman poltergeist. —Levantó la voz—: Peeves, aparece.
La respuesta fue un ruido fuerte y grosero, como si se desinflara un globo.
— ¿Quieres que vaya a buscar al Barón Sanguinario?
-No no no no sobrino, tienes que saber tratarlo correctamente -
Se produjo un chasquido y un hombrecito, con ojos oscuros y perversos y una boca ancha, apareció, flotando en el aire con las piernas cruzadas y empuñando los bastones.
—¡Oooooh! —dijo, con un maligno cacareo—. ¡Los horribles novatos! ¡Qué divertido!
De pronto se abalanzó sobre ellos. Todos se agacharon.
—Vete, Peeves, o el Barón se enterará de esto. ¡Lo digo en serio! —gritó enfadado Percy
Peeves hizo sonar su lengua y desapareció, dejando caer los bastones sobre la cabeza de Neville.
- Porque siempre yo - se preguntaba el muchacho
- Es lo que nos preguntamos siempre Nev – le decían sus compañeros de cuarto
Lo oyeron alejarse con un zumbido, haciendo resonar las armaduras al pasar.
—Tenéis que tener cuidado con Peeves —dijo Percy, mientras seguían avanzando—. El Barón Sanguinario es el único que puede controlarlo, ni siquiera nos escucha a los prefectos.
- ¿Quién escucha a los prefectos? - dijo Ron, olvidándose que él había sido prefecto, mientras que su hermano lo miraba feo.
Ya llegamos.
Al final del pasillo colgaba un retrato de una mujer muy gorda, con un vestido de seda rosa.
—¿Santo y seña? —preguntó.
—Caput draconis —dijo Percy, y el retrato se balanceó hacia delante y dejó ver un agujero redondo en la pared. Todos se amontonaron para pasar (Neville necesitó ayuda) y se encontraron en la sala común de Gryffindor; una habitación redonda y acogedora, llena de cómodos sillones.
Los leones de la sala sonrieron recordando su tan acogedora sala común.
Percy condujo a las niñas a través de una puerta, hacia sus dormitorios, y a los niños por otra puerta. Al final de una escalera de caracol (era evidente que estaban en una de las torres) encontraron, por fin, sus camas, cinco camas con cuatro postes cada una y cortinas de terciopelo rojo oscuro. Sus baúles ya estaban allí. Demasiado cansados para conversar, se pusieron sus pijamas y se metieron en la cama.
—Una comida increíble, ¿no? — murmuró Ron a Harry, a través de las cortinas—. ¡Fuera, Scabbers! Te estás comiendo mis sábanas.
El Trio Dorado junto con Sirius y Remus gruñeron a la mención de la rata. Nadie lo noto.
Harry estaba a punto de preguntar a Ron si le quedaba alguna tarta de melaza,
- La tarta de melaza fue el primer amor de Harry – dijo de manera solemnemente Ron
- Es deliciosa – no respondió Harry, sino Lily, al parecer era otra cosa que tenían en común madre e hijo pero se quedó dormido de inmediato. Tal vez Harry había comido demasiado, porque tuvo un sueño muy extraño.
Tenía puesto el turbante del profesor Quirrell, que le hablaba y le decía que debía pasarse a Slytherin de inmediato, porque ése era su destino.
-No le hagas caso a ese turbante Mini Cornamenta,  tu destino es ser un león.
-Mi minimi tiene razón ahijado -
Harry contestó al turbante que no quería estar en Slytherin
Sirius, Canuto, James y la profesora McGonagall estaban rebosantes de orgullo por su león
y el turbante se volvió cada vez más pesado. Harry intentó quitárselo, pero le apretaba dolorosamente, y entonces apareció Malfoy, que se burló de él mientras luchaba para quitarse el turbante. Luego Malfoy se convirtió en el profesor de nariz ganchuda, Snape, cuya risa se volvía cada vez más fuerte y fría...
Se produjo un estallido de luz verde
Harry se estremeció mientras a Lily le daban ganas de abrazar a su hijo.
y Harry se despertó, temblando y empapado en sudor. Se dio la vuelta y se volvió a dormir. Al día siguiente, cuando se despertó, no recordaba nada de aquel sueño.
- Ahora ya lo recuerdo -  dijo no tan contento Harry
- Bueno Harry, preferible que lo recuerdes ahora que ya eres mayor a que lo recordaras con 11 años ¿no crees? – dijo para sorpresa de todos Regulus
- Así termina el capítulo, ¿quién lee ahora? –
- ¿Cómo se llama el capítulo Meadowes? – Dorcas revisó el libro – Se llama… (y mirando a Snape) El profesor de pociones. -
- Yo leeré… -

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Gracias gracias por leer, nos vemos en el siguiente capitulo ;)


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