domingo, 24 de diciembre de 2017

Halloween


*** Parecía que Harry había descubierto dónde estaba el paquetito arrugado de la cámara setecientos trece.
- Oh.......- ***

- ¿Qué podrá ser? – se preguntaba Canuto. Sirius negaba con la cabeza al ver que su MiniYo era corto de entendederas
- Canuto, es un poco obvio, basta con recordar el título del libro – le dijo con cansancio Lunático.
- Oh… - exclamó el animago.
- Bien, lo mejor será leer un capítulo más y después ir a la cama – dijo Dumbledore y a pesar de que muchos querían seguir leyendo también tenían necesidad de dormir un poco.
-Si todos están de acuerdo entonces, terminemos este día de lectura, ¿algún voluntario? – preguntó.
- Yo leeré profesor – dijo James mientras con su varita levitaba el libro hacia él, que se encontraba en el regazo de Harry.
- Solo no interrumpas a cada rato – le dijo su esposa mientras buscaba el capítulo que continuaba.
- Bien, el capítulo se llama “Halloween”, ¿paso algo interesante? – preguntó dirigiéndose a su hijo.
Este, pensándolo bien le respondió: - supongo que va a aclararse una gran duda – mirando de rojo a sus amigos.

- Bien, empezaré … Malfoy no podía creer lo que veían sus ojos, cuando vio que Harry y Ron todavía estaban en Hogwarts al día siguiente, con aspecto cansado pero muy alegres.
- Acaban de esta frente a un perro de tres cabezas, ¿y están alegres? – decía Tonks, la cual la tonta autora no recordaba donde estaba sentada, per se encontraba entre los dos Remus y los dos Sirius.
- Bueno Dora, llevan en la sangre la aventura, Harry por James y Ron por sus tíos – le dijo Remus.
En realidad, por la mañana Harry y Ron pensaron que el encuentro con el perro de tres cabezas había sido una excelente aventura, y ya estaban preparados para tener otra.
Lily y Molly fulminaron a sus hijos con la mirada.
- ¡Ni se les ocurra! – les gritaron al mismo tiempo.
Estos voltearon a ver a sus padres esperando algo de ayuda, pero tanto Arthur como James miraban hacia otro lado como quien no quiere la cosa, *cobardes* pensaban.
Mientras tanto, Harry le habló a Ron del paquete que había sido llevado de Gringotts a Hogwarts, y pasaron largo rato preguntándose qué podía ser aquello para necesitar una protección así.
- Debe ser algo muy valioso – dijo Gideon
- O muy peligroso – le rebatió su hermano Fabian
- O las dos cosas – le dijo Sirius
—Es algo muy valioso, o muy peligroso —dijo Ron.
- Definitivamente si cambiamos su futuro, ustedes no ce acercaran a Ron – les decía severamente su hermana
—O las dos cosas —opinó Harry
- Harry, cambiaras de padrino – dijo en el mismo tono que Molly Lily.
- Pero Lily… - se quejaban Canuto y Sirius
Pero como lo único que sabían con seguridad del misterioso objeto era que tenía unos cinco centímetros de largo, no tenían muchas posibilidades de adivinarlo sin otras pistas.
- Y sospecho, que no se van a detener hasta descubrir que es ¿cierto? – les preguntaba severamente McGonagall
- Profesora, no haga preguntas de las que no quiere saber la respuesta – le respondió Ginny.
- Harry es curioso por naturaleza Potter-Evans, y Ron como buen amigo le apoyará – intentaba darse a entender Arthur
- Solo espero que no se metan en problemas – decía Molly con esperanza.
El trio de oro estaba lo que seguía después de nerviosos.
Ni Neville ni Hermione demostraron el menor interés en lo que había debajo del perro y la trampilla.  Lo único que le importaba a Neville era no volver a acercarse nunca más al animal.
- Egso ega lo mags sengsato – decía Fleur.
- Sabemos que mi hermano y sus amigos son todo menos sensatos – le decía Bill en voz baja para que nadie le oyera, aun recordaba el susto que se llevó cuando se enteró que no les había bastado con entrar a Gringotts sino que habían escapado montados en el dragón.
Hermione se negaba a hablar con Harry y Ron, pero como era una sabihonda mandona, los chicos lo consideraron como un premio.
Los de la sala solo veían con lastima a los chicos al ver los golpes que les daba Hermione.
- Vamos Herms, el que pensó eso fue Harry no yo - se defendía Ron
- Gracias Ron – decía este mientras se defendía de la chica – Hermione, eres muy ruda – le dijo cuando se calmó.
- Claro, ruda y una sabihonda mandona ¿quieres agregar otro adjetivo? – le decía la chica ácidamente. James siguió leyendo para que su hijo no se viera obligado a responder. Harry le agradeció con la mirada, mientras que abrazaba a su amiga, la cual se dejó dando a entenderle a Harry que ya no estaba tan molesta.
Lo que realmente deseaban en aquel momento era poder vengarse de Malfoy y, para su gran satisfacción, la posibilidad llegó una semana más tarde, por correo.
- ¿Qué te llegó MiniJames? –
- Si dejas que James siga leyendo supongo que lo sabrás Black – le decía Marlene
Mientras las lechuzas volaban por el Gran Comedor, como de costumbre, la atención de todos se fijó de inmediato en un paquete largo y delgado, que llevaban seis lechuzas blancas.
James se detuvo - es lo que creo que es – le decía con añoranza a su hijo - ¿una escoba? – preguntaba con ilusión.
- Es obvio que e una escoba James, la pregunta es… ¿quién se la mando? Porque en ningún momento leímos que Harry hiciera un pedido. – le decía Lily. Harry pensaba que su padre iba a adorar a la profesora de transformación.
Harry estaba tan interesado como los demás en ver qué contenía, y se sorprendió mucho cuando las lechuzas bajaron y dejaron el paquete frente a él, tirando al suelo su tocino. Se estaban alejando, cuando otra lechuza dejó caer una carta sobre el paquete.
Harry abrió el sobre para leer primero la carta y fue una suerte, porque decía:
James sonrío mientras leía.

NO ABRAS EL PAQUETE EN LA MESA. Contiene tu nueva Nimbus 2.000, pero no
quiero que todos sepan que te han comprado una escoba, porque también
querrán una. Oliver Wood te esperará esta noche en el campo de quidditch a
las siete, para tu primera sesión de entrenamiento.

James leyó el remitente, se paró y fue directo a abrazar a la profesora McGonagall.
– Gracias gracias gracias, usted siempre fue mi profesora preferida – le decía mientras se separaba de una muy sonrojada Minerva – y no tiene nada que ver que le haya regalado a mi hijo una escoba último modelo – continuaba mientras regresaba a su lugar, McGonagall sonrió ante eso último. – supongo que mi yo del futuro hizo lo que creyó que aria usted, no solo fue uno de mis estudiantes más alborotadores, también fue uno de los mejores alumnos en mi materia – le decía con nostalgia – y no tiene nada que ver que gracias a usted Gryffindor ganó unas cuantas Copas de Quidditch – terminó de decir con una sonrisa mientras muchos en la sala reían.

Harry tuvo dificultades para ocultar su alegría, mientras le alcanzaba la nota a Ron.
- Estabas con una sonrisa de oreja a oreja colega – le dijo este.
—¡Una Nimbus 2.000! —gimió Ron con envidia—. Yo nunca he tocado ninguna.
Ron se ruborizó al igual que Molly y Arthur, Lucius estuvo a punto de decir un comentario despectivo, como siempre, pero su hijo le negó con la cabeza así que se lo guardo.
Salieron rápidamente del comedor para abrir el paquete en privado, antes de la primera clase, pero a mitad de camino se encontraron con Crabbe y Goyle, que les cerraban el camino. Malfoy le quitó el paquete a Harry y lo examinó.
—Es una escoba — dijo, devolviéndoselo bruscamente, con una mezcla de celos y rencor en su cara—. Esta vez lo has hecho, Potter. Los de primer año no tienen permiso para tener una.
- Que no se note la envidia – decía con ironía Frank.
Ron no pudo resistirse.
- Hay Ron – negaba con la cabeza Molly
—No es ninguna escoba vieja —dijo—. Es una Nimbus 2.000. ¿Cuál dijiste que tenías en casa, Malfoy, una Comet 260? —Ron rió con aire burlón —. Las Comet parecen veloces, pero no tienen nada que hacer con las Nimbus.
- Bien, supongo que me gané a pulso lo que me respondió Malfoy – dijo Ron con una sonrisa nerviosa.
—¿Qué sabes tú, Weasley, si no puedes comprar ni la mitad del palo? —replicó Malfoy—. Supongo que tú y tus hermanos tenéis que ir reuniendo la escoba ramita a ramita.
Narcissa que, al haber escuchado el comentario de Ron, no se sorprendió por ese comentario de su hijo, pero si se preguntaba ¿Qué tipo de educación le habían dado?, Gideon y Fabian estaban dispuestos a decirle unas cuantas cositas al MiniMalfoy, pero al ver como este parecía realmente avergonzado mejor no dijeron nada. Lucios ignorando completamente ese gesto de su hijo sonrió con arrogancia.
Antes de que Ron pudiera contestarle, el profesor Flitwick apareció detrás de Malfoy.
- No le iba a contestar, iba a pelearme a lo muggle – admitió el chico evitando la mirada de su muy enojada madre, pero si viendo los pulgares en alto de sus tíos.
- Lo peor hubiera sido que me lanzaras un tragacaracoles – decía con burla.
- Cállate hurón, ya veremos cómo toman todos esa parte – Draco se asustó, pero no lo demostró, su novia Astoria le susurraba *eso te pasa por no callarte*.
Los del pasado se miraban sin saber ni un pepino, pero como sabían que no les adelantarían nada mejor ni preguntaron.
—No os estaréis peleando, ¿verdad, chicos? —preguntó con voz chillona.
El profesor se sonrojo al escuchar como describen su voz.
—A Potter le han enviado una escoba, profesor —dijo rápidamente Malfoy.
- Mi última esperanza era que te bajaran puntos por eso – decía un muy frustrado Draco
- La esperanza es lo último que se pierde – le decía Tonks
—Sí, sí, está muy bien —dijo el profesor Flitwick, mirando radiante a Harry—. La profesora McGonagall me habló de las circunstancias especiales, Potter. ¿Y qué modelo es?
- ¡Toma esa hurón oxigenado! – se burlaba Canuto señalándole con el dedo mientras se reía a carcajada limpia.
- Canuto… ¿sabes siquiera porque le dicen así? –
- No lunático, pero si así le dicen todos debe ser por algo bueno –
Draco no le veía lo bueno a esa situación y miro disimuladamente a Moody, aunque sabía que el que le hizo eso pudo haberle hecho algo mucho peor, pero paro sus pensamientos al escuchar como le gritaban a su tío.
- ¡Te das cuenta de que yo también soy rubia animal! – le decía Marlene mientras que varios pájaros conjurados por ella misma picoteaban al pobre perrito. Los de buen humor de la sala reían de la desgracia del Joven Sirius.
- ¡Cornamenta! ¡Ayúdame! – le gritaba a su amigo. – Lo siento Canuto, Lily me tiene bien sujeto – varios en la sala se rieron aún más, incluso los amargados tenían una mueca parecida a una sonrisa en la cara porque era mentira, ya que Lily no sujetaba a James.
- ¡McKinnon yo no dije nada! ¡Quítame tus bestias de encima! – gritaba Sirius
- Son la misma persona, piensan igual – dijo esta.
Después de unos minutos James decidió no ser tan desgraciado y siguió leyendo causando que los pájaros desaparecieran.
—Una Nimbus 2.000, señor —dijo Harry, tratando de no reír ante la cara de horror de Malfoy—. Y realmente es gracias a Malfoy que la tengo.
- Ya no diré nada – decía Canuto con un puchero de lo más infantil.
- Si, mejor cállate – le decía su versión mayor
Harry y Ron subieron por la escalera, conteniendo la risa ante la evidente furia y confusión de Malfoy.
—Bueno, es verdad —continuó Harry cuando llegaron al final de la escalera de mármol—. Si él no hubiera robado la Recordadora de Neville, yo no estaría en el equipo...
- Harry, espero que no lo tomes como un premio por desobedecer a tu maestra –
Harry le sonrió inocentemente a su mamá.
—¿Así que crees que es un premio por quebrantar las reglas? —Se oyó una voz irritada a sus espaldas. Hermione subía la escalera, mirando con aire de desaprobación el paquete de Harry
Lily le sonrió a la amiga de su hijo, esperando que ella pronto limara asperezas en el libro para que lo controle un poco.
*Si supiera* pensaba la autora.
—Pensaba que no nos hablabas —dijo Harry.
—Sí, continúa así —dijo Ron—. Es mucho mejor para nosotros.
Hermione se alejó con la nariz hacia arriba.
Los amigos voltearon a ver a su amiga que los miro con una sonrisa.
- Si me enojo con ustedes por esos comentarios, con los que vienen en los próximos libros voy a querer matarlos -  les decía con comprensión.
- Eso no pensabas hace rato -  le reprochaba Harry
- Gansa enfadada y sabihonda mandona fueron comentarios que me tomaron por sorpresa – le decía con mirada de disculpa. * ¿Cómo quiere que controle mis pensamientos? * fue lo que quiso preguntar Harry, pero mejor así o dejó
Durante aquel día, Harry tuvo que esforzarse por atender a las clases.
Harry evitó la mirada de su mamá.
Su mente volvía al dormitorio, donde su escoba nueva estaba debajo de la cama, o se iba al campo de quidditch, donde aquella misma noche aprendería a jugar. Durante la cena comió sin darse cuenta de lo que tragaba, y luego se apresuró a subir con Ron, para sacar; por fin, a la Nimbus 2.000 de su paquete.
- Oh, ya sé que quitarte cuando me lleguen las cartas de que no prestas atención a las clases – Harry palideció y volteo a mirar a su padre con la idea de que este le defendería.
- A mí ni me mires hijo, aun no olvido que me engañaste con lo de la Cleansweep y la Nimbus – le decía indignado sin creer que se retoño le hubiera jugado una broma y el no se hubiera dado cuenta.
Harry como último recurso miró a sus padrinos, pero estos estaban ocupados curando las heridas de los pájaros y no le hicieron caso, así que mientras su padre continuaba leyendo Harry comenzó a idear un plan para interceptar las lechuzas.
—Oh —suspiró Ron, cuando la escoba rodó sobre la colcha de la cama de Harry. Hasta Harry, que no sabía nada sobre las diferencias en las escobas… Harry supo, al ver la mirada de su padre que, si cambiaban su futuro, el sabría tooooodo sobre las escobas …pensó que parecía maravillosa. Pulida y brillante, con el mango de caoba, tenía una larga cola de ramitas rectas y, escrito en letras doradas: «Nimbus 2.000».
Los amantes del quidditch escuchaban embelesados la descripción de la escoba.
- ¿Debería de ponerme celosa de una escoba James? –
- Claro que no Lily – le decía este abrazándola, pero en su mente tenía la futura escoba de su hijo.
Cerca de las siete, Harry salió del castillo y se encaminó hacia el campo de quidditch. Nunca había estado en aquel estadio deportivo. Había cientos de asientos elevados en tribunas alrededor del terreno de juego, para que los espectadores estuvieran a suficiente altura para ver lo que ocurría. En cada extremo del campo había tres postes dorados con aros en la punta. Le recordaron los palitos de plástico con los que los niños muggles hacían burbujas, sólo que éstos eran de quince metros de alto.
Los ojos de Arthur brillaban de curiosidad, algo que Hermione notó, y mostro el juguete muggle en el pizarroncito mágico que la tonta de la autora había olvidado.
Demasiado deseoso de volver a volar antes de que llegara Wood, Harry montó en su escoba y dio una patada en el suelo. Qué sensación.
- Y es ahí cuando lo Evans desaparece y se queda lo Potter – dijo alguien para el orgullo de James.
- Nunca mejor dicho Remus – le decía Sirius ya recuperado de los picotazos, aunque de vez en cuando miraba mal a Marlene.
Subió hasta los postes dorados y luego bajó con rapidez al terreno de juego. La Nimbus 2.000 iba donde él quería
con sólo tocarla.
Insertar suspiros de los amantes del quidditch. Los que no entendían porque tanta fascinación por el juego, rodaban los ojos.
—¡Eh, Potter, baja!
Había llegado Oliver Wood. Llevaba una caja grande de madera debajo del brazo. Harry aterrizó cerca de él.
—Muy bonito —dijo Wood, con los ojos brillantes—. Ya veo lo que quería decir McGonagall, realmente tienes un talento natural…
- Supongo que en el fondo estaba saltando de la emoción – decía Charlie
- Insisto, casi saltaba cuando nos lo dijo al resto del equipo – reía Fred
… Voy a enseñarte las reglas esta noche y luego te unirás al equipo, para el entrenamiento, tres veces por semana.
- Olvidó decir que te despertaría a las 5 de la mañana por los próximos tres años – decía George
- ¡Que cosa! – exclamó Lily
- No te exaltes mamá, no era para tanto – decía Harry fulminando a los gemelos.
- Con el padre que tiene, no es de sorprender que eso no sea muy extremista para el – reía Remus
- Cuando se trata de la Copa de Quidditch, es necesario ser extremista mi querido Lunático Mayor – decía solemnemente James a lo que Harry asentía con la cabeza.
Abrió la caja. Dentro había cuatro pelotas de distinto tamaño.
—Bueno —dijo Wood—. El quidditch es fácil de entender; aunque no tan fácil de jugar. Hay siete jugadores en cada equipo. Tres se llaman cazadores.
—Tres cazadores —repitió Harry, mientras Wood sacaba una pelota rojo brillante, del tamaño de un balón de fútbol.
—Esta pelota se llama quaffle —dijo Wood—. Los cazadores se tiran la quaffle y tratan de pasarla por uno de los aros de gol. Obtienen diez puntos cada vez que la quaffle pasa por un aro. ¿Me sigues?
- Pues no es la explicación más entera del mundo, pero… -
- … es la explicación más fácil y entendible James – le cortó Lily.
—Los cazadores tiran la quaffle y la pasan por los aros de gol —recitó Harry—.
Entonces es una especie de baloncesto, pero con escobas y seis canastas.
- Eso es otro deporte muggle supongo – afirmaba Arthur.
- No entiendo la necesidad de los muggles de tener tantos deportes – decía Narcissa
- Es porque son muggles, querida – le respondió su esposo, pronunciando la palabra muggles en un tono muy feo.
- Pues de hecho es algo inteligente, porque así hay más variedad para los diferentes gustos – le respondió Hermione, a la cual le importo un reverendo cacahuate la mirada de asco de Lucius. Ron la miraba embobado.
—¿Qué es el baloncesto? —preguntó Wood.
—Olvídalo —respondió rápidamente Harry
- Quería saber más del quidditch – se apresuró a explicar Harry
—Hay otro jugador en cada lado, que se llama guardián. Yo soy guardián de Gryffindor. Tengo que volar alrededor de nuestros aros y detener los lanzamientos del otro equipo.
- Un excelente guardián para ser exactos, sacaba los tiros de los aros, incluso cuando parecían tiros imposibles – decía Neville
—Tres cazadores y un guardián —dijo Harry, decidido a recordarlo todo—. Y juegan con la quaffle. Perfecto, ya lo tengo. ¿Y para qué son ésas? —Señaló las tres pelotas restantes.
—Ahora te lo enseñaré — dijo Wood —. Toma esto.
Dio a Harry un pequeño palo, parecido a un bate de béisbol.
—Voy a enseñarte para qué son —dijo Wood—. Esas dos son las bludgers.
- No se le va a ocurrir soltarlas ¿o sí? - decía la profesora Sprout
- Sip, lo va a hacer -le sonrió Neville a la profesora.
Enseñó a Harry dos pelotas idénticas, pero negras y un poco más pequeñas que la roja quaffle. Harry notó que parecían querer escapar de las tiras que las sujetaban dentro de la caja.
—Quédate atrás —previno Wood a Harry. Se inclinó y soltó una de las bludgers.
- No te paso nada ¿verdad? – pregunto Lily que tenía ganas de ir a buscar a un pequeño Wood y asesinarlo.
- No mamá, tranquila - *por lo menos no ese año* pensó el de los ojos como sapo en escabeche.
De inmediato, la pelota negra se elevó en el aire y se lanzó contra la cara de Harry. Harry la rechazó con el bate, para impedir que le rompiera la nariz, y la mandó volando por el aire. Pasó zumbando alrededor de ellos y luego se tiró contra Wood, que se las arregló para sujetarla contra el suelo.
- Serias un excelente golpeador – dijo Fred
- Pero no tan bueno como nosotros – termino George
—¿Ves? —dijo Wood jadeando, metiendo la pelota en la caja a la fuerza y asegurándola con las tiras—. Las bludgers andan por ahí, tratando de derribar a los jugadores de las escobas. Por eso hay dos golpeadores en cada equipo (los gemelos Weasley son los nuestros).
- Los mejores golpeadores de la historia de Hogwarts – se alababan los gemelos mientras sus tíos aplaudían vigorosamente.
- Autógrafos luego, por favor – se pavoneaba Fred. Nadie noto la mirada melancólica de George.
Su trabajo es proteger a su equipo de las bludgers y desviarlas hacia el equipo contrario. ¿Lo has entendido?
—Tres cazadores tratan de hacer puntos con la quaffle, el guardián vigila los aros y los golpeadores mantienen alejadas las bludgers de su equipo —resumió Harry.
- Un muy buen resumen – dijo Dorcas
—Muy bien —dijo Wood.
—Hum... ¿han matado las bludgers alguna vez a alguien? —preguntó Harry, Deseando que no se le notara la preocupación.
- Solo te mandan a la enfermería todo inconsciente y mallugado, pero nada más – le respondía James a su hijo del libro.
- Estuve muy angustiada por ti, pero nada más – decía una indignada Sra. Potter, con su hijo en brazos (¿acaso nadie me iba a decir que me había olvidado de chiquiHarry?).
- Lastima que no lo reconociste hasta tres años después – dijo con pesar el padre Potter
—Nunca en Hogwarts. Hemos tenido algunas mandíbulas rotas, pero nada peor hasta ahora. Bueno, el último miembro del equipo es el buscador. Ese eres tú. Y no tienes que preocuparte por la quaffle o las bludgers...
- Claro, porque solo son inocentes pelotitas que te pueden arrancar la cabeza – decía Lily
—A menos que me rompan la cabeza.
- Pelirroja piensas como… -
- Como mi hijo Canuto – y con una mirada de *puedo invocar aves más agresivas* lo mandó a callar
—Tranquilo, los Weasley son los oponentes perfectos para las bludgers. Quiero decir que ellos son como una pareja de bludgers humanos.
- ¿Por qué a mí? – preguntaba con pesar Molly
- Es para que no nos extrañes hermanita – le decían los Prewett. Molly les sonrió, pensando en cómo podría soportar una vida sin sus alborotadores hermanos.
Wood buscó en la caja y sacó la última pelota. Comparada con las otras, era pequeña, del tamaño de una nuez grande. Era de un dorado brillante y con pequeñas alas plateadas.
- La snitch – decía Harry en un susurro.
—Esta dorada —continuó Wood— es la snitch. Es la pelota más importante de todas. Cuesta mucho de atrapar por lo rápida y difícil de ver que es. El trabajo del buscador es atraparla. Tendrás que ir y venir entre cazadores, golpeadores, la quaffle y las bludgers, antes de que la coja el otro buscador, porque cada vez que un buscador la atrapa, su equipo gana ciento cincuenta puntos extra, así que prácticamente acaba siendo el ganador. Por eso molestan tanto a los buscadores.
- Muy tranquilizador, era un niño que nunca había jugad quidditch y va y le dice eso – decía Edgar mientras negaba.
- Oliver no pensaba en eso, solo pensaba en quidditch – explicaban los gemelos.
Un partido de quidditch sólo termina cuando se atrapa la snitch, así que puede durar muchísimo. Creo que el record fue tres meses. Tenían que traer sustitutos para que los jugadores pudieran dormir... Bueno, eso es todo. ¿Alguna pregunta?
Harry negó con la cabeza. Entendía muy bien lo que tenía que hacer; el problema era conseguirlo.
- Tranquilo hijo, yo sé que lo aras muy bien –
- Con un padre como tú, pecado seria si no –
- Ya vas aprendiendo MiniYo –
Lily miraba enternecida el intercambio de palabras de sus dos hombrecitos.
—Todavía no vamos a practicar con la snitch —dijo Wood, guardándola con cuidado en la caja—. Está demasiado oscuro y podríamos perderla. Vamos a probar con unas pocas de éstas.
Sacó una bolsa con pelotas de golf de su bolsillo y, unos pocos minutos más tarde, Wood y Harry estaban en el aire. Wood tiraba las pelotas de golf lo más fuertemente que podía en todas las direcciones, para que Harry las atrapara. Éste no perdió ni una y Wood estaba muy satisfecho.  
Al igual que la profesora McGonagall de la sala.
Después de media hora se hizo de noche y no pudieron continuar.
—La copa de quidditch llevará nuestro nombre este año —dijo Wood lleno de alegría mientras regresaban al castillo—. No me sorprendería que resultaras ser mejor jugador que Charles Weasley. Él podría jugar en el equipo de Inglaterra si no se hubiera ido a cazar dragones.
- No digas nada mamá, los dragones son mi vida –
- Pero son unas bestias, mira como tienes los brazos – decía muy preocupada la Sra. Weasley
- Son solo criaturas incomprendidas mamá –
- Ya suenas como Hagrid – dijo Ron mirando al semigigante con una sonrisa para que supiera que no lo decía en mal sentido. Este le devolvió la sonrisa.
Tal vez fue porque estaba ocupado tres noches a la semana con las prácticas de quidditch, además de todo el trabajo del colegio, la razón por la que Harry se sorprendió al comprobar que ya llevaba dos meses en Hogwarts. El castillo era mucho más su casa de lo que nunca había sido Privet Drive.
- Me siento feliz, pero a la vez triste por eso – decía Lily mirando a sus hijos, tanto el grande que estaba sentado con sus amigos como al que tenía en brazos. James la reconfortaba con un abrazo.
Canuto miraba a su ahijado con comprensión, al igual que Severus, pero este lo disimulo.
Sus clases, también, eran cada vez más interesantes, una vez aprendidos los principios básicos.
Lily y ambos Remus le sonrieron.
En la mañana de Halloween…
Harry y Ron hicieron una mueca que solo sus madres notaron, claro está que no les gustó nada
se despertaron con el delicioso aroma de calabaza asada flotando por todos los pasillos.
- Ya me dio hambre… y si adelantamos la cena – pedía Canuto, pero nadie le hizo caso salvo su versión adulta y Ron, que opinaban lo mismo.
Pero lo mejor fue que el profesor Flitwick anunció en su clase de Encantamientos que pensaba que ya estaban listos para empezar a hacer volar objetos, algo que todos se morían por hacer; desde que vieron cómo hacía volar el sapo de Neville.  El profesor Flitwick puso a la clase por parejas para que practicaran. *mi madre me va a matar por mi trato a Hermione* pensaba Ron
La pareja de Harry era Seamus Finnigan (lo que fue un alivio, porque Neville había tratado de llamar su atención).
- Yo hubiera hecho lo mismo – dijo Neville dándole a entender a Harry que no le había molestado su comentario
Ron, sin embargo, tuvo que trabajar con Hermione Granger.
- Egso no tegminaga bien – decía Fleur mirando a Hermione con pena.
Molly ya estaba mirando mal a su hijo.
Era difícil decir quién estaba más enfadado de los dos. La muchacha no les hablaba desde el día en que Harry recibió su escoba.
—Y ahora no os olvidéis de ese bonito movimiento de muñeca que hemos estado practicando —dijo con voz aguda el profesor; subido a sus libros, como de costumbre —. Agitar y golpear; recordad, agitar y golpear. Y pronunciar las palabras mágicas correctamente es muy importante también, no os olvidéis nunca del mago Baruffio, que dijo «ese» en lugar de «efe» y se encontró tirado en el suelo con un búfalo en el pecho.
James y Canuto ya estaban sacando las varitas…
- ¡Ni se les ocurra! – les reprendió McGonagall con una mirada que hasta a Dumbledore asustó
Era muy difícil.
- No lo es – decían Lily, Flitwick y Marlene
Harry y Seamus agitaron y golpearon, pero la pluma que debía volar hasta el techo no se movía del pupitre. Seamus se puso tan impaciente que la pinchó con su varita y le prendió fuego, y Harry tuvo que apagarlo con su sombrero.
- Le di un buen uso a ese sombrero – decía Harry
- Seamus y su manía por incendiar cosas – decía Ron – fue un milagro que nunca incendiara la torre de Gryffindor. McGonagall estaba palida.
Ron, en la mesa próxima, no estaba teniendo mucha más suerte.
¡Wingardium leviosa! —gritó, agitando sus largos brazos como un molino.
Flitwick lucia escandalizado.
—Lo estás diciendo mal. —Harry oyó que Hermione lo reñía—. Es Win-gar-dium levi-o-sa, pronuncia gar más claro y más largo.
- Y eso no le gustará nada a Ron – decía Hannah
- No creo que se lo tome tan mal –
- Créeme Hagrid, me lo tome muuuy mal – decía avergonzado.
—Dilo, tú, entonces, si eres tan inteligente —dijo Ron con rabia.
- Lo peor que puedes hacer es retar a un sabelotodo a que lo haga mejor que tu – le dijo Gideon
- Porque lo ara mejor que tu – añadió Fabian.
Varios en la sala asentían a lo dicho por los gemelos.
Hermione se arremangó las mangas de su túnica, agitó la varita y dijo las palabras mágicas. La pluma se elevó del pupitre y llegó hasta más de un metro por encima de sus cabezas.
—¡Oh, bien hecho! —gritó el profesor Flitwick, aplaudiendo—. ¡Mirad, Hermione Granger lo ha conseguido!
-  Como era de esperarse, es la mejor bruja de nuestra generación –
- Y ese es Ron, intentando remediar sus errores – se reía Ginny
Al finalizar la clase, Ron estaba de muy mal humor.
—No es raro que nadie la aguante —dijo a Harry, cuando se abrían paso en el pasillo—. Es una pesadilla, te lo digo en serio.
- ¡Ronald Weasley! ¡Vas a estar castigado desde que nazcas hasta que aprendas a tener un poco de tacto! – le retaba la Sra. Weasley
Ron murmuro un *lo siento* a Hermione, la cual lo abrazo enternecida.
Alguien chocó contra Harry. Era Hermione. Harry pudo ver su cara y le sorprendió ver que estaba llorando.
Las mujeres en la sala miraban mal al pelirrojo.
—Creo que te ha oído.
—¿Y qué? —dijo Ron, aunque parecía un poco incómodo—. Ya debe de haberse dado cuenta de que no tiene amigos.
Ron miro confundido a Hermione al sentir que rompía el abrazo.
- Es que eso no lo había escuchado – dijo cabizbaja.
- Yo… lo siento, no me hagas caso, era un poco idiota –
- Bueno, después lo solucionaste - le dijo un poco más animada – además, fue por esa pelea que nos hicimos amigos, así que no importa. – dijo al fin abrazando a los dos. 
James continúo leyendo para que los de la sala dejaran de ver al amigo de su hijo que le repetía a Hermione que lo sentía de nuevo.
Hermione no apareció en la clase siguiente y no la vieron en toda la tarde. De camino al Gran Comedor, para la fiesta de Halloween, Harry y Ron oyeron que Parvati Patil le decía a su amiga Lavender que Hermione estaba llorando en el cuarto de baño de las niñas y que deseaba que la dejaran sola.
Los de la sala aún se preguntaban qué era lo que los había unido.
Ron pareció más molesto aún, pero un momento más tarde habían entrado en el Gran Comedor; donde las decoraciones de Halloween les hicieron olvidar a Hermione.
Hermione que seguía abrazando a sus dos amigos les apretó el brazo como seña de que no había problema.
Mil murciélagos aleteaban desde las paredes y el techo, mientras que otro millar más pasaba entre las mesas, como nubes negras, haciendo temblar las velas de las calabazas. El festín apareció de pronto en los platos dorados, como había ocurrido en el banquete de principio de año.
Los que habían asistido a Hogwarts de la sala, que eran casi todos, no pudieron evitar recordar los festines del colegio.
Harry se estaba sirviendo una patata con su piel, cuando el profesor Quirrell llegó rápidamente al comedor; con el turbante torcido y cara de terror.  
- ¿Qué pasó ahora? – Preguntaba Dorcas
- No me sorprendería que ese profesor se haya asustado de su propia sombra – decía Lunático.
Todos lo contemplaron mientras se acercaba al profesor Dumbledore, se apoyaba sobre la mesa y jadeaba:
—Un trol... en las mazmorras... Pensé que debía saberlo.
Y se desplomó en el suelo.
- ¡QUE COSA! – Exclamaron la mayoría de los presentes
- Los trolls son muy tontos, no pudo haber entrado por si solo – decía Moody, sobresaltando a los presentes que habían olvidado que estaba ahí.
- ¿Insinúas que alguien lo dejo entrar? – le cuestionaba Sprout
- No lo insinúa, lo está afirmando – decía de manera seria Frank
Se produjo un tumulto. Para que se hiciera el silencio, el profesor Dumbledore tuvo que hacer salir varios fuegos artificiales de su varita.
—Prefectos —exclamó—, conducid a vuestros grupos a los dormitorios, de inmediato.
Percy estaba en su elemento.
Molly le sonrió orgullosa a su hijo, al igual que Arthur. Los gemelos hacían muecas asqueadas.
—¡Seguidme! ¡Los de primer año, manteneos juntos! ¡No necesitáis temer al trol si seguís mis órdenes! Ahora, venid conmigo. Haced sitio, tienen que pasar los de primer año. ¡Perdón, soy un prefecto!
- Hermano, relájate un poco – le decía Charlie
- Había un troll en el colegio y estaba a cargo de niños de primer año, no me podía relajar – decía Percy. McGonagall y los demás profesores apoyaban esos pensamientos.
—¿Cómo ha podido entrar aquí un trol? —preguntó Harry, mientras subían por la escalera.
—No tengo ni idea, parece ser que son realmente estúpidos —dijo Ron—. Tal vez Peeves lo dejó entrar; como broma de Halloween.
- Peeves no aria tal cosa, aunque no lo crean tiene sus límites – les decía Dumbledore.
Pasaron entre varios grupos de alumnos que corrían en distintas direcciones. Mientras se abrían camino entre un tumulto de confundidos Hufflepuffs, Harry súbitamente se aferró al brazo de Ron.
- Hay no – suspiraba Lily.
—¡Acabo de acordarme... Hermione!
—¿Qué pasa con ella?
—No sabe nada del trol.
- Díganselo a Percy – decía asustada Marlene
Lily y Molly se aferraban a sus maridos nerviosas, sabían que sus hijos irían por su amiga, tan nerviosa estaba Lily que prefirió dejar a Harry en la cuna.
Ron se mordió el labio.
—Oh, bueno —dijo enfadado—. Pero que Percy no nos vea.
- ¡Ron! – exclamaba Molly.
- Tranquila Molly, si Ron, Hermione y Harry están aquí es porque no les paso nada – intentaba razonar Arthur con su esposa, las demás mamás de la sala negaban resignadas.
Se agacharon y se mezclaron con los Hufflepuffs que iban hacia el otro lado, se deslizaron por un pasillo desierto y corrieron hacia el cuarto de baño de las niñas. Acababan de doblar una esquina cuando oyeron pasos rápidos a sus espaldas.
—¡Percy! —susurró Ron, empujando a Harry detrás de un gran buitre de piedra.
Sin embargo, al mirar; no vieron a Percy, sino a Snape. Cruzó el pasillo y desapareció de la vista.
Snape frunció el ceño, preguntándose a donde iría.
—¿Qué es lo que está haciendo? —murmuró Harry—. ¿Por qué no está en las mazmorras, con el resto de los profesores?
- Exacto Snape, porque no estas con los demás profesores – le recriminaba Canuto, pero el susodicho ni se molestó en responderle.
—No tengo la menor idea.
Lo más silenciosamente posible, se arrastraron por el otro pasillo, detrás de los pasos apagados del profesor.
—Se dirige al tercer piso —dijo Harry, pero Ron levantó la mano.
—¿No sientes un olor raro?
- Tenia la esperanza de que no se lo encontraran – decía Alice mirando lo nerviosa que se encontraba su amiga.
Harry olfateó y un aroma especial llegó a su nariz, una mezcla de calcetines sucios y baño público que nadie limpia.
Un sonido de asco se escuchó en la sala.
Y lo oyeron, un gruñido y las pisadas inseguras de unos pies gigantescos. Ron señaló al fondo del pasillo, a la izquierda. Algo enorme se movía hacia ellos. Se ocultaron en las sombras y lo vieron surgir a la luz de la luna.
- ¡Que esperan para salir de ahí! – exclamaba Remus
- Es que son idiotas o que – les decía Astoria abrazada a Draco
Era una visión horrible. Más de tres metros y medio de alto y tenía la piel de color gris piedra, un descomunal cuerpo deforme y una pequeña cabeza pelada.
Hannah lucia ligeramente muy asustada
Tenía piernas cortas, gruesas como troncos de árbol, y pies achatados y deformes. El olor que despedía era increíble. Llevaba un gran bastón de madera que arrastraba por el suelo, porque sus brazos eran muy largos.
El monstruo se detuvo en una puerta y miró hacia el interior. Agitó sus largas orejas, tomando decisiones con su minúsculo cerebro, y luego entró lentamente en la habitación.
- ¡Enciérrenlo! – gritaban la mayoría, Hermione gimió, poniéndose pálida de repente, algo que solo Harry, Ron y Regulus notaron.
—La llave está en la cerradura —susurró Harry—. Podemos encerrarlo allí.
—Buena idea —respondió Ron con voz agitada.
Se acercaron hacia la puerta abierta con la boca seca, rezando para que el trol no decidiera salir. De un gran salto, Harry pudo empujar la puerta y echarle la llave.
—¡Sí!
- No – dijeron Harry y Ron, ocasionando que los del pasado es miraran extrañados.
- Su amiga está ahí dentro, se ha puesto pálida solo de escuchar que encerrarían al trol en ese cuarto – explico el hermano menor de Sirius, y todas las miradas que le veían se dirigieron a Hermione.
Animados con la victoria, comenzaron a correr por el pasillo para volver, pero al llegar a la esquina oyeron algo que hizo que sus corazones se detuvieran: un grito agudo y aterrorizado, que procedía del lugar que acababan de cerrar con llave.
- Ahora si deben ir por un profesor – decía Dorcas
- No les daría tiempo Meadowes – le respondió Regulus. 
Los de la sala se pusieron aún más pálidos, tan solo de imaginarse a dos niños de 11 años enfrentarse a un troll, a Sirius y a Canuto les gustaba que Regulus se estuviera soltando más.
—Oh, no —dijo Ron, tan pálido como el Barón Sanguinario.
—¡Es el cuarto de baño de las chicas! —bufó Harry.
—¡Hermione! —dijeron al unísono.
- No se imaginan cuanto los adoro -  les decía Hermione que seguía abrazándolos.
- Fue por mi culpa que estuvieras encerrada ahí - le dijo Ron mientras que Harry reía.
- Ya olvídalo, está superado. Ese día salvaron mi vida -  le dijo la castaña.
- Si, bueno… es que en ese tiempo no lo acepté – admitió nerviosamente Ron.
Era lo último que querían hacer; pero ¿qué opción les quedaba? Volvieron a toda
velocidad hasta la puerta y dieron la vuelta a la llave, resoplando de miedo. Harry
empujó la puerta y entraron corriendo.
Hermione Granger estaba agazapada contra la pared opuesta, con aspecto de estar
a punto de desmayarse.
- Pobre – murmuraban en la sala mirando a Hermione, la cual les sonrió para que se tranquilizaran.
El personaje deforme avanzaba hacia ella, chocando contra los lavamanos.
- Era una visión horrorosa – decía la chica
—¡Distráelo! —gritó Harry desesperado y tirando de un grifo, lo arrojó con toda su fuerza contra la pared.
El trol se detuvo a pocos pasos de Hermione. Se balanceó, parpadeando con aire estúpido, para ver quién había hecho aquel ruido. Sus ojitos malignos detectaron a Harry.
Harry ya no sabía quién confortaba a quien, si Lily a su padre o James a su madre.
Vaciló y luego se abalanzó sobre él, levantando su bastón.
- Nunca mencionaste un trol cuando me contaste tus años en Hogwarts – le reprochaba su padrino.
- Fue un pequeño detalle que olvide mencionar – le decía inocentemente. Tonks, sentada a un lado de su tío le palmeaba la espalda para tranquilizarlo. Obviamente, no ayudaba que MiniSirius, que estaba del otro lado de su tío mayor casi se comía las uñas de sus manos de los nervios.
—¡Eh, cerebro de guisante! —gritó Ron desde el otro extremo, tirándole una cañería de metal.
Varios rieron por el apodo que el pequeño Ron le había puesto al troll.
El ser deforme no pareció notar que la cañería lo golpeaba en la espalda, pero sí oyó el aullido y se detuvo otra vez, volviendo su horrible hocico hacia Ron y dando tiempo a Harry para correr.
- Tranquila mamá, eso no es nada comparado con otros años – Molly y Lily, por no decir muchos nombres más, estaban horrorizadas. Definitivamente, lo dicho por los gemelos comprobó que el poco tacto era de familia.
—¡Vamos, corre, corre! —Harry gritó a Hermione, tratando de empujarla hacia la puerta, pero la niña no se podía mover. Seguía agazapada contra la pared, con la boca abierta de miedo.
- ¡No es momento para entrar en shock! – le grito Canuto
- ¡Tenia once años animal! – defendió Marlene a Herms
Los gritos y los golpes parecían haber enloquecido al trol. Se volvió y se enfrentó con Ron, que estaba más cerca y no tenía manera de escapar.
- Ay mi niño – sollozaba Molly que estaba abrazada a Arthur.
- ¡Dale con todo Ron! – animaban Fred y George, intentando animar un poco a su mamá y a todos en general. Ron les agradeció mentalmente al igual que Harry.
Entonces Harry hizo algo…
- ¿Por qué tienes que parecerte tanto a mí? – le preguntó James a su retoño.
Entonces Harry hizo algo muy valiente y muy estúpido: corrió, dando un gran salto y se colgó, por detrás, del cuello de aquel monstruo.
- ¡ACASO ESTAS LOCO! – le gritaba su madre
- Mamá, cálmate por favor –
- Como quieres que me calme si te enfrentaste a un troll a los once años, si dicen que eso no es nada comparado con otros años. – le respondía en un susurro.
La atroz criatura no se daba cuenta de que Harry colgaba de su espalda, pero hasta un ser así podía sentirlo si uno le clavaba un palito de madera en la nariz, pues la varita de Harry todavía estaba en su mano cuando saltó y se había introducido directamente en uno de los orificios nasales del trol.
- Eww…. Moco de troll – decían asqueados los Prewett.
- Tu pasas, de tener nada de suerte a tener toda la del mundo – decía impresionado Draco.
Chillando de dolor; el trol se agitó y sacudió su bastón, con Harry colgado de su cuello y luchando por su vida. En cualquier momento el monstruo lo destrozaría, o le daría un golpe terrible con el bastón.
- ¿Cómo salieron de ese desastre? – les preguntaba Hestia
- Ya lo verán – respondió Harry mirando de reojo a Ron que poco a poco pasaba a tener el color de su pelo.
Hermione estaba tirada en el suelo, aterrorizada. Ron empuñó su propia varita, sin saber qué iba a hacer; y se oyó gritar el primer hechizo que se le ocurrió:
- ¿Qué hechizo puede derribar a un troll? – se preguntaba Frank
- La pregunta correcta seria ¡Que hechizo de primero puede derribar a un troll? – decía Bill, el cual lucia muy preocupado.
—¡Wingardium leviosa!
- ¿¡Es enserio!? – preguntaron muchos
- Bueno, ahora sabemos que nada de lo que viene en los libros es casualidad – decía Charlie
- Pero como no se le va a venir a la cabeza si es el hechizo que le enseño Hermione – se burlaba Ginny. Sip, Ron parecía rábano en insolación.
El bastón salió volando de las manos del trol, se elevó, muy arriba, y luego dio la vuelta y se dejó caer con fuerza sobre la cabeza de su dueño. El trol se balanceó y cayó boca abajo con un ruido que hizo temblar la habitación.
- ¡Bien hecho Ron! – exclamaron todos los hermanos Weasley.
- Ya pasó todo – decía Lily
Pero los gemelos Weasley se pusieron a cantar…
- Por eso los Weasley debemos cantar: a Weasley vamos a coronar…
Y sus hermanos se le unieron
- Por eso los Weasley debemos cantar: a Weasley vamos a coronar…
Esto desencadeno carcajadas de los que sabían el origen de la canción, Draco tenia una mueca entre fastidiada y divertida. Mientras que Astoria le decía – nadie sabe para quien trabaja -.
Harry se puso de pie. Le faltaba el aire. Ron estaba allí, con la varita todavía levantada, contemplando su obra. Hermione fue la que habló primero.
—Está... muerto?
—No lo creo —dijo Harry—. Supongo que está desmayado.
Se inclinó y retiró su varita de la nariz del trol. Estaba cubierta por una gelatina gris.
- Eww… no son necesarios tantos detalles Harry – le decía Dorcas. El ambiente de la sala ya era tranquilo una vez que leyeron que Ron derribo al troll.
—Puaj... qué asco.
La limpió en la piel del trol. Un súbito portazo y fuertes pisadas hicieron que los tres se sobresaltaran.
- Los descubrieron en la escena del crimen – se reía Canuto
No se habían dado cuenta de todo el ruido que habían hecho, pero, por supuesto, abajo debían haber oído los golpes y los gruñidos del trol. Un momento después, la profesora McGonagall entraba apresuradamente en la habitación, seguida por Snape y Quirrell, que cerraban la marcha.
- No les pudo haber ido mejor, solo con McGonagall y Snape tienen castigo seguro -se interrumpió James
- Lunático… ¿crees que puedan salir de esta? – le pregunto MiniSirius.
- Si alguno inventa una buena excusa, tal vez – le dijo con tono serio.
Todo se derrumbó dentro de McGonagall al ver a su merodeador favorito diciendo eso.  Quirrell dirigió una mirada al monstruo, se le escapó un gemido y se dejó caer en un inodoro, apretándose el pecho.
- Que patético – sisearon Moody y Snape al mismo tiempo.
- ¿Y se hace llamar profesor de Defensa? – preguntaba indignado Remus.
Snape se inclinó sobre el trol. La profesora McGonagall miraba a Ron y Harry.
Nunca la habían visto tan enfadada. Tenía los labios blancos. Las esperanzas de ganar cincuenta puntos para Gryffindor se desvanecieron rápidamente de la mente de Harry.
- Por muy valiente que haya sido, pusieron en riesgo sus vidas, evidentemente no les daré ni un punto – les dijo la profesora severamente.
- Pero derribaron a un troll profesora – le decía Frank
- Y pudieron terminar gravemente heridos, mi yo del futuro no los premiará por eso – añadió dando por zanjado el asunto.
—¿En qué estabais pensando, por todos los cielos? —dijo la profesora McGonagall, con una furia helada. Harry miró a Ron, todavía con la varita levantada.
­- En la escena del crimen y con las manos en la masa – se burlaban los gemelos Prewett
—. Tenéis suerte de que no os haya matado. ¿Por qué no estabais en los dormitorios?
Snape dirigió a Harry una mirada aguda e inquisidora. Harry clavó la vista en el suelo.  Snape pensó en lo difícil que sería ver los ojos de su amada Lily en un cuerpo idéntico a Potter. Deseó que Ron pudiera esconder la varita. Entonces, una vocecita surgió de las sombras.
—Por favor; profesora McGonagall... Me estaban buscando a mí.
—¡Hermione Granger!
- ¡Que cosa! – exclamaron la mayoría de los de la sala.
- Pero… te trataban fatal – decía un aun estupefacto Sirius
- Salvaron mi vida – le respondió Hermione – además, mis compañeras de dormitorio sabían dónde estaba, pero no lo recordaron y ellos fueron los únicos que pensaron en mi – dijo la chica sonriéndole a sus amigos.
- Pero ten encerraron con el troll en el baño – le dijo sin entendimiento Percy, ocasionando malas miradas de Harry y Ron.
- Pero fue sin querer, ellos no podían saber que era el baño de niñas – Harry y Ron asentían vigorosamente como niños de primero.
Hermione finalmente se había puesto de pie.
—Yo vine a buscar al trol porque yo... yo pensé que podía vencerlo, porque, ya sabe, había leído mucho sobre el tema. Ron dejó caer su varita. ¿Hermione Granger diciendo una mentira a su profesora? 
- Y eso es a lo que me refería con buena excusa – dijo sonriente Lunático
- Eso cambia el panorama -  dijo Lily
—Si ellos no me hubieran encontrado, yo ahora estaría muerta. Harry le clavó su varita en la nariz y Ron lo hizo golpearse con su propio bastón. No tuvieron tiempo de ir a buscar ayuda. Estaba a punto de matarme cuando ellos llegaron.
- ¡Eres una genio! – exclamaba Charlie
- Dile algo que no sepa -  le dijo Bill
Harry y Ron trataron de no poner cara de asombro.
- No lo lograron -  sonreía Hermione.
—Bueno... en ese caso —dijo la profesora McGonagall, contemplando a los tres niños—... Hermione Granger; eres una tonta. ¿Cómo creías que ibas a derrotar a un trol gigante tú sola?
- Profesora, no cree que fue un poco dura – le decía Alice. Pero McGonagall pensaba como su yo del libro.
Hermione bajó la cabeza. Harry estaba mudo. Hermione era la última persona que haría algo contra las reglas, y allí estaba, fingiendo una infracción para librarlos a ellos del problema. Era como si Snape empezara a repartir golosinas.
Snape miro mal a Harry el cual le sonrío.
—Hermione Granger, por esto Gryffindor perderá cinco puntos —dijo la profesora McGonagall—. Estoy muy desilusionada por tu conducta. Si no te ha hecho daño, mejor que vuelvas a la torre Gryffindor. Los alumnos están terminando la fiesta en sus casas.
- Y esos fueron los primeros puntos que perdió Hermione – aplaudían los gemelos Weasley
Hermione se marchó. La profesora McGonagall se volvió hacia Harry y Ron.
—Bueno, sigo pensando que tuvisteis suerte, pero no muchos de primer año podrían derrumbar a esta montaña. Habéis ganado cinco puntos cada uno para Gryffindor. El profesor Dumbledore será informado de esto. Podéis iros.
- Creí que no les daría puntos profesora -  le decía Edgar
- Es muy diferente ir a enfrentar un troll voluntariamente a ir a rescatar a una compañera – se excusaba.
-Pero porque solo cinco, ese fue un acto de suma valentía y caballerosidad, digno de un Gryffindor… - Sirius miraba a su profesora indignado.
McGonagall pensaba que tenía razón, pero no se lo iba a decir.
Salieron rápidamente y no hablaron hasta subir dos pisos. Era un alivio estar fuera del alcance del olor del trol, además del resto.
—Tendríamos que haber obtenido más de diez puntos —se quejó Ron.
­- Eso pensamos todos – decían varios de la sala
- Descontando los de Hermione, serian cinco – le dijo Percy
—Cinco, querrás decir; una vez que se descuenten los de Hermione.
- Eso solo lo empeora – dijeron los mismos
—Se portó muy bien al sacarnos de este lío —admitió Ron—. Claro que nosotros la salvamos.
Molly negaba con la cabeza, *te lo dije* le susurro Ron a Hermione
—No habría necesitado que la salváramos si no hubiéramos encerrado esa cosa con ella —le recordó Harry. Habían llegado al retrato de la Dama Gorda.
- Bueno, ahora sabemos que Harry es la conciencia de Ron y Hermione la de los dos – dijo Alice señalando a los chicos.
—Hocico de cerdo —dijeron, y entraron.
- Los Gryffindors y sus contraseñas raras – decía Ted
- Mas raras son las del profesor Dumbledore, siempre son dulces – le dijo su esposa
La sala común estaba llena de gente y ruidos. Todos comían lo que les habían subido.
- Lo ven, nadie estaba preocupado por una chic de primero sola en los baños, con un troll en los pasillos – seguía defendiendo Hermione a su amigo y a su novio.
Hermione, sin embargo, estaba sola, cerca de la puerta, esperándolos.
Lily y Molly sonrieron, por fin terminarían las peleas.
Se produjo una pausa muy incómoda. Luego, sin mirarse, todos dieron: «Gracias» y corrieron a buscar platos para comer. Pero desde aquel momento Hermione Granger se convirtió en su amiga.
- Así que por eso fue – decía Neville
- ¿Ustedes nunca lo supieron? – le pregunto su novia
- No, tu estabas en el mismo curso y compartías Herbologia con nosotros, te diste cuenta de que de la nada comenzaron a juntarse - respondió  
- Y nada nos separó – dijeron los tres al mismo tiempo
Hay algunas cosas que no se pueden compartir sin terminar unidos, y derrumbar un trol de tres metros y medio es una de esas cosas.
- Nunca mejor dicho – exclamaron algunos
- ¿Es que no podían reconciliarse de forma normal? – preguntaba Sirius, mientras que los chicos le negaban con la cabeza.
- Pues me alegra que se hicieran amigos, todos necesitan un Remus o un Lily en su vida – dijo James cerrando el libro.
- ¡James! – le gritaron los nombrados.

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En el siguiente habrá conversaciones, aun no sé si nocturnas o mañaneras. ¿Alguna sugerencia?
Pd. Mientras me da inspiración para narrar conversaciones me puse a trabajar en el capítulo de Quidditch que ya está a medias 😉

FELIZ NAVIDAD A TODOS…
Gracias por leer esta historia 😉
No sientan pena de los muertos, sino de los vivos, y sobretodo de aquellos que tienen que trabajar en nochebuena

Adoro el gif de este capitulo, esa escena debieron ponerla en la película.





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