Disclaimer: Harry Potter no me pertenece así como sus personajes. (Ya
quisiera)
***-Bien, así termina el
capitulo, quien quiere leer ahora. - Dijo Lily
una vez que termino.
-Yo leeré cuñadita.- le dijo Canuto ante la mirada atónita de todos. -¡Que! si ya
pasaron 10 años y el cumpleaños del cerdo del hijo de los Dursley cumple años
en junio y Harry en Julio quiere decir que está por cumplir 11 años y lo más
seguro es que en el próximo capítulo le llegue la carta de Hogwarts, y yo
quiero leer como le llegó la carta a MiniCornamenta - Lily le tendió
el libro y este se dispuso a leer, bien, el capitulo siguiente se titula: - Las
cartas de nadie ¡JA! ya decía yo- Y comenzó...***
-Esto será divertido - dijo Harry con una sonrisa.
La fuga de la boa constrictor le
acarreó a Harry el castigo más largo de su vida.
-¡Pero si fue magia accidental! - gritó Hermione
Cuando le dieron permiso para
salir de su alacena ya habían comenzado las vacaciones de verano
-Eso es un mes - dijo Dorcas
-Harry, tal vez necesiten una visita de
Fluffy-susurro Ron y Harry rio.
-Después de cómo me encontraste en 2do
año y esto te sorprende - le
respondió Harry en un susurro para que nadie sospechara o hicieran preguntas.
y Dudley había roto su nueva filmadora,
conseguido que su avión con control remoto se estrellara y, en la primera
salida que hizo con su bicicleta de carreras, había atropellado a la anciana
señora Figg cuando cruzaba Privet Drive con sus muletas.
-Y de seguro al niño ni le dijeron nada
- Dijo Molly - ya le enseñare a
esa señora como educar a un niño - dijo mirando a sus hijos y estos se
estremecieron.
Harry se alegraba de que el colegio
hubiera terminado, pero no había forma de escapar de la banda de Dudley, que
visitaba la casa cada día. Piers, Dennis, Malcolm y Gordon eran todos grandes y
estúpidos, pero como Dudley era el más grande y el más estúpido de todos, era
el jefe.
Los del futuro miraron a Malfoy con
burla pero este no dijo nada.
Los demás se sentían muy felices de
practicar el deporte favorito de Dudley: cazar a Harry.
-Como si eso fuera tan fácil - dijo Hannah, ella escuchaba a los de su equipo de quidditch hablar de
cómo era Harry de rápido.
Por esa razón, Harry pasaba tanto
tiempo como le resultara posible fuera de la casa, dando vueltas por ahí y
pensando en el fin de las vacaciones, cuando podría existir un pequeño rayo de
esperanza: en septiembre estudiaría secundaria y, por primera vez en su vida,
no iría a la misma clase que su primo. Dudley tenía una plaza en el antiguo
colegio de tío Vernon, Smelting.
-Ese colegio es horrible- dijo Lily
Piers Polkiss también iría allí. Harry
en cambio, iría a la escuela secundaria Stonewall, de la zona.
-Claro que no, tu iras a Hogwarts - le dijo James a su hijo.
-Exacto compañero, y ahí llevaras
una vida tranquila - le comentó Ron a su amigo y este lo fulminó con
la mirada.
Dudley encontraba eso muy divertido.
—Allí, en Stonewall, meten las cabezas
de la gente en el inodoro el primer día
—dijo a Harry—. ¿Quieres venir arriba y
ensayar?
—No, gracias —respondió Harry—. Los
pobres inodoros nunca han tenido que soportar nada tan horrible como tu cabeza
y pueden marearse. —Luego salió corriendo antes de que Dudley pudiera entender
lo que le había dicho.
- Eso es Harry - gritaron los merodeadores y los gemelos.
Un día del mes de julio, tía Petunia
llevó a Dudley a Londres para comprarle su uniforme de Smelting, dejando a
Harry en casa de la señora Figg. Aquello no resultó tan terrible como de
costumbre. La señora Figg se había fracturado la pierna al tropezar con un gato
y ya no parecía tan encariñada con ellos como antes. Dejó que Harry viera la
televisión y le dio un pedazo de pastel de chocolate que, por el sabor, parecía
que había estado guardado desde hacía años.
-Eso es descortés Harry - le reprendió su mamá
-Tú no tuviste que probarlo - le respondió
-¡No me repliques! - Harry asustado solo alcanzo a asistir con la cabeza pensando en que
tendría graves problemas en cuanto se leyera todo lo que hizo.
Aquella tarde, Dudley desfiló por el
salón, ante la familia, con su uniforme nuevo.
Los muchachos de Smelting llevaban frac
rojo oscuro, pantalones de color naranja y sombrero de paja, rígido y plano.
También llevaban bastones con nudos, que utilizaban para pelearse cuando los
profesores no los veían. Debían de pensar que aquél era un buen entrenamiento
para la vida futura.
-Se veía totalmente ridículo - reía Harry
Mientras miraba a Dudley con sus nuevos
pantalones, tío Vernon dijo con voz ronca que aquél era el momento de mayor
orgullo de su vida. Tía Petunia estalló en lágrimas y dijo que no podía creer
que aquél fuera su pequeño Dudley, tan apuesto y crecido. Harry no se atrevía a
hablar. Creyó que se le iban a romper las costillas del esfuerzo que hacía por
no reírse.
Ahora Harry no se reprimía y reía a
carcajada suelta con los demás bromistas de la sala.
A la mañana siguiente, cuando Harry fue
a tomar el desayuno, un olor horrible inundaba toda la cocina. Parecía proceder
de un gran cubo de metal que estaba en el fregadero. Se acercó a mirar. El cubo
estaba lleno de lo que parecían trapos sucios flotando en agua gris.
-Que no sea lo que estoy pensando - murmuraba Lily
—¿Qué es eso? —preguntó a tía Petunia.
La mujer frunció los labios, como hacía siempre que Harry se atrevía a
preguntar algo. —Tu nuevo uniforme del colegio —dijo.
Harry volvió a mirar en el recipiente.
—Oh —comentó—. No sabía que tenía que
estar mojado.
—No seas estúpido —dijo con ira tía
Petunia—. Estoy tiñendo de gris algunas cosas viejas de Dudley. Cuando termine,
quedará igual que los de los demás.
- ¡TACAÑOS! Que les costaba comprar un
uniforme como Merlín manda - grito Sirius
furioso de lo que viviera su ahijado por culpa de Pettigrew.
Harry tenía serias dudas de que fuera
así, pero pensó que era mejor no discutir.
-Chico listo - murmuro Moody
Se sentó a la mesa y trató de no
imaginarse el aspecto que tendría en su primer día de la escuela secundaria
Stonewall. Seguramente parecería que llevaba puestos pedazos de piel de un
elefante viejo.
-Por Merlín Harry, se nota que eres
hijo de un merodeador - decía entre
risas James
Dudley y tío Vernon entraron, los dos
frunciendo la nariz a causa del olor del nuevo uniforme de Harry.
*idiotas* pensaba la mayoría
Tío Vernon abrió, como siempre, su
periódico y Dudley golpeó la mesa con su bastón del colegio, que llevaba a
todas partes.
Todos oyeron el ruido en el buzón y las
cartas que caían sobre el felpudo.
—Trae la correspondencia, Dudley —dijo
tío Vernon, detrás de su periódico.
- ¡3312, tenemos un 3312! ¡Le pidió que
hiciera algo! - gritaba James
- ¡Es el fin del mundo! - dijo Canuto
—Que vaya Harry
—Trae las cartas, Harry.
- Falsa alarma -
—Que lo haga Dudley.
—Pégale con tu bastón, Dudley.
-Saben, intentaré persuadir a mi
hermana para que se divorcie de ese tipo, es él el que esta perjudicando a su
hijo.-
Harry esquivó el golpe y fue a buscar
la correspondencia. Había tres cartas en el felpudo: una postal de Marge, la
hermana de tío Vernon, que estaba de vacaciones en la isla de Wight; un sobre
color marrón, que parecía una factura, y una carta para Harry.
Harry sonrió, ya que, a pesar de no
haber leído la primera que recibió, el contenido de esas cartas “de nadie” le
había cambiado la vida.
Harry la recogió y la miró fijamente,
con el corazón vibrando como una gigantesca banda elástica. Nadie, nunca, en
toda su vida, le había escrito a él. ¿Quién podía ser? No tenía amigos ni otros
parientes.
Canuto y Lunático voltearon a ver a sus
versiones futuras, donde o que había pasado con ellos como para que no se
comunicaran con el hijo de su mejor amigo.
Ni siquiera era socio de la biblioteca,
así que nunca había recibido notas que le reclamaran la devolución de libros.
Sin embargo, allí estaba, una carta
dirigida a él de una manera tan clara que no había equivocación posible.
Señor H. Potter
Alacena Debajo de la Escalera
Privet Drive, 4
Little Whinging
Surrey
El sobre era grueso y pesado, hecho de
pergamino amarillento, y la dirección estaba escrita con tinta verde esmeralda.
No tenía sello.
Con las manos temblorosas, Harry le dio
la vuelta al sobre y vio un sello de lacre púrpura con un escudo de armas: un
león, un águila, un tejón y una serpiente, que rodeaban una gran letra H.
-¡Hogwarts, Hogwarts! - comenzaron a cantar los bromistas de la sala, la mayoría estaban
contentos de que Harry por fin cambiara del ambiente en el que vivía.
—¡Date prisa, chico! —exclamó tío
Vernon desde la cocina—. ¿Qué estás haciendo, comprobando si hay cartas-bomba?
—Se rió de su propio chiste.
-Que todas las deidades del mundo nos
amparen el día en el que eso sea considerado un chiste - decía Canuto de manera dramática y tocándose el pecho como si sintiera
un profundo dolor.
Harry volvió a la cocina, todavía
contemplando su carta.
Hubo unas cuantas personas que se
golpearon la frente, otros simplemente negaban con la cabeza.
Entregó a tío Vernon la postal y la
factura, se sentó y lentamente comenzó a abrir el sobre amarillo.
Todos miraron a Harry como si este
tuviera 7
brazos.
-¡Era un crio de 10 casi 11 años que
nunca había recibido una carta OK! ¡Estaba emocionado! - dijo enfureciéndose y ante lo ultimo muchos agacharon la cabeza, era
lógico que estuviera emocionado.
Tío Vernon rompió el sobre de la
factura, resopló disgustado y echó una mirada a la postal.
—Marge está enferma —informó a tía
Petunia—. Al parecer comió algo en mal estado.
- Espero que le duela mucho - murmuraba Harry
-Espero que se le inflame el estómago - decía Lily
Ante esto la mayoría de los futuristas
comenzaron a reír dejando confundidos a los demás.
—¡Papá! —dijo de pronto Dudley—. ¡Papá,
Harry ha recibido algo!
- Que niño tan chivato - decía Arthur
Harry estaba a punto de desdoblar su
carta, que estaba escrita en el mismo pergamino que el sobre, cuando tío Vernon
se la arrancó de la mano.
-¡Devuelvele su carta muggle de
pacotilla! - gritaba James
-Cornamenta le estas gritando a un
libro - le decía Canuto como si hubiera hecho el mas grande descubrimiento.
- Callate Pad y apresura a leer.
—¡Es mía! —dijo Harry; tratando de
recuperarla.
-Uy... MiniHarry enojado - decian sus amigos
- ¡Callense! - les grito Harry.
*Saco el caracter de Lily* pensaba cierto animago que se transformaba en ciervo.
—¿Quién te va a escribir a ti? —dijo
con tono despectivo tío Vernon,
- Ginny - dijeron los hermanos Weasley
- Es pelirroja - les decia James a sus amigos.
abriendo la carta con una mano y
echándole una mirada.
- Que empieze el drama - dijo Lily
Su rostro pasó del rojo al verde con la
misma velocidad que las luces del semáforo. Y no se detuvo ahí. En segundos
adquirió el blanco grisáceo de un plato de avena cocida reseca.
—¡Pe... Pe... Petunia! —bufó.
Dudley trató de coger la carta para
leerla, pero tío Vernon la mantenía muy alta, fuera de su alcance. Tía Petunia
la cogió con curiosidad y leyó la primera línea. Durante un momento pareció que
iba a desmayarse. Se apretó la garganta y dejó escapar un gemido.
—¡Vernon! ¡Oh, Dios mío... Vernon!
*Que muggles tan dramáticos* pensaban Lucius y Narcissa
Se miraron como si hubieran olvidado
que Harry y Dudley todavía estaban allí.
Dudley no estaba acostumbrado a que no
le hicieran caso. Golpeó a su padre en la cabeza con el bastón de Smelting.
- Como dicen: cria cuervos y te sacaran
los ojos - cito un dicho muggle Arthur.
-Arthur no empiezes con tus chismes
muggles- le decia su esposa.
- Pero el tiene razon Molly, si a los
11 le pega a su propio padre, que no ara a los 15 o 17 - expuso Hestia
—Quiero leer esa carta —dijo a gritos.
—Yo soy quien quiere leerla —dijo Harry
con rabia—. Es mía.
-¡Eso Harry! !defiende lo que es tuyo!
- apoyaba Canuto a su ahijado
—Fuera de aquí, los dos —graznó tío
Vernon, metiendo la carta en el sobre.
Harry no se movió.
-Va a estallar - dijeron de manera muy dramatica Fred y George, cubriendose como ai
de verdad fuera a estallar.
—¡QUIERO MI CARTA! —gritó.
-¡BOOM! - gritaron los Prewetts ante la mirada furiosa de Molly.
-Dejense de payasadas - les regaño
—¡Déjame verla! —exigió Dudley
—¡FUERA! —gritó tío Vernon y, cogiendo
a Harry y a Dudley por el cogote, los arrojó al recibidor y cerró la puerta de
la cocina. Harry y Dudley iniciaron una lucha, furiosa pero callada, para ver
quién espiaba por el ojo de la cerradura.
-¡Harry! ¡Harry! ¡Harry! - Aporreaban en la sala Los merodeadores y los Gemelos Weasley y
Prewett
Ganó Dudley,
Los anteriores miraron mal a Harry
-Como esperaban que le ganara. ¡Me
duplicaba el peso y el ancho! - les
rebatió Harry
así que Harry, con las gafas colgando
de una oreja, se tiró al suelo para escuchar por la rendija que había entre la
puerta y el suelo.
—Vernon —decía tía Petunia, con voz
temblorosa—, mira el sobre. ¿Cómo es posible que sepan dónde duerme él? No
estarán vigilando la casa, ¿verdad?
—Vigilando, espiando... Hasta pueden
estar siguiéndonos —murmuró tío Vernon, agitado.
—Pero ¿qué podemos hacer, Vernon? ¿Les
contestamos? Les decimos que no queremos...
Harry pudo ver los zapatos negros
brillantes de tío Vernon yendo y viniendo por la cocina.
—No —dijo finalmente—. No, no les
haremos caso. Si no reciben una respuesta...
Sí, eso es lo mejor... No haremos
nada...
—Pero...
—¡No pienso tener a uno de ellos en la
casa, Petunia! ¿No lo juramos cuando recibimos y destruimos aquella peligrosa
tontería?
Una sola palabra cruzaba por la mente
de los de la sala: Estúpidos/idiotas/tontos
-De verdad esperaban que con una
negativa nos quedaramos tranquilos- Decia
Dumbledore
-Obviamente mandaremos a alguien si la
respuesta no llega -decia McGonagall
- Es el hijo de James y Lily Potter,
¡no pueden impedir qhe vaya a Hogwarts! - gritó
Hagrid
Aquella noche, cuando regresó del
trabajo, tío Vernon hizo algo que no había hecho nunca: visitó a Harry en su
alacena.
-¿Cabia?...- preguntó Percy
—¿Dónde está mi carta? —dijo Harry, en
el momento en que tío Vernon pasaba con dificultad por la puerta.
-Tu respuesta - le dijo Harry a su cuñado
—¿Quién me escribió?
—Nadie. Estaba dirigida a ti por error
—dijo tío Vernon con tono cortante—. La quemé.
-¡¿QUE HIZO
QUE?! - gritaron la mayoria en la sala ya
que las cartas de Hogwarts se guardan como si fueran reliquias.
—No era un error —dijo Harry enfadado—.
Estaba mi alacena en el sobre.
-Saben, así como lo dice Harry hasta
suena gracioso, *mi alacena* - rieron
los Prewetts causando risas en la sala
—¡SILENCIO! —gritó el tío Vernon, y
unas arañas cayeron del techo. Respiró profundamente y luego sonrió,
esforzándose tanto por hacerlo que parecía sentir dolor.
-Parecia como si hubiera tomado pocion
crecehuesos - murmuro Harry
- Y tu como sabes de la pocion
crecehuesos, espera, mejor no me digas, no quiero saber - le dijo Lily
—Ah, sí, Harry, en lo que se refiere a
la alacena... Tu tía y yo estuvimos pensando... Realmente ya eres muy mayor
para esto... Pensamos que estaría bien que te mudes al segundo dormitorio de
Dudley
-¡SEGUNDO DORMITORIO! - gritaron varios en la sala.
- ¡Tenían un segundo dormitorio y te
hacian dormir en la alacena! -gritaba
Sirius
—¿Por qué? —dijo Harry —¡No hagas
preguntas! —exclamó—. Lleva tus cosas arriba ahora mismo.
La casa de los Dursley tenía cuatro
dormitorios:
Insertar gruñidos de los Merodeadores
uno para tío Vernon y tía Petunia, otro
para las visitas (habitualmente Marge, la hermana de Vernon), en el tercero
dormía Dudley y en el último guardaba todos los juguetes y cosas que no cabían
en aquél.
-Niño malcriado - murmuraban la mayoría en la sala.
En un solo viaje Harry trasladó todo lo
que le pertenecía, desde la alacena a su nuevo dormitorio. Se sentó en la cama
y miró alrededor. Allí casi todo estaba roto. La filmadora estaba sobre un
carro de combate que una vez Dudley hizo andar sobre el perro del vecino, y en
un rincón estaba el primer televisor de Dudley, al que dio una patada cuando
dejaron de emitir su programa favorito. También había una gran jaula que alguna
vez tuvo dentro un loro, pero Dudley lo cambió en el colegio por un rifle de aire
comprimido, que en aquel momento estaba en un estante con la punta torcida,
porque Dudley se había sentado encima. El resto de las estanterías
estaban llenas de libros. Era lo único que parecía que nunca había sido tocado.
-No necesitas jurarlo, se ve que ese
niño no ha abierto un libro en su vida - mencionaba Hermione horrorizada.
Desde abajo llegaba el sonido de los
gritos de Dudley a su madre.
—No quiero que esté allí... Necesito
esa habitación... Échalo...
Harry suspiró y se estiró en la cama.
El día anterior habría dado cualquier cosa por estar en aquella habitación.
Pero en aquel momento prefería volver a su alacena con la carta a estar allí
sin ella.
- Obviamente - decían varios en la sala
- Tranquilo cachorro, no dejaran
de insistir - le dijo Remus
- Emm Remus, eso ya paso - le dijo Harry a su “tio” intentando olvidar que el había muerto en
guerra.
A la mañana siguiente, durante el
desayuno, todos estaban muy callados. Dudley se hallaba en estado de conmoción.
Había gritado, había pegado a su padre con el bastón de Smelting, se había
puesto malo a propósito, le había dado una patada a su madre, arrojado la
tortuga por el techo del invernadero, y seguía sin conseguir que le devolvieran
su habitación.
-Pues claro, nunca le habían negado
nada - decía Molly
-Ya puede seguir rogando - dijo Ginny con amargura
Harry estaba pensando en el día
anterior, y con amargura pensó que ojalá hubiera abierto la carta en el
vestíbulo.
Todos se quedaron callados, prefirieron
no decir nada
Tío Vernon y tía Petunia se miraban
misteriosamente.
Cuando llegó el correo, tío Vernon, que
parecía hacer esfuerzos por ser amable con Harry, hizo que fuera Dudley. Lo
oyeron golpear cosas con su bastón en su camino hasta la puerta. Entonces
gritó.
—¡Hay otra más! Señor H. Potter, El
Dormitorio Más Pequeño, Privet Drive, 4...
-Obviamente, Hogwarts es el único
colegio que te insiste para que vayas - decían los
merodeadores.
Con un grito ahogado, tío Vernon se
levantó de su asiente y corrió hacia el vestíbulo, con Harry siguiéndolo. Allí
tuvo que forcejear con su hijo para quitarle la carta, lo que le resultaba
difícil porque Harry le tiraba del cuello. Después de un minuto de confusa
lucha, en la que todos recibieron golpes del bastón, tío Vernon se enderezó con
la carta de Harry arrugada en su mano, jadeando para recuperar la respiración.
—Vete a tu alacena, quiero decir a tu
dormitorio —dijo a Harry sin dejar de jadear—. Y Dudley.. Vete... Vete de aquí.
Harry paseó en círculos por su nueva
habitación. Alguien sabía que se había ido de su alacena y también parecía
saber que no había recibido su primera carta. ¿Eso significaría que lo
intentarían de nuevo?
-¡EXACTAMENTE!- gritaron los profesores presentes
Pues la próxima vez se aseguraría de
que no fallaran. Tenía un plan.
-Oh oh - dijeron Hermione y Ron
-¿Qué pasa? - preguntaron los del pasado.
- Es que, bueno, mis planes nunca
funcionan pero… - pero fue interrumpido por Ron
- Que bueno que lo aceptes, ese es el
primer paso - le dijo con burla.
-¡Ya vale no! ¡al menos soy bueno en la
improvisación! - le grito
enojado - y eso nos ha salvado de muchas, por si no lo recuerdan -les
recalco Harry a su amigos.
-¿ha salvado de muchas? ¡Pues en que
se han metido ustedes tres! - gritaron Lily, Molly y McGonagall.
-En mas líos de los que podría contar
con mis manos - les contestó “inocentemente Neville”
El trio lo fulmino con la mirada
-No ayudes Neville - le dijeron y Canuto para quitarle una bronca a su ahijado y sus amigos
siguió leyendo.
El reloj despertador arreglado sonó a
las seis de la mañana siguiente. Harry lo apagó rápidamente y se vistió en
silencio: no debía despertar a los Dursley. Se deslizó por la escalera sin
encender ninguna luz.
Esperaría al cartero en la esquina de
Privet Drive y recogería las cartas para el número 4 antes de que su tío
pudiera encontrarlas. El corazón le latía aceleradamente mientras atravesaba el
recibidor oscuro hacia la puerta.
-Es un plan perfecto - dijeron en la sala haciendo una O con la boca.
- Disfrútenlo mientras dura - les decían los mejores amigos de Harry mientras este los miraba
furioso.
-Si tiene la suerte de su padre,
estará chalado de por vida- dijeron los merodeadores con una risa
burlona ocasionando que James los mirara feo.
—¡AAAUUUGGG!
Harry saltó en el aire. Había tropezado
con algo grande y fofo que estaba en el felpudo... ¡Algo vivo!
Las luces se encendieron y,
horrorizado, Harry se dio cuenta de que aquella cosa fofa y grande era la cara
de su tío. Tío Vernon estaba acostado en la puerta, en un saco de dormir,
evidentemente para asegurarse de que Harry no hiciera exactamente lo que
intentaba hacer.
-Harry 0, Ron y Hermione 1, así va
nuestro marcador señores -dijeron los
gemelos Weasley para que olvidaran la mala suerte de Harry
Gritó a Harry durante media hora y
luego le dijo que preparara una taza de té. Harry se marchó arrastrando los
pies y, cuando regresó de la cocina, el correo había llegado directamente al
regazo de tío Vernon. Harry pudo ver tres cartas escritas en tinta verde.
—Quiero... —comenzó, pero tío Vernon
estaba rompiendo las cartas en pedacitos ante sus ojos.
Aquel día, tío Vernon no fue a
trabajar. Se quedó en casa y tapió el buzón.
-Eso no detendrá a las lechuzas de
Hogwarts- dijo Hagrid, esas lechuzas eran
muy astutas.
—¿Te das cuenta? — explicó a tía
Petunia, con la boca llena de clavos—. Si no pueden entregarlas, tendrán que
dejar de hacerlo.
—No estoy segura de que esto resulte,
Vernon.
—Oh, la mente de esa gente funciona de
manera extraña, Petunia, ellos no son como tú y yo —dijo tío Vernon, tratando
de dar golpes a un clavo con el pedazo de pastel de fruta que tía Petunia le
acababa de llevar.
*Imbécil* murmuraban la mayoría.
El viernes, no menos de doce cartas
llegaron para Harry. Como no las podían echar en el buzón, las habían pasado
por debajo de la puerta, por entre las rendijas, y unas pocas por la ventanita
del cuarto de baño de abajo.
-Algo me dice que no sólo las lechuzas
están intentando que a Harry le lleguen sus cartas - murmuro James mirando a la profesora McGonagall y Harry miró a Hagrid
con una sonrisa, aunque este no la entendió.
Tío Vernon se quedó en casa otra vez.
Después de quemar todas las cartas, salió con el martillo y los clavos para
asegurar la puerta de atrás y la de delante, para que nadie pudiera salir.
Mientras trabajaba, tarareaba De puntillas entre los tulipanes y se
sobresaltaba con cualquier ruido.
-¡Se está volviendo loco!- gritaron los Prewetts
El sábado, las cosas comenzaron a
descontrolarse. Veinticuatro cartas para Harry entraron en la casa, escondidas
entre dos docenas de huevos, que un muy desconcertado lechero entregó a tía
Petunia, a través de la ventana del salón. Mientras tío Vernon llamaba a la
oficina de correos y a la lechería, tratando de encontrar a alguien para
quejarse, tía Petunia trituraba las cartas en la picadora.
-Lo ven, les dije que sería divertido -les dijo Harry a los de la sala que.
—¿Se puede saber quién tiene tanto
interés en comunicarse contigo? —preguntaba Dudley a Harry, con asombro.
-Mucha más gente que con el -dijeron Dorcas, Edgar y Marlene.
La mañana del domingo, tío Vernon
estaba sentado ante la mesa del desayuno, con aspecto de cansado y casi
enfermo, pero feliz.
—No hay correo los domingos —les
recordó alegremente, mientras ponía mermelada en su periódico—. Hoy no llegarán
las malditas cartas...
-Que ingenuo, el corre mágico nunca
descansa - dijo Hestia
Algo llegó zumbando por la chimenea de
la cocina mientras él hablaba y le golpeó con fuerza en la nuca. Al momento
siguiente, treinta o cuarenta cartas cayeron de la chimenea como balas. Los
Dursley se agacharon, pero Harry saltó en el aire, tratando de atrapar una.
-¡Recoge las que están en el suelo!- gritaron los merodeadores.
—¡Fuera! ¡FUERA!
Tío Vernon cogió a Harry por la cintura
y lo arrojó al recibidor. Cuando tía Petunia y Dudley salieron corriendo,
cubriéndose la cara con las manos, tío Vernon cerró la puerta con fuerza.
Podían oír el ruido de las cartas, que seguían cayendo en la habitación,
golpeando contra las paredes y el suelo. —Ya está —dijo tío Vernon, tratando de
hablar con calma, pero arrancándose, al mismo tiempo, parte del bigote—. Quiero
que estéis aquí dentro de cinco minutos, listos para irnos. Nos vamos. Coged
alguna ropa. ¡Sin discutir!
-¿A donde los lleva?- preguntó Regulus
-A donde los de mi tipo no me
encuentren. O eso escuche que le decía a Tía Petunia - le respondió Harry
Parecía tan peligroso, con la mitad de
su bigote arrancado, que nadie se atrevió a contradecirlo. Diez minutos después
se habían abierto camino a través de las puertas tapiadas y estaban en el
coche, avanzando velozmente hacia la autopista. Dudley lloriqueaba en el
asiento trasero, pues su padre le había pegado en la cabeza cuando lo pilló
tratando de guardar el televisor, el vídeo y el ordenador en la bolsa.
-¿Es idiota o se hace?- preguntó Bill
- Cgeo que egsa pgegunta no gse agse
cagiño - le respondió su esposa.
Condujeron. Y siguieron avanzando. Ni
siquiera tía Petunia se atrevía a preguntarle adónde iban. De vez en cuando,
tío Vernon daba la vuelta y conducía un rato en sentido contrario.
—Quitárnoslos de encima... perderlos de
vista... —murmuraba cada vez que lo hacía.
No se detuvieron en todo el día para
comer o beber.
-Lleva a dos niños en crecimiento y no
les da de comer - decía Hestia
Al llegar la noche Dudley aullaba.
Nunca había pasado un día tan malo en su vida. Tenía hambre, se había perdido
cinco programas de televisión que quería ver y nunca había pasado tanto tiempo
sin hacer estallar un monstruo en su juego de ordenador.
Tío Vernon se detuvo finalmente ante un
hotel de aspecto lúgubre, en las afueras de una gran ciudad. Dudley y Harry
compartieron una habitación con camas gemelas y sábanas húmedas y gastadas.
Dudley roncaba, pero Harry permaneció despierto, sentado en el borde de la
ventana, contemplando las luces de los coches que pasaban y deseando saber...
-Tranquilo Harry, sea quien sea lograra
darte tu carta - consolaba
James a su hijo.
-Emm papá estoy aca - le dijo Harry y James se ruborizó
Al día siguiente, comieron para el
desayuno copos de trigo, tostadas y tomates de lata. Estaban a punto de
terminar, cuando la dueña del hotel se acercó a la mesa.
—Perdonen, ¿alguno de ustedes es el
señor H. Potter? Tengo como cien de éstas en el mostrador de entrada.
Extendió una carta para que pudieran
leer la dirección en tinta verde:
Señor H. Potter
Habitación 17
Hotel Railview
Cokeworth
Harry fue a coger la carta, pero tío
Vernon le pegó en la mano.
- ¡Que no lo toque! - gritaron los merodeadores, Lily, Ginny y Molly. Harry las miro
agradecido.
La mujer los miró asombrada.
—Yo las recogeré —dijo tío
Vernon, poniéndose de pie rápidamente y siguiéndola.
— ¿No sería mejor volver a casa,
querido? —sugirió tía Petunia tímidamente, unas horas más tarde, pero tío
Vernon no pareció oírla. Qué era lo que buscaba exactamente, nadie lo sabía.
Los llevó al centro del bosque, salió, miró alrededor, negó con la cabeza,
volvió al coche y otra vez lo puso en marcha. Lo mismo sucedió en medio de un
campo arado, en mitad de un puente colgante y en la parte más alta de un
aparcamiento de coches.
—Papá se ha vuelto loco, ¿verdad?
—preguntó Dudley a tía Petunia aquella tarde.
-Y apenas te das cuenta niñato - dijo Moody sorprendiendo a la mayoria de que hablara ya que parecia
aburrirse.
En realidad Moody estaba esperando que
algo importante apareciera.
Tío Vernon había aparcado en la costa,
los había encerrado y había desaparecido.
Comenzó a llover. Gruesas gotas
golpeaban el techo del coche. Dudley gimoteaba.
-¡¿Y ahora porque?! - gritó Percy
—Es lunes —dijo a su madre—. Mi
programa favorito es esta noche. Quiero ir a algún lugar donde haya un
televisor.
-Tu primo esta obsecionado Harry,
talvez tenga nargles en la cabeza - le dijo como
sin nada Luna a Harry.
- Si Luna, eso es posible - le respondió Harry mientras los del pasado se preguntaban que eran
los Nargles, pero como ella era hija de Xenophillus y Pandora prefirieron no
preguntar.
Lunes. Eso hizo que Harry se acordara
de algo. Si era lunes (y habitualmente se podía confiar en que Dudley supiera
el día de la semana, por los programas de la televisión), entonces, al día
siguiente, martes, era el cumpleaños número once de Harry.
-¡Viva! ¡11 años! ¡Cumples 11 años!
¡Hogwarts! ¡Hogwarts! -festejaban
los bromistas, Harry quiso decirle que en realidad eso ya habia pasado pero al
verlos tan emocionados se callo.
Claro que sus cumpleaños nunca habían
sido exactamente divertidos: el año anterior, por ejemplo, los Dursley le
regalaron una percha y un par de calcetines viejos de tío Vernon.
-¡Nadamas espera que cambiemos esto y
tendras los mejores regalos del mundo - le dijo
James -Al fin que ya tengo el permiso para malcriarte - terminó
con una sonrisa
Sin embargo, no se cumplían once años
todos los días.
Tío Vernon regresó sonriente. Llevaba
un paquete largo y delgado y no contestó a tía Petunia cuando le preguntó qué
había comprado.
— ¡He encontrado el lugar perfecto!
—dijo—. ¡Vamos! ¡Todos fuera!
Hacía mucho frío cuando bajaron del
coche. Tío Vernon señalaba lo que parecía una gran roca en el mar. Y, encima de
ella, se veía la más miserable choza que uno se pudiera imaginar.
-No creo que allí haya televisión - dijo James.
- Oh, cornamenta, piensas igual que tu
cervatillo - le dijo Canuto a su hermano de
otra madre.
-¿Ah? - exclamó James y Canuto leyó:
Una cosa era segura, allí no había
televisión.
James le sonrió a su hijo.
— ¡Han anunciado tormenta para esta
noche! —anunció alegremente tío Vernon, aplaudiendo—. ¡Y este caballero aceptó
gentilmente alquilarnos su bote!
Un viejo desdentado se acercó a ellos,
señalando un viejo bote que se balanceaba en el agua grisácea.
—Ya he conseguido algo de comida —dijo
tío Vernon—. ¡Así que todos a bordo!
- ¿Piensa llevarlos a ese lugar cuando
han anunciado una tormenta? Ese muggle está loco - dijo la profesora Sprout
En el bote hacía un frío terrible. El
mar congelado los salpicaba, la lluvia les golpeaba la cabeza y un viento
gélido les azotaba el rostro. Después de lo que pareció una eternidad, llegaron
al peñasco, donde tío Vernon los condujo hasta la desvencijada casa.
El interior era horrible: había un
fuerte olor a algas, el viento se colaba por las rendijas de las paredes de
madera y la chimenea estaba vacía y húmeda. Sólo había dos habitaciones.
La comida de tío Vernon resultó ser
cuatro plátanos y un paquete de patatas fritas para cada uno.
- !Qué horror! - gritaron los Weasley
Trató de encender el fuego con las
bolsas vacías, pero sólo salió humo.
—Ahora podríamos utilizar una de esas
cartas, ¿no? —dijo alegremente.
-Ya te enseñare como prende fuego - murmuraba Sirius
Estaba de muy buen humor. Era evidente
que creía que nadie se iba a atrever a buscarlos allí, con una tormenta a punto
de estallar.
*Ingenuo*pensaban la mayoría de los
presentes
-Algo me dice que enviaremos a alguien
a que le dé su carta - dijo
Dumbledore
En privado, Harry estaba de acuerdo,
aunque el pensamiento no lo alegraba.
- Vaya cornamenta es tan pesimista como
tu - comento Sirius.
- Yo no soy pesimista - dijeron los dos Potter
- No, claro que no - dijeron Remus, Sirius, Canuto, Lunático, Ron y Hermione.
- Pfff… amigos - otra vez padre e hijo coincidieron.
Al caer la noche, la tormenta prometida
estalló sobre ellos. La espuma de las altas olas chocaba contra las paredes de
la cabaña y el feroz viento golpeaba contra los vidrios de las ventanas. Tía
Petunia encontró unas pocas mantas en la otra habitación y preparó una cama
para Dudley en el sofá. Ella y tío Vernon se acostaron en una cama cerca de la
puerta, y Harry tuvo que contentarse con un trozo de suelo y taparse con la
manta más delgada.
-¡Y a pesar de todo eso los protegiste
en séptimo año! Harry ¿por qué? - le dijo
Hermione sin darse cuenta de su error.
-¡Como que los protegiste! Harry esas
personas no merecen nada de ti - le grito
James a su hijo
-¿Y de que los protegiste, si se puede
saber? - le preguntó Lily a Harry.
-Mmm después sabrás - le
respondió mirando medio mal a Hermione.
La tormenta aumentó su ferocidad
durante la noche. Harry no podía dormir. Se estremecía y daba vueltas, tratando
de ponerse cómodo, con el estómago rugiendo de hambre.
-Mi pobre bebé - decía Lily preocupada por lo que anteriormente había dicho la amiga de
su hijo.
Los ronquidos de Dudley quedaron
amortiguados por los truenos que estallaron cerca de la medianoche. El reloj
luminoso de Dudley, colgando de su gorda muñeca, informó a Harry de que tendría
once años en diez minutos. Esperaba acostado a que llegara la hora de su
cumpleaños, pensando si los Dursley se acordarían y preguntándose dónde estaría
en aquel momento el escritor de cartas.
-A punto de llegar volando sabrá Merlín
como - Dijo Harry a sus amigos en un susurro.
Cinco minutos.
Harry oyó algo que crujía afuera.
Esperó que no fuera a caerse el techo, aunque tal vez hiciera más calor si eso
ocurría.
-¡Pero te hubiera aplastado! - chillo Alice
-Tranquila, el techo no me brindó calor
- la calmó Harry
Cuatro minutos. Tal vez la casa de
Privet Drive estaría tan llena de cartas, cuando regresaran, que podría robar
una. Tres minutos para la hora. ¿Por qué el mar chocaría con tanta fuerza
contra las rocas? Y (faltaban dos minutos) ¿qué era aquel ruido tan raro? ¿Las
rocas se estaban desplomando en el mar?
-¡Que está pasando! - Murmuraba Canuto
-Si leyera tal vez todos nos
enteraríamos Joven Black - le dijo
McGonagall
Un minuto y tendría once años. Treinta
segundos... veinte... diez... nueve... tal vez despertara a Dudley, sólo para
molestarlo... tres... dos... uno...
- Digno hijo de merodeador - dijo James, George y Fred miraron mal a Harry.
- ¿A qué se refiere con eso Harry? - le preguntaron
- Emmm luego les explico - les respondió
¡BUM!
- ¡COMO QUE BUM! - gritaron varios es
la sala
Toda la cabaña se estremeció y Harry se
enderezó, mirando fijamente a la puerta.
Alguien estaba fuera, llamando.
- Debe ser alguien de Hogwarts - dijo el profesor Flitwick
-Bien pues nos quedaremos con la duda porque
así acaba el capitulo - Dijo
Canuto y una vez macada la pagina cerro el libro.
-Bien, ahora, antes de leer el capitulo
siguiente, ¿nos responderían unas preguntas?- les preguntó Dumbledore a los que venían del futuro.
Todos se miraron un momento y después
Hermione habló:
-Sabemos que están confundidos, así que
les responderemos las preguntas, dependiendo que cual sea -.
-Lo justo es que sea una por persona- intentó negociar Lunático mirando a Hermione.
Ella miro a los demás que se encogieron
de hombro *que mas da*
-¿Y quién será el primero? - pregunto Canuto con ojitos brillosos.
- Mejor que lo hagamos en el orden en
el que vienen escritos en la carta - aconsejo
McGonagall.
-Si, nos parece bien. - asintieron los gemelos Prewett
-Bien, Lily has tu pregunta - Dijo el profesor Dumbledore que tomo el puesto de moderador...
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